Ensayo

Elena Medel: “Me impresionan mucho los muchos compromisos de Machado”

La poeta Elena Medel.

¿Y ha de morir contigo el mundo mago…?, se preguntaba, preguntaba a ese mundo Antonio Machado tras la muerte de Leonor, quien fuera su esposa por solo tres años. Marcado por aquella brutal separación, por ese amor cercenado, el poeta sevillano, quien ya había vivido la desaparición de su padre y de su hermana, no pudo sino volcar ese dolor, y esa incertidumbre de lo que no se puede llegar a comprender, en algunos de sus poemas.

Dice Elena Medel (Córdoba, 1985) que con la perspectiva de la suya propia suman cuatro las muertes que en realidad decidieron el rumbo de algunas de sus creaciones, muchas híbridas de asuntos, referencias y perspectivas. Pero hubo mucho más en el sevillano: compromiso político y familiar, felicidad y fe, juventud y soledad.

Desde su punto de vista lector, la también editora (de La Bella Varsovia) y redactora jefe (de la revista Eñe), consagrada a sus apenas 30 años por galardones como el Premio Loewe a la Creación Joven, aceptó el reto de la editorial Ariel de abordar al emblemático autor desde la comprensión conjunta de su vida y su obra. El resultado es, precisamente, El mundo mago, un ensayo en el que Medel bucea en las diferentes temáticas a las que Machado se aproximó para ofrecer un ángulo diferente, a veces sorprendente, sobre uno de los más reconocidos creadores españoles.

Pregunta. ¿Qué has aprendido tú de Machado que no supieras al escribir este libro?

Respuesta. Yo tenía la idea de Machado que creo que tenemos todos: la del poeta comprometido, la del buen hombre, la del profesor ejemplar… Me he reafirmado en esa idea, pero este libro también me ha permitido ver que hay muchos Machados en Machado.

Por ejemplo, desconocía por completo al Machado más juguetón, al Machado que experimenta con la forma. Creo que ese espíritu lúdico de su poesía tiene mucho que ver con su manera de concebir el mundo, con su alegría.

Sus poemas, si los leemos en voz alta, parecen casi música. También está ese Machado juguetón con la forma en esa especie de críticas literarias que hace, que son críticas literarias en verso, son poemas en los que está glosando a sus contemporáneos y en lugar de escribir una reseña o una crítica escribe un poema.

También en la manera de presentar La Tierra de Alvargonzález, que es una historia en dos géneros, o por ejemplo en los proverbios, que tienen mucho que ver con el aforismo. Todo ese Machado a mí me parece muy moderno — muy moderno, claro, entendido en su contexto, ya que ahora puede no parecérnoslo tanto por el recorrido histórico.

Ese Machado yo no lo tenía tan claro. Y sobre todo, están todas esas posibles lecturas de sus poemas, el cuidado con el que los construye, y la relación entre su vida y su escritura. Había muchos episodios de su vida que yo desconocía que me han ayudado no sé si a entender sus poemas, pero sí ciertas decisiones que tomó.

P. En el libro desgranas muchos de los temas que él trató, y explicas cómo el amor, aunque estaba presente en su obra, no era ni mucho menos su tema principal. Sin embargo, has escogido como título para el libro El mundo mago, una expresión que proviene de un poema de amor.El mundo magopoema

R. Me parecía que “el mundo mago”, como expresión, aludía muy bien al universo creativo de Antonio Machado. Lo entendemos como un poeta realista cuando es un poeta realista con sus aristas, valga la rima. Me parece que en su poesía hay espacio para la imaginación, sobre todo para el sueño, que tiene también importancia a la hora de articular muchos de sus poemas y de construir las atmósferas. 

