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'La violonchelista de Fene' y otras formas de arte callejero que mejoran los barrios

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"Mi trabajo no solo embellece el entorno, sino que también promueve el diálogo social, refuerza la cultura local y fomenta la cohesión comunitaria", explica el artista madrileño Hugo Lomas, conocido como Sfhir. El arte urbano va más allá de los colores que cubren las paredes. También tiene el poder de transformar los barrios desde una perspectiva económica, social y cultural. La doctora en Arte por la Universidad Complutense Blanca Fernández Quesada sostiene que "las intervenciones artísticas permiten y proponen otras formas de ver" puesto que "el arte no es sólo embellecimiento, también es un activador político y de conciencias".

El término arte callejero o Street Art (en inglés) está relacionado con los programas estatales y federales de promoción del arte en edificaciones e infraestructuras e, inicialmente, se sitúa en la década de los 60. El arte mural también proviene de esta denominación ya que la idea que se tiene hoy de este tipo de representación está también asociado a la promoción artística en espacios públicos.

Desde entonces y hasta ahora, surgió un movimiento social de embellecimiento de barrios periféricos basados en reforzar el sentimiento de pertenencia y el orgullo de comunidades diversas, fundamentalmente inmigrantes, a las que las administraciones públicas no les prestaban la suficiente atención, financiación o soporte.

Tanto es así que los beneficios sociales de integrar proyectos de arte comunitario en la planificación urbana son "además de fomentar el sentido de pertenencia, también aportan equipación y mejora de las infraestructuras, embellecimiento, capacidad crítica y felicidad", asegura Fernández Quesada.

Por esto mismo, el arte mural está estrechamente relacionado con la activación de la participación ciudadana puesto que "el arte construye ciudad y ciudadanía, el problema es que se le trata en muchas ocasiones como un adorno", señala la catedrática.

La figura del artista

Los artistas juegan un papel clave en la revitalización de los espacios públicos al aportar creatividad, identidad e integración en las comunidades. A través de murales, instalaciones artísticas y proyectos colaborativos, transforman áreas urbanas deterioradas en espacios atractivos.

Un claro ejemplo de esto es precisamente Sfhir. Numerosas iniciativas, promovidas por este artista, han demostrado que la regeneración urbana, gracias al arte, funciona. "En la esfera internacional, fui a revitalizar un barrio en el que había prostitución y droga en el centro de Ciudad de Guatemala. A nivel nacional, en San Nicasio (Leganés) que es un barrio obrero, realizamos un proyecto pintando con los vecinos un mural de 3.200 metros cuadrados de suelo y era súper bonito ver cómo se puede generar piña y cohesión en un barrio gracias a estas iniciativas", cuenta.

Pero su obra más representativa se encuentra en un pequeño municipio llamado Fene, en A Coruña. Premiado como el mejor mural del mundo en 2023, bajo el título La violonchelista de Fene, este trabajo define a la perfección lo que el arte urbano puede transmitir. "Cuando voy es una pasada, es lo más parecido a ser de repente una estrella del rock. Pero lo realmente importante no es el artista, sino la obra. A veces no eres consciente de lo que ha generado tu pintada", afirma el artista madrileño.

Todos estos proyectos tienen un común denominador: la función que desarrolla lo público. Sfhir tiene claro, por su experiencia, que "prácticamente todos los proyectos que se ejecutan por parte de los ayuntamientos tratan de revitalizar la urbe". Añade también que este modo de hacer arte es una manera de acercar al público cotidiano. "Es como romper ese concepto de que sólo la gente elitista o muy entendida tiene derecho a tener arte", argumenta.

Las meninas de Canido: un homenaje a Velázquez y a la ciudad

Por su ubicación geográfica, la economía de esta ciudad ha estado fuertemente vinculada al mar, ya sea por el comercio marítimo, los astilleros o las instalaciones de la Armada. El decaimiento de estas actividades y las sucesivas crisis económicas —especialmente la naval— afectaron duramente a la ciudad, dejando su impronta de forma muy marcada en este vecindario, cuyos residentes han asistido a la progresiva decadencia de su entorno sin percibir la reacción esperada de las administraciones.

