La izquierda no sabe comunicar

César Moya Villasante

He visto la charla que TintaLibre ha realizado con dos grandes periodistas como José Miguel Contreras y Esther Palomera sobre este tema, que es muy comentado hoy en día, pero quiero dar una opinión personal que puede ser una más pero con una advertencia quizá desquiciada para alguien que lo lea, pero que habría que saber si lo es o entra en lo posible en el futuro... Porque creo que el problema sobrepasa nuestro país y se encuentra a nivel mundial, o quizá occidental. Pero aquí con mucha más razón.

En esta charla se han dado muchas ideas interesantes, pero para mí existe un problema, diría que mundial, que puede que sea la base de todo esto. La izquierda siempre ha estado al lado de la razón sensata, del buenismo, por llamarlo de alguna forma, y de no salirse de los cauces éticos de la vida. Pero yo me pregunto: ¿Se puede transitar por la vida sin leyes, o con ellas pero que nadie las obedece? Me explico. Hubo un tiempo en que el castigo a quien no cumplía, dejémoslo ahí, existía, pero ahora cualquiera puede hacer o decir lo que quiera y no pasa nada, hasta el punto de que grandes tragedias se realizan sin cumplir ni una sola de las leyes que aún existen. Me refiero como ejemplo principal a Netanyahu. ¿Alguien se ha atrevido a poner coto mediante leyes y jueces que obliguen a cumplirlas a este nuevo Hitler? Alguien se opone de forma rápida y con la ley en la mano a las locuras que nos cuentan ya a diario el dúo algo cómico Trump&Musk?. . ¿O no son locuras y están muy bien pensadas? 

Quizá ese sea el principio de base en que la izquierda se pueda encontrar. Porque dar bulos, mentiras o insultos es muy fácil. Pero si alguien los rechazara o encontraran oposición sería menos “graciosillo”, como ahora es. Pero lo único que se encuentra es razonamientos en contra. ¿Pero valen para algo hoy los razonamientos? ¿O vale más el insulto? En todo esto cito a un gran maestro: MAR. Este hombre al que todos conocemos maneja como nadie el mundo actual de la política y, aunque ahora se ha equivocado en su gestión del célebre problema de su amigo, el novio de Ayuso, me pregunto si se ha equivocado de verdad o adrede para seguir con el tema eternamente y que la verdad quede en la nube. Porque él es el ejemplo básico del mundo actual sin leyes, sin éticas y sin razonamientos. Es el mundo del lío, de la procacidad y de la indigencia intelectual. Ya nadie de los adolescentes de hoy saben nada de Dios o que los Reyes Magos están fuera de Amazon. Todo se ha destruido quizá por una pantalla que nos tiene absorbidos y que nos comunica con el mundo entero con el móvil más rápido, que no sabemos para qué se necesita más rapidez que el modelo anterior al que es el momento de vender. 

Y en esa tenemos a una izquierda que aún guarda las formas y cuando responde a la oposición de sus excesos y burradas de la Cuca, del Tellado o de cualquiera se les pone a parir porque han entrado al trapo de la barbarie intelectual. Y los jóvenes dicen que hay que votar a la Ayuso porque “está muy buena”. Lo he escuchado a más de uno, así como otras razones absurdas pero creadas en el mundo que vivimos... Y así nos va.

La izquierda estará en adelante en inferioridad al depender cada vez más de unas RRSS que ya oficialmente albergan toda clase de mentiras y bulos

Qué solución puede haber para esto. La primera, que los jóvenes vean lo que es la realidad del fascismo cuando gobiernen. Pero, al mismo tiempo, haciendo que las democracias funcionen con rapidez con un voto de calidad que rompa los bloqueos y que existe en muchos lugares para no estar en un toma y daca continuo que aburre a tanta gente y al final provoca el voto al más bruto, al más radical o al que la dice más gorda.  

Pero hay algo más de verdad, algo desquiciada, en esta mentira continua y esta falta de respeto a las leyes. Si el Congreso es legislador para mejorar la vida de la sociedad, si los jueces pueden anular cualquier ley que no les guste porque actúan como activistas de un partido determinado, me pregunto algo importante: ¿Para qué sirve el Congreso de los Diputados? O dicho de otra forma: ¿Nos representa a todos este Congreso? Porque una cosa es que se debatan las leyes y existan discrepancias y se varíen en ese debate, pero todo ello, para ponerse de acuerdo. Pero si ese acuerdo no existe, porque en el caso de España la derecha votará siempre no a todo, porque sabe perfectamente que lo más cercano es el seudofascismo que llega y con el que comulgan ellos y las leyes se respetarán solo si les interesa, estamos hoy en ese preludio que se confirma en poco tiempo. Podría ser la solución unas elecciones, pero si el resultado es el mismo, como se supone, ¿qué hacemos? Considerando que la izquierda nunca estará en esa mala praxis que hoy vende más.

Pero es que en esta duda personal existe otra discrepancia, porque la izquierda estará en adelante en inferioridad al depender cada vez más de unas RRSS que ya oficialmente albergan toda clase de mentiras y bulos para convencer a esa juventud y hay que pensar en que la derecha ganará de manera oficial incluso con posibles intromisiones en los resultados si el mundo que se presume es el que vemos. Trump ya se opuso cuando perdió, pero hace cuatro años. ¿Qué pasaría hoy?  Porque hoy no pasa ná, como diría un castizo. Es el nuevo “fascismo democrático”, el mayor oxímoron de la historia, que se han inventado ellos manejando toda clase de patrañas que eviten el voto que no les gusta. 

El resumen de todo lo que escribo no es que sea catastrófico para la izquierda porque yo sea pesimista. Es la verdad a las claras de lo que cada día transmite la nueva política ante una izquierda que nunca podrá competir, ni sabe ni debe, con la mala praxis ya autorizada y oficial porque, volvemos al inicio del artículo, las leyes solo serán las que dicten desde aquellas montañas lejanas que citó algún día un tal Aznar y que, además, está de acuerdo en seguirlas. Creo que el debate al que hago referencia en el principio de estas líneas debe seguir, porque la única solución que veo en España de una forma efectiva y drástica es crear una Judicatura distinta a la actual. Y para ese debate hay que incluir a jueces, pero obviando a aquellos que estén en nómina de algún partido.

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César Moya Villasante es socio de infoLibre.

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