Me parece que Machado es un poeta que deja muchos espacios al lector, y como lectora me gusta mucho encontrarme con un poema que me apela a mí en cierto modo, y eso me ocurre con Machado, y me ocurre con ese mundo mago que él construye. Sus descripciones de paisajes nunca son inocentes: siempre hay algo más. Sus descripciones llevan una reflexión sobre la sociedad, la historia, el presente… Y me parece a mí que en ellas hay siempre algo desconcertante.

P. Hablabas antes de la música de los poemas de Machado, y explicas en tu libro cómo, de hecho, lo primero que te cautivó de la poesía (no solo la de Machado) fue esa sonoridad, antes que el contenido. ¿Es la musicalidad lo más relevante de la poesía de Machado?

R. Yo había leído por supuesto a Machado y además había vuelto bastante a su poesía, pero no la había releído a lo mejor con tanta profundidad, por lo menos en su totalidad. Me parece que hay una sintonía hermosa entre lo que Machado dice y cómo lo dice.

Me pasó algo la semana pasada en Barcelona, en un programa de radio en el que nos pusimos a leer un poema: la presentadora leía una estrofa y yo otra, y hubo un momento en que estábamos leyendo y casi estábamos cantando. Había una música que latía en los poemas y nos llevaba de un verso a otro de manera muy natural.

Yo creo que eso es algo complejísimo, y Machado lo logra con una naturalidad asombrosa. Por eso te decía que yo he aprendido mucho como escritora de Machado por cómo construye los poemas, cómo se enfrenta a ellos. Está la música, pero me parece que Machado tiene un contenido brutal. Hay poemas de Machado que podemos leer de tres o cuatro maneras distintas.

En determinados poemas de Machado, y no son pocos, sino todo lo contrario, nos estamos encontrando con que al mismo tiempo nos está presentado un poema de amor o de denuncia social, según lo queramos entender. Y eso también refleja la inteligencia y la sabiduría de Machado, que nos permite esa conexión según lo que necesitemos de él en un determinado momento.

P. En el libro dices también que hablar de un artista significa en cierta manera hablar de uno mismo. ¿Hasta qué punto te sientes reflejada en la obra de Machado?

R. Conforme lo leía y me enfrentaba a diferentes etapas de su vida, y sobre todo, conforme me enfrentaba a poemas concretos que no había sentido tan cerca otras veces, a mí me ha servido mucho en el sentido de observar cómo otro escritor se enfrenta a la propia escritura, y también cómo otra persona se enfrenta a la vida.

A mí me impresionan mucho los muchos compromisos de Machado: de hecho, en el libro lo menciono en distintos capítulos, porque está el compromiso más evidente, esa conciencia no sé si ciudadana o cívica —no sé cuál sería el adjetivo más exacto—, pero esa conciencia de estar en el mundo y de vivir en unas circunstancias determinadas y relacionarse con los demás.

A mí eso por ejemplo me ha admirado mucho, como también me ha admirado el compromiso de sus últimos años, cuando es un hombre que está enfermo, ya mayor, y prácticamente olvida su trayectoria poética, porque su producción de esos años desciende en número y es casi simbólica. Lo deja todo para escribir artículos y manifiestos, para participar en actividades de la República… Esa capacidad de renunciar casi a la escritura para entregarse a la vida.

P. ¿Cómo te ves tú en el papel de ensayista?

R. Yo había hecho crítica y he escrito siempre en prosa, siempre he escrito narrativa aunque no haya publicado nada, alguna cosita en antologías y poco más. Pero este es un libro de lectora: no es una biografía, porque ya hay muy buenas biografías de Machado, ni tampoco era un libro de filología. Yo lo único que podía aportar era mi punto de vista como lectora. Esa es la mochila que llevo, esas pequeñas correspondencias que establezco con autores que para mí son importantes.

Hay un momento en el que relaciono un poema en el que Machado se ve a sí mismo en otra época con Barrio Lejano, de Jiro Taniguchi, que es un autor de cómics japonés que a mí me gusta mucho. Me atraía la idea de hacer un libro de lectora, un libro además en el que los lectores se pudieran sentir aludidos en ese sentido. Yo he visto estas correspondencias pero me apetece saber qué correspondencias ha visto cada lector.