"Las calles vacías y las casas en ruinas cuentan historias de un tiempo mejor, pero la falta de vida y cuidado nos hace sentir invisibles", afirma una vecina del barrio.

Como consecuencia de las crisis y sus efectos, muchos habitantes se han visto obligados a trasladarse a otras zonas en busca de mejores oportunidades laborales, lo que ha provocado un notable abandono de viviendas en la ciudad.

"El arte no debe restringirse a los museos; también es una parte integral de la vida cotidiana en las ciudades ya que contribuye a su morfología". Con esta idea, el artista Eduardo Hermida no dudó en pensar, junto a otros artistas, una iniciativa artística que pudiera revitalizar este barrio tan golpeado por la crisis.

Caminando y observando. Con solo estas dos acciones, Eduardo Hermida se percató, en 2008, de lo que acontecía en este distrito de Ferrol (A Coruña). "Lo que me inspiró fue ver el estado del barrio, que sufrió todas las consecuencias del abandono de la crisis del sector naval en Ferrol y se despobló. Entonces, me entristecía profundamente la sensación de abandono que transmitían aquellas casas derruidas y deshabitadas. Por lo tanto, pensé que la mejor manera de devolverles su dignidad era pintando sus fachadas", comenta Hermida.

El proyecto toma su nombre de la icónica obra de Velázquez. Diversos artistas reinterpretan esta obra barroca una y otra vez desde distintas perspectivas, convirtiendo las ruinas del barrio en expresiones de arte contemporáneo. "Se eligió este tema debido a que es una pieza universalmente reconocible, lo que aporta cohesión y significado a las intervenciones artísticas", asegura el artista.

Aquella primera celebración, que inició como un evento casi íntimo y familiar, fue creciendo paulatinamente hasta transformarse en un gran proyecto de alcance internacional. "Hoy en día, atrae a artistas de diversas partes del mundo y cada vez hay más gente interesada en participar", comenta Eduardo Hermida.

Tanto es así que, en 2017, la marca de cervezas Estrella Galicia lanzó una campaña publicitaria invitando al grafitero Banksy a crear una obra en Canido. Como parte de la iniciativa, se reservaron y señalaron varios espacios en los muros del barrio con la esperanza de que el célebre artista británico aceptara la propuesta y se sumara al proyecto artístico. Incluso, el año pasado, la ruta de Las Meninas fue presentada en el salón de la Feria Internacional de Turismo (FITUR).

Además, según la Sociedad Mixta de Turismo de Ferrol, "las Meninas de Canido se han convertido en un referente turístico de interés nacional e internacional". Como consecuencia, se ha disparado la demanda de vivienda en esta zona, apreciándose su efecto en el colegio público local CEIP Cruceiro, que en los últimos años ha aumentado considerablemente el número de estudiantes matriculados.

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"Gracias al arte, nuestro barrio ha renacido. Este proyecto de arte y todo lo que trae consigo han transformado espacios olvidados en puntos de encuentro vibrantes", manifiesta un residente del barrio.

Este ejemplo no es el único ya que en los últimos 20 años ha habido un boom de artistas urbanos, que han promovido diferentes iniciativas artísticas "muy variadas, institucionales y de diferente envergadura", analiza Fernández Quesada. En España, existe el de Barcelona Olímpica o la Ría de Bilbao, entre otros.

Fuera de lo nacional, está el proyecto comunitario de Park Fiction en Hamburgo; Ala Plástica en Argentina; Dialogue en la India; Names Project Quilt o las colaboraciones de arquitectos y artistas en el sur de Manhattan.

"Mi trabajo no solo embellece el entorno, sino que también promueve el diálogo social, refuerza la cultura local y fomenta la cohesión comunitaria", explica el artista madrileño Hugo Lomas, conocido como Sfhir. El arte urbano va más allá de los colores que cubren las paredes. También tiene el poder de transformar los barrios desde una perspectiva económica, social y cultural. La doctora en Arte por la Universidad Complutense Blanca Fernández Quesada sostiene que "las intervenciones artísticas permiten y proponen otras formas de ver" puesto que "el arte no es sólo embellecimiento, también es un activador político y de conciencias".

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