Librepensadores
Señoritismo de baja estofa

El 20-D, como toda fiesta de la democracia, es una fecha decisiva para este país. La ciudadanía debe discernir entre una variada oferta programática aquella que más le conviene. Confiemos en que nuestra intuición y nuestra propia formación personal nos permitan detectar la deformación profesional de quienes intentarán, como siempre, darnos gato por liebre, a poco que nos descuidemos. Y cuidado con picar. Ya saben que lo de "eres más tonto que un obrero de derechas" no suele escasear, y no vale consolarse con la premisa contraria, la de "ser más tonto que un ricachón de izquierdas", más que nada porque siempre habrá más obreros que magnates.
En una crónica antigua de la Guerra Civil española se decía lo siguiente: "Muchos obreros y muchos demócratas sirven a los fascistas por la fuerza del terror; su alternativa ha sido tan solo la muerte por fusilamiento o la exposición a la muerte en la línea de fuego". Y un poco antes recogía: "Si todos los que voluntariamente quisieran estar a nuestro lado [se refiere al régimen legítimo] pudieran hacerlo, solo veríamos del otro unos cuantos señoritos, mezclados con extranjeros de toda laya".
En un sistema civilizado como el nuestro, por muchos defectos que tenga, nadie debe escudar la orientación de su voto en el miedo. Hay dos partidos, viejos ya, en este país que han demostrado durante décadas de ejercicio de poder situarse más cerca de los poderosos que de la gente humilde. Sirva la factura de la luz de testigo luminoso de cargo. Que sí, que también han hecho cosas buenas. Pues gracias; pero lo cierto es que los trabajadores de España somos cada vez más pobres, y no lo somos por casualidad sino por una relación de causalidad, la de que nuestra moderación salarial es condición sine qua non de la expansión de los grandes. Y vendrán más años malos que nos harán más pobres. Quiero decir que votar a PP o PSOE es votar, hoy, en contra de nuestros intereses y derechos básicos, económicos y sociales. Quiero decir que si ganas menos de 12.000 euros al año y votas a la derecha auténtica o a la izquierda falsa, la excusa no puede ser el terror, como ocurría en la trinchera. Es un error pensar que la economía de amiguetes, que tanto daño inflige a la gente normal, es la única salida viable. No, amigos y amigas, no puede ser que en una sociedad avanzada y de progreso los ciudadanos libres se sientan aherrojados como si nos oprimiera la barbarie y no hubiera otra opción que aguantar mecha, que se decía antes. Menos mecha.
Cuando una fuerza como Podemos irrumpe en el panorama político y pone tan nerviosos a los poderosos en sentido lato, extendiéndose como una mancha de aceite por todas sus terminaciones nerviosas (mediáticas, políticas o sociales) es porque saben que si se les planta cara, incluso con la ley hecha a su favor, se acabó el expolio, que no debe confundirse con el mundo de los negocios. Cuando se ataca como se ataca, de manera inmisericorde y tan asimétrica a quienes lideran el movimiento insurgente, dialéctica y políticamente hablando, es que temen que su chollo se termine, no la democracia, como apuntan. El miedo y la sonrisa han cambiado de bando. Y eso es bueno. En unas divagaciones, Antonio Machado, por medio de su Juan de Mairena, afirmaba que "no hay señoritos, sino más bien señoritismoseñoritismo, una forma, entre varias, de hombría degradada, un estilo peculiar de no ser hombre, que puede observarse a veces en individuos de diversas clases sociales y que nada tiene que ver con los cuellos planchados, las corbatas o el lustre de las botas". Felipe González sabe a qué se refiere su ilustre paisano.
No hay que temer el cambio. Hay que extirpar el señoritismo de nuestro sistema político, tanto el de derechas como el de izquierdas, que lo ha habido y lo hay. "El señoritismo ignora la insuperable dignidad del hombre. El pueblo, en cambio, la conoce y la afirma; en ella tiene su cimiento más firme la ética popular", machacará el poeta sevillano. Así pues, votemos, pero votemos con dignidad, que no nos la robe el miedo, ni siquiera por una falsa expectativa de que siempre nos irá mejor con los miserables que andan cerca de los poderosos que con quienes luchan contra ellos. No demos la batalla por perdida. _____________
Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre