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Librepensadores

La silla vacía

Amador Ramos Martos

“Lo único que podemos hacer es empezar de nuevo. Lo cierto es que no me parece difícil. Lo difícil es empezar...”.

Samuel Beckett, Esperando a Godot

En el coloquio sobre Medios y política, organizado el 6 de abril de 2015 para celebrar el segundo aniversario de infoLibre, -¡cuánto tiempo político y que intenso el trascurrido desde entonces!-, Jesús Maraña comentó dirigiéndose a Juan Fernando López Aguilar, participante en el mismo, que: ”Podemos ha ocupado la silla del PSOE y este se ha quedado de pie”.

Una metáfora, que las encuestas sobre la intención de voto a los dos partidos en aquellas fechas ratificaban con evidencia demoscópica y la dotaban de inquietante verosimilitud para los partidos tradicionales del bipartidismo.

En el primer artículo que me publicaron en infoLibre tres días más tarde, Politica de brocha gorda, comentaba que mientras el PSOE, “de rodillas” ideológicamente, no reconociera sus errores e hiciera catarsis honesta ante los ciudadanos, ni sería creíble ni podría volver a sentarse en la silla abandonada y que parecía de entrada, haber sido ocupada entonces por Podemos.

El dilema inicial de devenir la metáfora en un hecho contrastado, era discernir qué partido ocuparía la silla finalmente y a qué partido le correspondería seguir de pie o sentarse en las rodillas de éste.

Dos años más tarde, tras una retahíla interminable de berreas entre los dos machos alfa de la izquierda española y dos citas electorales, creo que la silla metafórica en litigio (en realidad el espacio político) de la izquierda española, al margen de los matices ideológicos, credibilidad, aciertos y desaciertos de PSOE y Unidos Podemos y de lo insinuado en un primer momento por Maraña y por quien esto escribe, sigue vacía.

Dos años en los que los dos aspirantes a sentarse en la silla de la izquierda, han mantenido un conflicto de legitimidades excluyentes haciendo inviable la posibilidad de un pacto, al recurrir en su goyesco duelo a bastonazos, a un juego de “suma cero” en su intento de impedir al adversario la posibilidad de sentarse en la misma.

Y todo ello, a pesar de que los resultados electorales han demostrado machaconamente que la disputa enconada entre PSOE y Unidos Podemos por liderar la izquierda española, ha beneficiado en exclusiva a un partido, el PP, que en mi opinión, constituye desde hace tiempo una “malformación democrática”.

Lo de Mariano Rajoy es un caso de libro de distorsión cognitiva. Un presidente de Gobierno en estado de perenne alucinación e ignorante a sabiendas de la corrupción que devasta a su partido, trata de vendernos el argumento de que lo único importante es la "gran política", intentando enterrar en el olvido la corrupción y la desvergüenza política que él, cínico donde los haya, reduce a la categoría de "chismes" y "habladurías".

Vivimos una época de deflación democrática global provocada por el hundimiento de la socialdemocracia y empeorada a nivel local por un partido-secta corrompido hasta la médula, el PP. Este partido, apoyado en su muleta preventiva ideológica, no otra cosa es Ciutadans, y en la abstención del PSOE, consiguieron investir como presidente del Gobierno a Mariano Rajoy.

En este proceso de deflación democráticase hundió el bipartidismo reinante y surgieron con orígenes, perfiles y objetivos distintos dos “principiantes”: Podemos, que desde el primer momento disputó a un PSOE con su credibilidad bajo mínimos la "silla vacía" de la izquierda y Ciutadans, el Podemos de la derecha, un contrapeso y soporte preventivo de un PP que empezaba a ser invendible.

¿Y para qué Ciutadans? Para impedir al PSOE su acercamiento a Podemos y mantener la situación política bajo el control de poderes parademocráticos en dos conflictos básicos y en apariencia, irresolubles.

En primer lugar, para que beneficiarios y perdedores del sistema, tanto en épocas de bonanza como en épocas de crisis sean siempre los mismos. Los primeros, son los poderes financieros, únicos agraciados por la “deflación democrática” cuyos beneficios estamos pagando en exclusiva los segundos, los sufrientes ciudadanos.

En segundo lugar, para que el sempiterno desajuste español, la “desvertebración territorial” siempre pendiente de vertebrar, se mantenga en tensión permanente por la actitud excluyente y sectaria de las dos versiones exaltadas de los nacionalismos en discordia, el catalán y el español, que proporcionan a ambos un suelo electoral rentable y seguro.

Son estos dos temas: el de la jibarización del poder político enclaustrado dentro de los límites impuestos por las “líneas doradas” del poder económico, y el de la aceptación del intransigente y caduco modelo de vivir el sentimiento de lo español impuesto por el PP, los que constituyen el doble nudo gordiano del desencuentro entre el PSOE y Unidos Podemos.

En este escenario, es vital desde el punto de vista democrático recuperar el protagonismo de la política frente a la economía. Se requiere un compromiso claro y ético de partidos que sumando, defiendan la recuperación de los derechos básicos mermados y palien la desigualdad creciente entre los ciudadanos. Que luchen por devolver la dignidad a una democracia secuestrada por los poderes financieros extrademocráticos.

Es imprescindible por otra parte, acomodar definitiva y constitucionalmente las distintas sensibilidades nacionales que existen. ¿Por qué tanto miedo en alumbrar un discurso diferenciado y sin complejos que ponga límites al monopolio del rancio discurso españolista que abusivamente trata el PP de imponer? ¿No es acaso el franquismo residual sociológico incrustado en el PP, el que impide el avance hacia un reequilibrio territorial más flexible?

Del PSOE con Pedro Sánchez a la cabeza espero audacia, honestidad y congruencia. No va ser fácil, pero no habrá nuevas oportunidades. De Unidos Podemos y Pablo Iglesias, a los que todo demócrata que se precie deberían agradecer la revitalización de una democracia estabulada por el poder económico y que ha puesto las pilas “políticas” al país, que aprieten lo imprescindible para no ahogar la única salida posible en mi opinión al ya cansino “laberinto español”.

Un desenlace que exige una “masa crítica” para desalojar al PP del poder, y en el que no deben faltar ninguno de los dos. Tampoco -le guste o no al PP a Ciutadans al IBEX 35 o a Cebrián- los nacionalismos periféricos, a los que les pediría pragmatismo, y paciente lealtad con los españolitos que como me ocurre a mí, disentimos del modelo hipernacionalista de algunos españolazos.

Y si alguno más quiere sumarse –dudo que Ciutadans lo haga y el PP es imposible- al intento cívico y constructivo para acabar con la degradación democrática que sufrimos, que se sume... los números aún sin ellos, aunque justitos... cuadran.

El PSOE abandonó su silla, pero Unidos Podemos no ha logrado sentarse en ella. Lo único evidente es que gracias a que la “silla vacía” de la izquierda española sigue sin ocuparse, Mariano Rajoy, un ejemplar inédito en una democracia decente, sigue confortablemente instalado, fumándose un puro y leyendo el Marca, en su poltrona.

P.D.: Este texto fue escrito antes de conocer el resultado del 39 Congreso del PSOE. Creo que los mayores enemigos Pedro Sánchez los sigue teniendo dentro del partido... y en Prisa, reconvertido, ¡quién iba a decirlo hace 40 años!, en vocero mediático de las fuerzas obscuras.fuerzas obscuras ____________________

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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