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Vino, leche, orina... los frikis de la fotografía analógica experimentan al límite con sus carretes Kodak

Caja con carretes caducados desde 1993.

Es una lotería que funcione un carrete de fotografía caducado que ha estado expuesto directamente al sol a 30 grados. Con el regreso de las cámaras analógicas, los establecimientos de venta colgaban el cartel de “agotado” para los Kodak a finales del año pasado. Con las estanterías vacías, los aficionados a la película recuperaban viejas técnicas, como la de disparar carretes caducados. Una práctica difícil teniendo en cuenta que solo podían encontrarse en casa de los abuelos o en el rastro de Madrid. Ahora, las tiendas especializadas añaden rollos caducados e “intervenidos” a su catálogo.

El regreso de stock de carretes ha venido también acompañado de una subida del 30% de los precios. El responsable de Revelab Studio en Barcelona lamenta esta subida de precios y las ve difícilmente sostenibles. Anteriormente las subidas estaban en torno al 2% y el 5% y podían permitirse que no repercutieran en el precio de venta. Desde el laboratorio catalán señalan además que Kodak ha triplicado la plantilla para hacer frente a la alta demanda de su producto, de los que son los únicos fabricantes.

La compra de grandes cantidades de carrete se ha sustituido por su uso en ocasiones especiales en la que los clientes buscan el efecto del analógico, señalan desde el comercio de fotografía Sales de Plata, en Madrid. La responsable de la tienda señala que los aficionados, tras visitar la tienda y encontrarse con los carretes de color agotados, se pasaban al blanco y negro, y ahora los siguen usando. La falta de carretes hizo que crecieran las alternativas, como los rollos caducados. Aunque la sensibilidad de sus componentes haga de su utilización una tarea de fe

“Intento limitarme a carretes de las últimas dos décadas. Si ha caducado antes de mitad de los 90, ya se vuelve arriesgado, así que no compro grandes cantidades de este tipo” reconoce Adam en su blog en Lomography (adam_g2000). Explica además que lo que ocurre al revelar un carrete cumplido es que cambian los colores porque no se revelan bien. No cumplen con el balance perfecto y se potencian algunos colores más que otros. Su sensibilidad a la luz suele ser mucho menor, aunque nunca está claro cuánto. 

Aunque no son fáciles de conseguir, cada vez más establecimientos y puestos especializados lo están incluyendo en su catálogo. En Revelab terminaron por ponerlos a la venta tras el interés de los clientes. Las tiendas compran los carretes caducados por lotes a ciudades como Berlín. Desde Sales de Plata reconocen la dificultad para vender este producto. Su responsable apunta que cuando hacen pedidos de rollos cumplidos se arriesgan a que no funcionen y no puedan hacer ni una solo foto con ellos.

El madrileño rastro de los domingos es un lugar habitual donde encontrar carretes caducados, pero es difícil conseguir uno en buen estado en la temporada estival. Los rollos de película están expuestos al sol y a más de 30 grados, unas condiciones fatales de conservación que llegan a dejarlos prácticamente inutilizables. De hecho, Adam anima desde su blog a conservar los carretes en la nevera, tanto nuevos como viejos, para mantenerlos lo más frescos posible.

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Antonio Salar, el dueño jubilado de una de las tiendas de fotografía más antiguas de Madrid dice que antes regalaban los carretes caducados. Las imágenes llegan a ser artísticas pero no pueden usarse si “te la juegas” a una sola foto, reconoce Salar. Los resultados son fotos más azuladas si han estado expuestos al frío o con más dominancia de marrón si han sido sometidos a elevadas temperaturas. 

Las imágenes analógicas también pueden alterarse manualmente. La técnica del film soup sumerge los carretes en variopintas soluciones, que van desde lejía hasta orina provocando efectos de distorsión, señala el responsable de Revelab. El cambio de PH en su material genera corrosiones pudiendo llegar hasta la desintegración total de lo fotografiado. Los aficionados a la “sopa” lo preparan en casa, después de haber disparado el carrete. Ahora, la fotógrafa alemana Hanna Beltrán comercializa los carretes ya tratados. 

La técnica supone un peligro para los laboratorios y no todos admiten este tipo de carretes. El revelado de estos carretes es completamente manual, y los químicos se desechan después de cada trabajo porque contaminan todo el tanque de revelado. Antonio Salar, después de  50 años arreglando cámaras reconoce la belleza de los resultados de los Kodak caducados, pero que no es una técnica para un profesional de la fotografía, ya que están arriesgando todo el trabajo de una sesión al azar del carrete.

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