'LA ISLA MÍNIMA', NOMINADA A MEJOR PELÍCULA, DIRECTOR Y ACTOR

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La isla mínima no para de cosechar méritos. Primero, en San Sebastián, donde la actuación de Javier Gutiérrez se llevó la Concha de plata y Álex Catalán el premio a la mejor fotografía. Después vino el galardón como mejor película en los Forqué, la decena de candidaturas a los Feroz y, por último, las 17 nominaciones para los Goya. El sexto largometraje de Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971), el cuarto que hace con Rafael Cobos como coguionista, parece haber satisfecho las expectativas de la crítica, los académicos y del público.

La isla mínima repite el éxito de Grupo 7, la anterior película del dúo Rodríguez-Cobos, que en 2013 sumó 16 candidaturas. Y repite, también, con el thriller como género y en los ochenta como la época de ambientación. thriller Sorprende que no haya sido una de las tres de las propuestas por la Academia de Cine para optar a mejor película de habla no inglesa en los Oscar, como en su día fue Grupo 7. “Bueno, la Academia es soberana. Y luego también está que la película se estrenó el 26 de septiembre [las candidatas se anunciaron el día anterior] y quizás parte de los académicos no pudieron verla y no pudieron votarla”, justifica.

La película cuenta la historia de dos policías de homicidios que son enviados a un pequeño pueblo de las marismas del bajo Guadalquivir para investigar la desaparición y el asesinato de dos adolescentes durante las fiestas patronales. Una trama que se fue construyendo poco a poco con retales de exposiciones de fotografías, documentales sobre la Transición y documentación real de crímenes cometidos durante esa época.

Hace varios años, Alberto Rodríguez visitó junto a Álex Catalán una exposición del fotógrafo Atín Aya que había retratado durante varias décadas el día a día de las marismas. “La exposición era básicamente de paisajes y retratos, y lo que había reflejado era una forma de vida, como una especie de western crepuscular. Desde el primer momento salí convencido de que había una película estupenda, ambientada en ese sitio. Lo que no sabíamos era cuál sería la película”, explica el director. De ahí, de que primero fuese el escenario y después la historia, que se establezca cierta interdependencia entre lo dramático de la trama y la crudeza del paisaje. Un aspecto que ha provocado comparaciones, salvando las distancias, con la serie norteamericana True detective, donde una pareja de detectives recorre el sur de Louisiana, entre pantanos y ásperos paisajes, investigando un macabro crimen.

Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez en un fotograma de la película.

Aunque en ese momento la idea no estaba definida, Cobos y Rodríguez ya habían trabajado en una historia de un asesino en serie y un policía, que les sirvió para cimentar La isla mínima. Establecido el escenario y las líneas maestras de la narración, lo que les faltaba era una época en la que ambientar la película. Fue en 2012, tras ver dos documentales sobre la Transición Atado y bien atado y No se os puede dejar solos, Atado y bien atadoNo se os puede dejar solosambos de los hermanos Cecilia y José Juan Bartolomé, cuando la narración quedó definitivamente ligada al año 1980.

“Esos dos documentales son muy interesantes porque hablan de la Transición, pero están editados durante la Transición, o sea, no tienen el filtro de la historia oficial”, apunta Alberto Rodríguez. De uno de los documentales retomaron la historia de un policía que fue expedientado y apartado de su puesto tras haber escrito una carta al periódico El País criticando a los militares golpistas, y la incorporaron al personaje de Pedro (Raúl Arévalo).

Pero lo que más les llamó la atención en esos trabajos fueron los temas que abordaban y que parecían estar repitiéndose en el momento en el que La isla mínima estaba tomando su forma definitiva. “En 1980 en las calles había una crisis económica importante, problemas con la territorialidad, la ley del aborto en ese momento también estaba empezando… Y cuando nosotros estábamos escribiendo se estaba poniendo en cuestión de nuevo. Nos daba la sensación de que habíamos movido cosas estos años, pero que había otras que se habían quedado en el mismo sitio”, critica Rodríguez.

A pesar de que hace hincapié en que el filme es una ficción de principio a fin, el director sevillano sí reconoce que hay muchos aspectos que tomaron de la realidad para redondear el carácter de los personajes y la verosimilitud de la trama. Al igual que la historia del policía crítico con los vestigios la dictadura en el cuerpo, el crimen de las dos jóvenes de La isla mínima mezcla elementos de varios asesinatos de la época. “En las películas que hemos rodado trabajamos con elementos reales. Nos gusta estar muy bien documentados a la hora de rodar. El hecho de que se movieran las pruebas, que pasa en este crimen, había ocurrido también, supuestamente, en el crimen de las niñas de Alcàsser y en el de los Galindo”, puntualiza Rodríguez, y añade que en ningún momento tuvieron la pretensión de recrearlos.

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La isla mínima forma parte de ese puñado de películas que han conseguido que la cuota de pantalla del cine español este año supere el 25%. Un hito histórico que no se repetía desde hace 37 años y que se debe fundamentalmente, según Rodríguez, “al increíble fenómeno que ha supuesto Ocho apellidos vascos”.Ocho apellidos vascos Aunque matiza que también se puede achacar a un cierto reencuentro entre el cine español y el público. “Una de las cosas más bonitas que nos ha pasado a nosotros con La isla mínima es que hay mucha gente que ha dicho que se siente orgullosa de que se hagan películas como esta en España. Para mí hay un público que está quitándole la razón a los que dicen que el cine español es malo. Eso es fantástico”, dice.

Se ha dado también la coincidencia de que detrás de las películas más vistas del 2014 han estado las grandes corporaciones mediáticas. Telecinco Cinema participó en Ocho apellidos vascos, El niño y Carmina y amén; Atresmedia Cine lo hizo en Torrente 5: Operación Eurovegas y La isla mínima; y Televisión Española, por su parte, estaba en el equipo de producción de Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo.

Rodríguez considera que la implicación de las cadenas de televisión en la industria cinematográfica es muy importante, sobre todo, a la hora de promocionar la película. De todas formas, se muestra bastante crítico con el papel de Televisión Española (que formó parte de la producción de Grupo 7) a la hora de publicitar sus producciones. “Creo que debería hacer un esfuerzo por promocionar sus productos y reconsiderar que promocionar sus películas significa que luego van a llegar a un público, que para que eso las hacemos”, sentencia.

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