El día ('day', 'jour', 'tag') del libro

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Esta que hoy culmina es la semana en la que España se quiere país lector. La palabra "libro" resuena por doquier, los libros salen (literalmente) a la calle, se entrega muy pomposamente un premio apellidado como el gran prócer de la literatura española en castellano, nos recomendamos obras como si fuéramos prescriptores con galones…

El 23 de abril es el Día del Libro, aunque cuando cae en domingo hay quien lo adelanta o quien pasa el "El Día" a "La Noche", porque conviene facilitar las cosas al pueblo lector y buscar fórmulas para atraparlo.

Todo lo cual ocurre aquí, con especialidad intensidad en Cataluña (donde se encomiendan a un santo peleón, Sant Jordi, y la fórmula "libro + rosa" se ha revelado imbatible), pero también en otros países. O no.

Españoles (letraheridos) por el mundo

Desde 1996, "en Alemania se celebra el Welttag des Buches, el Día Mundial del Libro. Tanto librerías como editoriales realizan acciones y promociones para este día", me dice desde Berlín Jesús Cañadas, y desde Frankfurt, Rosa Ribas completa: "Se recuerda que es una tradición originaria de Cataluña y que coincide con los aniversarios de la muerte de Cervantes y Shakespeare". (Y del Inca Garcilaso, podemos añadir.)

Ribas explica que no se sacan puestos de libros, pero las librerías y las editoriales organizan actividades; además, "este año en las escuelas regalan un vale a los alumnos de las clases 4 y 5 (entre 9 y 11 años)  para que lo cambien por un libro. El vale lleva el lema Ich schenk dir eine Geschichte que significa 'Te regalo una historia', y han repartido 850.000". Mejor aún, informa Cañadas, se regala un cómic pensado "para niños y niñas refugiados o venidos de otros países que aún están aprendiendo el idioma". A él, lo que más le gusta es que la cosa no se queda en los actores principales de la cadena del libro, sino que "participan asociaciones locales, museos, escuelas, clubes de lectura privados. El Día del Libro se entiende como una fiesta, y si el tiempo acompaña en Alemania, parecen las Cruces de Mayo".

Francia también ha incorporado la tradición a su calendario (en ocasiones con ecos catalanes: no es infrecuente que las librerías regalen rosas). Las actividades proliferan, y "la respuesta del público y de los distintos colectivos implicados suele ser excelente –señala Juan Pedro de Basterrechea, Director Instituto Cervantes de Burdeos–, pero los organizadores cuentan con fondos habitualmente públicos para poder organizarlo todo y, en particular, para invitar a escritores de todo el mundo a venir y participar en directo. Sin duda ello contribuye a mantener un mercado editorial vivo e importante".

Y lo mismo sucede en Italia, si bien Begoña Colmenero Niño, Jefe de la  biblioteca María Zambrano del Instituto Cervantes de Roma, cree percibir que "no tiene la misma importancia y tradición que en España, puesto que muchísima gente no sabe que el 23 de abril es el Día del Libro y no existe la tradición de regalar libros y rosas. Es más, yo creo que son ellos los que tienen como modelo la tradición española". Lo cierto es que hoy empieza Il Maggio dei Libri, una campaña del Ministerio de Bienes culturales nacida en 2011 "con la intención de subrayar el valor social de la literatura como elemento clave del crecimiento personal, cultural y civil".

Vayamos aún más lejos. "En Canadá también se celebra, aunque se trata de un acontecimiento relativamente reciente que coincide con el Día Internacional del Libro que instauró en 1996 la Unesco", explica desde Toronto Juan Gavasa. "La celebración fue introducida por el Writer's Trust of Canada, una organización sin ánimo de lucro que apoya a escritores canadienses". No ocurre lo mismo en el vecino del sur. "No, en Estados Unidos no se celebra el Día del Libro –confirma Manuel Vilas desde Iowa City–. Pero en este país tienen bibliotecas públicas y bibliotecas universitarias magníficas. Por otro lado, creo que el Día del Libro en España es más bien el día de todos con el mismo libro. Es decir, es más bien el día del bestseller".

Aquí no

Los Países Bajos, por su parte, no tienen un Día del Libro, sino una semana del libro y a comienzos de la primavera. "Se inicia con un gran baile en un teatro en Ámsterdam, que atrae la atención mediática hacia los autores literarios –detalla Germán Gullón, que vive a caballo entre la capital holandesa y Madrid–. Además, durante esa semana se publica un pequeño libro de ensayos, que cada año cambia el autor y el tema, que se regala a quien compre otro libro durante esa semana. También, toda la persona que el domingo de la semana del libro viaje en tren con el libro de ensayos puede hacerlo gratis. No se necesita billete, sino simplemente enseñar el libro. Las bibliotecas, librerías, museos, etcétera, todo el mundo organiza eventos para incentivar la lectura".

