'SOLO', celebración queer y reivindicación drag: "Todos sufrimos el mundo hetero binario como una cárcel"

Amor, intimidad, pasión, conexión, vulnerabilidad, toxicidad, destrucción. Agitados ingredientes de una historia que podría ser cualquiera, pero es la que se desata cuando Simon, una joven estrella drag emergente de Montreal, tiene un amor a primera vista al conocer a Oliver, el nuevo integrante del espectáculo en el que cada noche se transforma. Porque cuando sube al escenario desborda poder y confianza, pero sin maquillaje a la luz del día afloran las inseguridades. No hay performance, ni playback, tampoco pelucas imposibles, solo el vacío dejado por una madre ausente que escogió su carrera internacional como exitosa cantante de ópera y que, vaya, reaparece de repente.

"Es también una historia de familia, de familia elegida, y de aprender a conocerse. Porque Simon aprende a conocerse a través de su arte y de su personaje de drag", apunta a infoLibre Sophie Dupuis (Val-d'Or, Quebec, 1986), cineasta canadiense que estrena el 12 de julio en España su tercera película, SOLO, en la que cuenta la historia de un intenso romance entre dos drag queens y el intento de uno de ellos, Simon, de reencontrarse con su madre, una famosa cantante de ópera que regresa tras quince años de ausencia. Un film festivo, musical, intenso. Un torbellino de emociones que no perdona a ningún personaje y en el que el influjo de la luna y el ardor del sol resultan determinantes. Una historia tumultuosa del día a la noche y de la noche al día impulsada por el ritmo de la música disco y una lluvia de purpurina.

Una trama que nace del deseo de la directora de reflexionar sobre las relaciones de pareja tóxicas huyendo del maniqueísmo "del bueno y el malo, el débil y el fuerte". "Buscaba la manera de contar eso de una forma más humana y sobre todo más humanizante", continúa, explicando que mientras estaba escribiendo sobre ello se convirtió en fan del arte drag por diversos motivos: "Cuando decidí mezclar todo me di cuenta de que esto me permitía dar mucho poder y mucha fuerza a Simon, que como drag es muy fuerte y poderoso pero en la vida real da sensación de más débil. Esto es importante porque muchos artistas empiezan a conocerse a través de sus personajes drag mientras, al mismo tiempo, se dejan aplastar por su pareja, por sus padres... así terminan desconectándose de sí mismos. Ese contraste me parecía interesante y el encaje de estos dos personajes me ha permitido contar esta historia".

"Gracias a esta película tengo una capacidad de amar mucho más grande y mucho más tolerante", asegura a infoLibre uno de los dos protagonistas, Félix Maritaud, que da vida a Oliver, un personaje atrincherado en el narcisismo como mecanismo de defensa ante un mundo hostil. "He aprendido a aceptar eso en mi propia historia personal, y eso me ha hecho más fuerte", apostilla, defendiendo acto seguido al poder liberador de esta historia de amor compartida con Théodore Pellerin (Simon). 

"El mundo drag es un espacio de liberación en sí mismo, de alegría y de bienestar, de compartir, de solidaridad", afirma. Algo que se ha trasladado a todo el proceso de creación de esta película y que se expandió incluso al resto de los integrantes del equipo que no aparecen ante las cámaras: "Los técnicos de rodaje, los electricistas... de repente empezaron a ver diferente, a comprender que hay quienes tienen cuerpos diferentes y hay que celebrar esas identidades y esos cuerpos. Me encanta que eso pueda llegar a transmitirse a través de la pantalla, porque ha sido una experiencia colectiva maravillosa".

Un proceso de liberación y descubrimiento en el que se reivindica el derecho de vivir, de existir, de decidirse a uno mismo. Tanto en las conversaciones íntimas en horizontal como en la algarabía generalizada de unos números musicales sensualmente derrochones a ritmo de ABBA, Chaka Khan, Donna Summer, Mitsou o Gianna Corbisiero. Rodados todos ellos el Complexe Sky, un bar mítico del barrio gay de Montreal, que se convirtió en un lugar de celebración, confianza y seguridad de la homosexualidad. Un espacio seguro de reafirmación y, efectivamente, rítmica emancipación. "Todos hemos aprendido de nosotros mismos en esta experiencia drag", remarca Dupuis.