P. Precisamente te quería hablar de estas correspondencias. Por ejemplo, haces otra con el director de cine John Cassavetes que me ha llevado a pensar que crees que si el arte es bueno, es comprable sin importar la disciplina.

R. Claro. Es posible que a lo mejor a Cassavetes le hubiera llegado alguna traducción de Machado, pero digamos que es poco probable, igual que a Taniguchi. Pero me gusta pensar que en momentos determinados ciertos artistas, incluso en disciplinas diferentes, han sentido un latido parecido o una pulsión parecida a la hora de enfrentarse a la literatura, o al cine, o al cómic…Al final, los temas son los que son: es muy complicado que alguien invente un tema nuevo.

Los libros, al final, nos hablan sobre el amor, el desamor, la muerte, la enfermedad, la traición, la soledad… Es muy complicado que nos saquemos temas nuevos a última hora, la cuestión es decirlo de otra manera. Y a mí me parece que Machado lo abordó con mucha inteligencia, porque con palabras de siempre, palabras sencillas que podría comprender cualquier lector, lograba darle la vuelta. Tiene poemas con temas que nos suenan de mucho y un lenguaje que nos suena también de mucho pero con un deje que lo hacía totalmente diferente.

P. Antes me hablabas de la modernidad de Machado dentro de su contexto histórico. Pero, ¿hasta qué punto consideras que siguen vigentes diagnósticos como el de las dos Españas?dos Españas

R. Al estar releyendo los poemas Antonio Machado y muchos de sus artículos y opiniones me sorprendió esa capacidad visionaria de estar hablando de asuntos que hoy tienen una vigencia absoluta, lo que nos da dos conclusiones, una negativa y una positiva. La positiva es la capacidad de Machado para mirar con inteligencia a lo que pervive décadas después. La negativa obviamente es que un siglo después sigamos dando vueltas a los mismos debates.

P. Con respecto a los temas que trata Machado, tú has dedicado cada capítulo del libro a uno de ellos: a la familia, el paisaje, la muerte, la soledad… ¿Hay más temas en Machado que no hayas incluido?

R. Hubo un capítulo que no incluí porque no me terminó de convencer, el de la pereza, paradójicamente. Machado hacía una defensa bastante divertida de la pereza, hoy lo llamaríamos procrastinación, el dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Además, casa muy bien con esa filosofía de Machado a favor de la felicidad, de la alegría. Eso es algo que decidí no incluir, pero es un tema que está ahí.

Yo creo que Machado es un poeta amplísimo. Hay autores con una edad similar que tienen mucho más publicado, pero a mí me parece que es un poeta que en un poema te puede incluir varios poemas al mismo tiempo, como una muñeca rusa. Te puedes encontrar con poemas de distinta temática en un mismo texto, porque todo depende de la óptica desde la que tú quieras mirar ese poema.

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P. ¿Cómo te embarcaste en este proyecto?

R. Fue a propuesta de la editorial. La verdad es que para mí Machado siempre había sido un poeta vinculado casi a lo sentimental. Yo creo que es un poeta que apela a nuestra memoria y a nuestros recuerdos. ¿Quién no ha recitado en el colegio el Recuerdo infantil? ¿O quién no tiene en casa una antología de Antonio Machado? ¿Quién no ha escuchado las canciones de Serrat? ¿Quién no ha confundido sus versos con refranes, incluso?

Me parece que es un poeta que está muy integrado en nuestra vida, y lo sentía muy cercano por eso, por una cuestión autobiográfica, casi. Y también por supuesto, por sus poemas, porque me parece que más allá de esa imagen inicial del poeta comprometido, que lo es, me parece que es también un poeta sorprendente, porque tiene recovecos que no nos suenan pero que cuando los descubrimos nos deslumbran.

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