"En el año 2015 toda la televisión está ocupada por debates políticos nocturnos, series históricas y realities... ¿Toda? ¡No! Un programa poblado por irreductibles melómanos resiste, hasta que le dejen, al invasor". Si Goscinny y Uderzo hubieran situado a Astérix y Obélix en la parrilla televisiva española, el programa Cachitos de hierro y cromo de La 2 hubiera sido uno de los candidatos a ocupar el lugar de la terca aldea gala. Su equipo, formado por empleados de la cadena pública y locutores de Radio 3 y a caballo entre Madrid y Barcelona, inauguró la tercera temporada el pasado domingo con su formato habitual: una hora de sesión musical construida a partir del archivo de los estudios de Prado del Rey. En una programación yerma de música en directo, sus 780.000 espectadores de media el pasado curso comienzan a preguntarse qué ha sido de las actuaciones musicales en televisión.
"Mirando el archivo, nos damos cuenta de lo importante que era la música, televisivamente. Un sábado por la tarde, en el 84, salía Radio Futura y te tocaba tres canciones enteras. ¡Y luego salía Glen Medeiros!". Habla Jero Rodríguez, director del espacio, todavía sorprendido por el insondable fondo documental de Televisión Española. Cuando planteó el formato a los directivos de La 2 en 2011, no podía imaginar las joyas que ocultaban las miles de cintas Betacam que guardan cinco décadas de contenidos. De El Rey Gitano a Manos de Topo, de Lole y Manuel con Smash a Bruce Springsteen. Esta "sesión de DJ con imágenes", como la define Rodríguez —agrupada por temas sui géneris como cintas de gasolinera, canciones con nombres de personas o agropop—, abarca medio siglo de historia, tendencias y hits musicales en riguroso directo. Pero, ¿cómo se haría el Cachitos del futuro?
El director nombra Los conciertos de Radio 3, organizados por la cadena musical y emitidos en La 2. Nombra Mapa sonoro, "un programa muy bueno" que recorría España grabando a las bandas representantes de cada ambiente sonoro, en emisión entre 2010 y 2011 y de nuevo en 2014. "Rascamos de ahí, y rascamos de las galas de fin de año, pero poco más", explica. Echa en falta un programa para adolescentes, como pudo ser Música Sí hasta 2004: "Que alguien que tenga 15 años pueda poner la tele e identificarse con lo que pongan. Eso lo había, y ahora no".
Cachitos de hierro y cromo - Italia pop - avance
Miguel Atienza, documentalista de cabecera de Cachitos y uno de los responsables de desenterrar las preciadas actuaciones, habla con admiración de La edad de oro o PlasticLa edad de oroPlastic, que tomaron la foto fija de la efervescencia cultural de los ochenta. En la lista de artistas del primero aparecen Alaska y Dinarama, Radio Futura, Loquillo, e incluso Lou Reed o Nick Cave. "¡Hasta entrevistaron a los Smiths!", se asombra Atienza. Ante tal despliegue, cabe preguntarse cómo podía la tele abarcar desde unos chavales españoles (que modelarían parte de la cultura española) al cantante que escuchaban los intelectuales de vanguardia en Estados Unidos. "Había gente joven, en esa época entró la segunda generación de trabajadores a la tele, y había dinero: la cadena ganaba el doble de lo que gastaba", explica el archivista. Cachitos apela, aun sin querer a la nostalgia: "Pone en valor el archivo, pero implícitamente pone de relieve la falta de programas musicales en la actualidad".
Los fieles 'cachiteros'
El inventor de Cachitos reconoce que los propios espectadores son los que manifiestan —cambiando de canal— su desinterés por las actuaciones en directo. Admite que "cualquier programador" diría que, cuando empiezan a sonar las guitarras, la curva de audiencia cae en picado. Precisamente por eso, el programa constituye una rareza. Aunque su audiencia no es boyante comparada con las de los programas más vistos, su 4% de share duplica la media de la cadenashare y ha alcanzado picos de 1,2 millones de espectadores. Y esto, cuando los seguidores de las cadenas públicas siguen bajando, y programando un buen puñado de canciones desconocidas para el gran público (aunque aderezadas con exitazos de Raffaella Carrà, Madonna o Raphael).