No pretendo hacer un recorrido exhaustivo, sólo señalar que la fecha no ha arraigado por igual en todos los países. Luisa Fernanda Garrido Ramos, directora del Instituto Cervantes de Túnez, me cuenta que allí "no se conmemora como tal el Día del Libro" si bien "para el día 26 de abril, Día Mundial de la Propiedad Intelectual, la Unión de Escritores Tunecinos y la Organización Tunecina de Derechos de Autor celebra una conferencia y un debate al respecto". Obviamente, la institución que dirige sí prepara actos especiales para la ocasión "participando en la Lectura Continuada del Quijote en conexión con el Círculo de Bellas Artes". Este año, los lectores son el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores de Túnez, Sabri Bach Tobji, y la Presidenta de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, "ambos hablan español y es un orgullo para nosotros que personalidades tan importantes participen en esta lectura". Y después de la conexión, escritores tunecinos eminentes (Chokri Mabkhout, Ridha Mami, Kamel Riahi, Sawsen Ajmi o Slaheddine Lahmadi) leerán breves fragmentos de sus obras, "de esta forma damos a conocer nuestra tradición en un día tan señalado para las letras españolas, y fomentamos la lectura y la posibilidad de que el próximo año las autoridades culturales tunecinas decidan celebrar el Día y trabajemos todos juntos". Todo ello en presencia de los directores del Instituto Francés, el Goethe, el British Council o el Instituto Italiano de Cultura.

Tiene lógica, porque en los Instituto Cervantes del mundo el aniversario de la muerte del creador del Quijote es un momento importante: De Basterrechea recalca que celebran "el día del español durante toda la semana con diversos actos como conferencias, encuentros con escritores, lecturas bilingües, exposiciones de libros, etc."

¿Y aquí?

Quizá lo más curioso de esta ronda es lo que me ha pasado al contactar con Claudio Cerdán (a veces firma como Arthur Gunn). "Reconozco que tu pregunta me ha pillado un poco en fuera de juego. Llevo tres años en Suecia y no tengo conocimiento de Día del Libro. Quizá es porque vivo en un pequeño pueblo, Mariestad, y aquí las actividades son escasas. Imagino que en Estocolmo sí harán más cosas. He hablado con españoles que llevan 20 años aquí y tampoco me han sabido qué contestar".

Así las cosas, Claudio ha decidido contarme su experiencia. De entrada, le llama la atención que existen las rebajas en libros, "durante un par de semanas puedes encontrar novedades a precio ridículo. Y no son ejemplares de bolsillo, sino el libro tal cual apareció, con tapa dura, sobrecubiertas, rústica, etc. No sé a quién repercutirá económicamente, pero está claro que los que salen ganando son los lectores". A vueltas con el precio, también constata que los libros tienen un PVP similar a los de España mientras que el salario mínimo casi duplica al español. "Creo que una política de precios más ajustada crearía un mayor número de lectores".

La experiencia referida por Cerdán me lleva a preguntarme qué podemos copiar de los países visitados, si algo, para promocionar el libro y la lectura, que en definitiva es de lo que se trata.

Desde EEUU, Manuel Vilas es categórico. Y ambicioso: "Una enseñanza pública digna, una enseñanza universitaria de prestigio, buenas bibliotecas. Y respeto a la cultura. Respeto a la cultura significa pagarla dignamente y admitir su diversidad".

Desde Alemania, Jesús Cañadas cree que podríamos copiar la voluntad de apostar más por el libro en general "y, sobre todo, por motivar a leer a los lectores y lectoras que están en edad de engancharse. Aunque, ahora que lo pienso, cualquier edad es buena para engancharse a la lectura".

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Desde Canadá, Juan Gavasa llama nuestra atención sobre el hecho de que "Canadá tiene una buena red de bibliotecas públicas y permanentes programas de animación a la lectura". Eso sí, el mercado editorial es bastante pequeño, cada vez se cierran más librerías tradicionales y en general existe poco conocimiento e interés sobre otras literaturas fuera del ámbito anglosajón. "De hecho ambos países están muy parejos en el índice mundial de lectura", añade.

Desde Ámsterdam, Germán Gullón afirma la superioridad del modelo holandés sobre el español para promocionar la lectura. "Los esfuerzos en España son esencialmente de mercadotecnia, y los autores acuden a los eventos con el ego bien puesto. El modelo holandés va más dirigido a fomentar la lectura que a festejar a los autores".

Presumamos, pues, de lo que es digno de imitar e imitemos aquello de lo que otros justamente presumen. Y, sobre todo, que el espejismo de este día (y de las ferias que vendrán) no nos hagan olvidar el panorama habitual.

Esta que hoy culmina es la semana en la que España se quiere país lector. La palabra "libro" resuena por doquier, los libros salen (literalmente) a la calle, se entrega muy pomposamente un premio apellidado como el gran prócer de la literatura española en castellano, nos recomendamos obras como si fuéramos prescriptores con galones…

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