También de reivindicación, por supuesto, algo inherente al colectivo LGTBIQ+ en general y a la esencia drag en particular, que se manifiesta ante el espectador en esa potente actuación con pancartas en alto: 'Trans lives matter', 'Black lives matter', 'Silence = Death'. "Fue muy fuerte el día que rodamos esa escena", admite Maritaud, quien denuncia las lamentables carencias que hay en la memoria queer, que fue "silenciada y borrada" de forma especialmente cruenta durante los peores años de la epidemia del sida en los últimos ochenta y primeros noventa.

Que todos los homosexuales que votan a la extrema derecha sepan que sin todas las mujeres trans encarceladas a lo largo del tiempo no estaríamos aquí, porque debemos nuestros derechos a muchísimas personas del pasado

"No se puede avanzar sin estar al corriente de la historia que nos precede. Que todos los homosexuales que votan a la extrema derecha sepan que sin todas las mujeres trans encarceladas a lo largo del tiempo no estaríamos aquí, porque debemos nuestros derechos a muchísimas personas del pasado. Cuando protegemos los derechos queer protegemos el derecho de las mujeres y los hombres homosexuales a tener emociones y debilidades. Es muy importante hablar de esto porque todos sufrimos el mundo hetero binario como una cárcel, ya que como una cárcel está diseñado", argumenta.

"Mostrar que podemos llevar una vida queer alegre y normal es muy importante", defiende Dupuis, quien ha podido ya sentir de primera mano el poder transformador de una película como SOLO sobre los espectadores, que valoran muy positivamente por ejemplo ver en la gran pantalla a una familia como la de Simon, que le apoya totalmente con la lógica naturalidad. Un paso más también en el compromiso creativo de Maritaud, quien comparte un ejemplo bien personal: "Mi propia abuela era homófoba y se disculpó ante mí por algunas otras películas queer que he hecho antes y gracias a las cuales, según me dijo, ella había comprendido que dos hombres pueden estar enamorados".

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Y es que, a pesar de las "barreras", el intérprete afirma que la "sinceridad y el poder del amor liberado" sin etiquetas siempre termina contagiando a quienes están dispuestos a recibirlo "sin miedo". Esto, lamentablemente, no afecta a los sectores más conservadores que aplauden el ascenso de la ultraderecha, y para los que el intérprete tiene un mensaje bien sencillo: "Vamos a seguir existiendo". "Yo me siento afortunado como persona queer porque a pesar de la dimensión que la sociedad nos ha dado, he buscado y me he ganado mi identidad y mi masculinidad. Somos los ganadores de nuestros deseos a partir del momento en que nos consideramos libres. Tenemos poder y de repente nos miran como enemigos porque ponemos en peligro un poder opresivo. Por eso la clase racista burguesa está en pánico, porque nosotros tenemos poder. Si no lo tuviéramos no les interesaríamos. Pero los burgueses racistas están en pánico", remarca.

SOLO se alzó con el Premio a la Mejor Película Canadiense en la última edición del Festival de Toronto y también fue galardonada en el Palm Springs de California. La cineasta canadiense Sophie Dupuis dirige este drama romántico protagonizado por dos actores en pleno despegue: Théodore Pellerin (Espiga de Plata de la Seminci por su interpretación en Génesis, es también el coprotagonista de la recién estrenada serie Becoming Karl Lagerfeld) y Félix Maritaud (premiado en la Semana de la Crítica de Cannes por su protagónico en Sauvage). 

Tras su paso por festivales internacionales, SOLO se pudo ver en la Primera edición de Quebecuá -Festival de cine de Québec en La Rioja-, donde consiguió los dos principales galardones. Se ha presentado también en Fire!! Mostra de cinema LGTBI de Barcelona, donde ha recibido el Premio del Público y en la Muestra Internacional de Cine y Mujeres de Pamplona antes de su estreno comercial en cines, próximo el 12 de julio, de la mano de La Zona.

Amor, intimidad, pasión, conexión, vulnerabilidad, toxicidad, destrucción. Agitados ingredientes de una historia que podría ser cualquiera, pero es la que se desata cuando Simon, una joven estrella drag emergente de Montreal, tiene un amor a primera vista al conocer a Oliver, el nuevo integrante del espectáculo en el que cada noche se transforma. Porque cuando sube al escenario desborda poder y confianza, pero sin maquillaje a la luz del día afloran las inseguridades. No hay performance, ni playback, tampoco pelucas imposibles, solo el vacío dejado por una madre ausente que escogió su carrera internacional como exitosa cantante de ópera y que, vaya, reaparece de repente.

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