Cultura
La cultura planea su congreso
Nació el 4 de noviembre de 2013 con una idea fija en mente: "Reivindicar que la cultura es de todos, un derecho que aparece en Constitución y que está avalado por la Unesco y las Naciones Unidas y que, sin embargo, las políticas actuales tanto a nivel municipal como autonómico y estatal están aparcando". Desde entonces, ha ido creciendo actividad a actividad, desde aquel abrazo al Teatro Fernán Gómez que protagonizaron a finales de ese mismo año, pasando por su papel de impulsor de la marcha del 9 de marzo de 2014 Todos somos cultura. El último estadio de su desarrollo lo marca la serie de mesas redondas que vienen organizando en los últimos meses en torno a cuestiones definitorias del sector, la más reciente celebrada este mismo jueves 29 en torno a la financiación de la cultura.
La plenitud de la madurez de la Plataforma en defensa de la cultura llegará este marzo, cuando, los días 5, 6 y 7, celebren su congreso sectorial de la cultura. No se trata tanto de poner en conjunto lo que ya se hablado en las mesas redondas, sino que lo que se pretende es analizar los obstáculos y las salidas a las diferentes problemáticas de la cultura, diseccionada en las diferentes disciplinas que la componen. Y esto, dice Fernando Martín, el responsable de comunicación de la plataforma, “es algo que no se había hecho nunca”. “El objetivo es elaborar un libro blancode la cultura que se entregará a todos los partidos políticos”, abunda Martín, que especifica que este será concebido como un “work in progress y como herramienta”work in progress, “para así evitar las ocurrencias en los programas políticos”.
El patrimonio, la televisión, el teatro, la música, las letras, la danza, el circo y las artes escénicas interdisciplinares, el cine y las artes plásticas y visuales, así como la ciudadanía –el otro gran agente cultural- debatirán así sobre sus posibilidades de futuro. Lo harán entendida cada disciplina desde su más amplia perspectiva: las letras, por poner un ejemplo, las discutirán no sólo escritores, sino también libreros, bibliotecarios o editores. “En cultura se ha dado un efecto péndulo”, opina Martín, músico de profesión. “De ser considerada un producto, hemos pasado al todo gratis, y no es lo uno ni lo otro: hay que llegar a un punto de entendimiento, y para eso hace falta reivindicar la figura del gestor”.
Con 43 asociaciones adscritas en su inicio, la plataforma ha ido sumando anexiones hasta superar a día de hoy las 80. Aunque se trata de un colectivo “apartidista” no es en absoluto “apolítico”, “porque la cultura no es apolítica: cuando más se acalla a la cultura, más se da vía a una sociedad embrutecida, y ese es el criterio del neoliberalismo”, dice. “En todo caso, creemos que la cultura no se alinea con una tendencia política, sino que son los diferentes partidos los que tienen que demostrar su grado de compromiso”. Continuando con su agenda de movilizaciones para sus reivindicaciones, han convocado para el día 19 de abril una nueva marcha bajo el mismo lema de Todos somos cultura. Antes, en algún momento del mes de marzo, esperan haber organizado también un encuentro con agregados culturales de embajadas extranjeras en España, con el fin de poner en común experiencias que se podrían adaptar a España.
La financiación de la cultura
Desde el pasado 28 de octubre, la plataforma ha venido convocando mesas redondas abiertas al público en el Ateneo de Madrid. Hasta ahora, y a falta de hablar de la fiscalidad de la cultura (el próximo 26 de febrero), se han tratado las cuestiones de la educación artística superior; la vida laboral del trabajador de la cultura; el patrimonio y, en última instancia, la financiación del sector. Este tema lo abordaron los expertos Rubén Gutiérrez, coordinador del área de estudios y responsable de investigación y desarrollo de la Fundación SGAE; Jesús García Lorente, director del Instituto Superior de Industrias Culturales y Creativas; Rubén Caravaca, gestor, comunicador y formador cultural; Arturo Rubio, director del Departamento de Artes Escénicas de la Universidad Antonio de Nebrija, y Luis Miguel Barral, investigador social especialista en crowdfunding.
Establecido como punto de partida que son tres las grandes fuentes de financiación de la cultura –el Estado, el mercado y la sociedad civil/filantropía– los ponentes reivindicaron el papel de la primera. “Lo público debe trascender los fondos y las subvenciones para ser garante de que el resto de patas de la financiación funcionen”, afirmó Gutiérrez, que subrayó también la responsabilidad de las administraciones como impulsoras de la participación social, dado que “en los últimos 20 años, los principales parámetros de participación ciudadana en la cultura apenas han cambiado, a pesar de los cambios sociales”. Una problemática que achacaron, en parte, a la ausencia de políticas que integren las formaciones artísticas en la educación. “Somos el país de Europa que menos dedica a la educación en las artes”, apuntó Rubio. “Y esto explica los bajos consumos”.
De las nuevas alternativas, como el crowdfunding, Barral –que en 2014 realizó dos estudios sobre la cuestión– aseguró que se trata de “una herramienta más, pero no es la panacea”. Esta práctica del micromecenazgo, que cubre parcial y extraoficialmente la carencia de una ley de mecenazgo, ya descartada por el que fuera su mayor valedor, el PP, es sólo una de las muchas opciones que podrían incluirse en un verdadero modelo de financiación que, dijo Lorente, actualmente no existe en España. “En la práctica, el modelo lo van generando las necesidades”. De ahí que la última intervención tratara de las estructuras de financiación ya conformadas en otros países, de las que destacaron, entre otras, las de Austria, Finlandia o Colombia.