Librepensadores
¿Hay "madrileñofobia"?
La presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Isabel Sánchez Ayuso, ha dicho que "hay madrileñofobia". Entramos en el campo de los pareceres, de las impresiones o de las acusaciones. En todos caso, no sabemos si esto es fruto de un análisis, de un examen cuidadoso o aproximado de la situación. Hablar, y más si es desde altas tribunas, es, o debería ser, un ejercicio de responsabilidad. Mucha gente recibe el mensaje y, al no disponer de más información variada, lo asume con toda naturalidad, como quien ve salir o ponerse el sol.
De entrada, no tenemos especial interés o manía hacia nadie. Ni individual ni collectivamente. Pero se debe tener el ojo abierto, sobre todo, hacia la realidad que nos rodea, que es donde se desarrolla nuestra actividad. No tenemos nada contra Madrid, contra los madrileños. Nos parece que no es necesario decirlo.
Lamentamos que la señora Ayuso alce el tono, en lugar de preocuparse de la realidad. Preocupación y atención por ver si todo va bien o qué, tanto en Madrid como lejos de Madrid, y, si fuera el caso, preguntarse, por ejemplo, por qué la Ford trabaja en València (Almussafes) y tributa en Madrid. En esta cuestión debemos decir que la fiscalidad del impuesto de sociedades, independientemente de donde estén radicadas las empresas, se realiza y paga en una proporción de 9 en Madrid, 4 en Cataluña, 1 en València, lo que quiere decir que la riqueza se puede crear en un lugar distinto de donde finalmente se tributará; y Madrid es el gran beneficiado, ¡qué le vamos a hacer!
O que un sistema radial de autovías, o ferroviarias, o del AVE, de connotaciones y realidades centrípetas, ponga Madrid en el centro de todo.
O que los organismos, entidades y centros del Estado, se ubican en Madrid y no distribuidos por toda la geografía, como hacen Alemania o Canadá. Y que los funcionarios estatales sean en una proporción: Madrid 29'5%, Valencia 4'1%, Barcelona 3'7%.
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O las rebajas masivas de impuestos en la Comunidad de Madrid, que benefician sólo el 6% más poderoso de la población, y que representan un dumping fiscal y, para el resto del Estado, un balneario fiscal, donde acuden particulares o empresas a radicar la sede, con la consiguiente descompensación territorial y social.
En fin, no acabaríamos nunca de hablar. Y convendremos que se debe extremar el qué se dice y cómo se dice. Y quien tenga responsabilidades de poder, más aún. Deseamos, por tanto, que todo el mundo, también la señora Ayuso, se calme.
Jesús Moncho es socio de infoLibre