Gran parte de su éxito se debe a una "sinergia corporativa" que le fue propuesta a Rodríguez en 2012. La asociación con Radio 3, confiesa, no fue idea suya. Pero sumar dos bases de espectadores interesados en la cultura (que se solapan en muchos casos) ha sido clave. Lo explica Virginia Díaz, presentadora del programa, subdirectora de Los conciertos de Radio 3 y directora y presentadora de 180 grados: "Nos hemos retroalimentado. Ambas son cadenas a las que le importa más el contenido de calidad que las audiencias. La 2 ha ganado oyentes de Radio 3 y viceversa". A la presentadora, que graba las entradillas de un programa sobre heavy caracterizada como tal, la paran por la calle tras diez años en la radio: "¡Mira, la de Cachitos!".
A eso se suma su éxito en las redes. Fue Twitter, de hecho, lo que propició que finalmente el programa saltara a la parrilla después de un año cogiendo polvo en un cajón. En 2011, el equipo grabó un episodio piloto para la Navidad y compuesto íntegramente de villancicos. La temática no inspiraba demasiado a Jero Rodríguez, que pretendía hacer algo "más melómano y didáctico", y el horario de emisión no dio un buen resultado en audiencia. Al cajón. Un año más tarde, la cadena decidió reponerlo, esta vez a las nueve y media de la noche. Virginia Díaz llamó al director: "Mira Twitter". La red social había dejado de hacer zapping para ver aquel extraño formato. "El mismo jefe que nos había dicho que no, vio eso y dijo que sí". Desde entonces, han sido siempre trending topic en España, y el pasado domingo, el episodio dedicado a la música de discoteca ("Ritmo de la noche") fue el quinto programa más comentado del día según la medidora Kantar Media, cerca de Cuarto Milenio.
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Cachitos empezó con un capítulo muy recordado por los fans dedicado a la música de gasolinera, esas recopilaciones infames que se encontraban en los dispensadores de las estaciones de servicio y que iban de la canción melódica a la rumba. El tono, ácido, divulgativo, y defensor de la música más denostada por la mayor parte de la crítica musical, marcó el resto del programa. Jero Rodríguez no oculta que es uno de sus favoritos... y que él fue el propio ideólogo del episodio, junto al guionista Luis Troquel. Ese, o los dedicados a letras extrañas y gloriosas de la canción en español ("Letras de Oro") o uno dedicado al psicodélico realizador Valerio Lazarov ("Delirio Valerio"), son algunos capítulos estrella.
Otros han sido algo más complicados. Como uno dedicado al heavy, que ruedan mientras el director habla con infoLibre y que se emitirá al final de esta temporada. "Costó mucho que lo aprobaran, y nos han dicho: 'Aprovechad porque solo va a ser este'. A mí no me gusta especialmente ese estilo, pero esas melenas, los disfraces, las baladas...", se relame Rodríguez mientras ante un café mientras suena, azarosamente, I don't wanna miss a thing de Aerosmith. El próximo domingo, toca Italia, con éxitos de la canción spaghettispaghetti. Y la temporada acabará con un homenaje a las divas de la música ("de Britney Spears a Beyoncé o las de ópera") cuyos subtítulos descriptivos, los llamados chyrons, serán escritos por los espectadores repitiendo una fórmula usada la temporada pasada.
El archivo, por ahora, sigue guardando zonas vírgenes sin explorar. Aunque quién sabe durante cuánto tiempo. Los programas Ochéntame otra vez o Viaje al centro de la tele se basan también en los recursos de Prado del Rey en una ola de recuperación del patrimonio (amén de lo baratos que resultan este tipo de programas). Al director de Cachitos le preocupa la repetición, y aspira a evitar las canciones manidas y los temas fáciles: "Lo que agotará el archivo no será la falta de fondo documental, sino el hartazgo. Cuando hagamos un programa de canciones del verano, estaremos acabados".
"En el año 2015 toda la televisión está ocupada por debates políticos nocturnos, series históricas y realities... ¿Toda? ¡No! Un programa poblado por irreductibles melómanos resiste, hasta que le dejen, al invasor". Si Goscinny y Uderzo hubieran situado a Astérix y Obélix en la parrilla televisiva española, el programa Cachitos de hierro y cromo de La 2 hubiera sido uno de los candidatos a ocupar el lugar de la terca aldea gala. Su equipo, formado por empleados de la cadena pública y locutores de Radio 3 y a caballo entre Madrid y Barcelona, inauguró la tercera temporada el pasado domingo con su formato habitual: una hora de sesión musical construida a partir del archivo de los estudios de Prado del Rey. En una programación yerma de música en directo, sus 780.000 espectadores de media el pasado curso comienzan a preguntarse qué ha sido de las actuaciones musicales en televisión.