Trump mediante
Hace unos días asistí, en el marco de las VII Jornadas sobre periodismo y literatura - Hotel Florida a una mesa redonda que, con el título Noticias del Imperio. EEUU tras la victoria de Trump, reunía a periodistas conocedores de los EEUU y la política americana. Dos horas fueron pocas para analizar todos los matices de lo que nos puede traer la nueva Administración, inexplicablemente así se empeñan en llamarla. Se tocó de pasada el aspecto psicológico del asunto. ¿Sería mejor usar ‘psiquiátrico’?
Hace tiempo que cuando entre amigos comentamos las ultimas jugadas de la política norteamericana, si alguno hablaba de el enfermo, mental por supuesto, no necesitábamos ninguna explicación para saber a quién nos referimos. Ahora se pone más difícil saber de quién hablamos. Qué se puede pensar de un tipo que gesticula constantemente de forma compulsiva y que cuando le explota un cohete, su evidente complejo de inferioridad le lleva a decir que el espectáculo fue digno de verse. O que el próximo gestor de la sanidad sea un insensato antivacunas. A la alegre pandilla se unirán, Trump mediante, empresarios de lucha libre y machirulos varios, por no hablar del selecto grupito familiar de cuñados y consanguíneos. Dejan pequeño al absurdo gobierno con el que nos divirtieron, e instruyeron, el grupo argentino Les Luthiers, que remataba con el cabo primero Anastasio López haciéndose cargo del Ministerio de Cultura.
A la alegre pandilla se unirán, Trump mediante, empresarios de lucha libre y machirulos varios, por no hablar del selecto grupito familiar de cuñados y consanguíneos
La pregunta es qué va a suceder cuando empiecen a ejercer, o lo que sea, todas estas joyas. ¿Cuál va a ser el resultado de este cocktail de egos en el Bar del Disparate?
Como el optimista y el pesimista perciben distinto lo que queda de una botella, medio llena o medio vacía, podríamos animarnos a hacer futurología para ver qué opción cuadraría mejor. En el mejor de los casos los votantes magas, viendo la que les cayó encima, se harían un Juancarlos a la hora de volver a votar: lo siento, me he equivocado, no lo volveré a hacer. Sospecho que tampoco habría que tener mucha fe en su nueva elección. En la opción medio vacía, el pifostio predecible acabará en una orgía de botellas rotas con el pianista huyendo del tiroteo, al modo clásico de un spaghetti western, sin tener muy claro si quedaría alguien en pie para arreglar el desaguisado.
Acongoja, o acojona, lo que pueda salir de esto.
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Juan M. Molina Raspal es socio de infoLibre.