La palabra da vida a la piedra en la que está escrita. El olvido no existe y la memoria mantiene vivas a las palabras. Así nace Estos muros, un documental de Alberto Pascual que cuenta la historia de los trabajos forzosos durante el franquismo a partir del poema escrito en roca que encontraron unos niños de principios de los años setenta en unas ruinas de Soto del Real (Madrid).
Ahora, aquellos niños se reencuentran como adultos para reconstruir su propia historia desde la perspectiva del paso del tiempo. Conocedores, ya sí, de que aquel lugar fue un destacamento penal que dio cobijo durante los primeros años del franquismo a más de 2.000 presos políticos y comunes condenados por un delito inexistente pero una misión obligatoria: construir la línea ferroviaria Madrid-Burgos, iniciada por Miguel Primo de Rivera y retomada por Franco. Desde hace lustros en desuso, en cualquier caso.
"En Estos muros confluyen dos cuestiones. Por un lado, mis ganas de contar algo que viví, que se había quedado ahí en el subconsciente. Bueno, en el consciente, porque lo de 'estos muros hoy ruinosos' es una frase que me venía desde principios de los setenta", explica a infoLibre Alberto Pascual en referencia a aquel poema que leía en pandilla siendo crío escrito sobre piedra. Y añade: "Me sorprende el desconocimiento generalizado que tiene la gente en torno a este tipo de historias que pasaron hace no tanto tiempo".
Las ruinas de la sierra madrileña cobran vida ahora en los fotogramas de Estos muros y traen al presente la historia del Patronato Central para la redención de las penas por el trabajo. Trabajos forzosos en la España del siglo XX, en definitiva, ideados por el padre jesuita José Agustín Pérez del Pulgar y desarrollados con amplitud dictatorial por Franco.
"En todo el país hay miles de obras que se hicieron de esta manera. Es cierto que ellos tienen la justificación intelectual, política y filosófica de que los otros eran pecadores, pero todo eso era una construcción a posteriori. Básicamente, como siempre, hay que seguir la pista del dinero, y ahí lo que hubo fue un negocio enorme para las empresas amigas del régimen, porque no se podía acceder libremente a esas obras públicas", remarca Pascual.
En esta línea, explica que toda esta idea "perversa" del Patronato de Redención de Penas se basa en el Concilio de Trento (1545 y 1563) de la Iglesia católica, que "había sido casi cuatrocientos años antes". "Sobre eso sientan las bases que justifican que puedan utilizar a unos prisioneros que han sido pecadores como mano de obra esclava", subraya Pascual, quien concede: "Que dirán que no es esclava, porque les pagaban algo, pero cuando ves cuanto les han pagado, ves que se están pagando ellos su propia cárcel, su carcelero, su ropa y sus piojos".
En la película asistimos a la investigación del cineasta indagando en archivos y bibliotecas, escuchando a hijos de represaliados, reuniéndose con amigos de infancia con quienes había jugado en esas ruinas, sin ser conscientes de su origen y significado, y entrevistando a expertos que han estudiado el sistema de Redención de penas desde sus diversas disciplinas. Igualmente, encontramos testimonios, publicaciones y fotografías que explican cómo la Redención de penas se utilizó prácticamente en todos los sectores de la economía, a lo largo de todo el país.
"Hay que ir a la base y preguntarse qué estaba haciendo toda esa gente encarcelada por sus ideas", plantea Pascual. "A partir de eso -prosigue-, recordemos que en el franquismo hubo un genocidio ideológico, se fue a por una parte de la población de manera planificada y sistemática, justificándose a sí mismos".
Es por eso que reconoce que el leitmotiv que le ha llevado a sacar adelante este trabajo de tres años es "recuperar nuestras historias y narraciones". "Poder reconstruir nuestra memoria con lo que ocurrió y no con propaganda. A los guardianes de esa historia no les voy a negar que crean lo que sea, pero que miren también a la sombra que tiene todo esto. Conseguirlo con este documental sería magnífico", plantea.
Una sociedad adulta tiene que mirar a la cara a un pasado tan feo y, en la medida que podamos hacer eso, podremos mirar hacia delante
Eso sí, lanza una idea que quiere dejar bien clara: "Que todos los que piensan que Franco era un santo varón sepan que hay muchos ciudadanos que piensan que es un asesino en serie". Por eso, le encantaría que todos pudiéramos conocer "las historias de la gente que las pasó muy canutas en aquellos años" porque así, al menos, podríamos, quizás, "dejar de dar vueltas a la farola".
"Luego te vienen con que si las 286 monjas violadas pero, vamos a ser serios, ¿los 120.000 de las cunetas estuvieron violando monjas? No. Vamos a ser adultos. Es muy incómodo y desagradable. Es un pasado muy feo pero hay que mirarle a la cara. Una sociedad adulta tiene que mirar a la cara a un pasado tan feo, y en la medida que podamos hacer eso, podremos mirar hacia delante", argumenta.
Y aún pone el foco en un detalle en absoluto baladí, pues descubrió que los presos republicanos podían reducir su pena si donaban sangre. "Me quedé muy impactado", reconoce Pascual, pues no casa en absoluto el desprecio con la necesidad de esa, nunca mejor dicho, sangre roja: "Ahí estaba Antonio Vallejo Nájera pidiendo extirpar el gen rojo y, mira por donde, ellos mismos se lo volvieron a inocular".
La palabra da vida a la piedra en la que está escrita. El olvido no existe y la memoria mantiene vivas a las palabras. Así nace Estos muros, un documental de Alberto Pascual que cuenta la historia de los trabajos forzosos durante el franquismo a partir del poema escrito en roca que encontraron unos niños de principios de los años setenta en unas ruinas de Soto del Real (Madrid).