Ernesto Guevara espera al futuro sentado. Intuye lo que puede pasar, lo huele en el aire.
Pero no puede ser. Yo soy el Che.
A solo unas horas de su muerte, en una destartalada escuela de la localidad boliviana de La Higuera, el comandante recibe una visita. Se trata de una intelectual, una estudiosa. Una mujer de nombre Andrea Navarro aterrizada nada menos que del siglo XXI.
Como historiadora, quiere conocer de primera mano el relato de los últimos momentos de un hombre capaz de mover con sus propias manos el curso de la historia contemporánea. Conocer para entender. Entender si todo aquel dolor, todas aquellas muertes y aquella violencia tuvieron una compensación proporcional a su magnitud. Si el fin justifica los medios. Si ese fin se llegó a alcanzar.
“Creemos que en el teatro la idea es dejar preguntas”, señala Carlos de Matteis. Él es el encargado de dirigir Cuestiones con Ernesto Che Guevara, en la sala Plot Point de Madrid, una pieza escrita por el argentino José Pablo Feinmann en 1998 y adaptada por De Matteis para ser comprendida y generar una comparación en el contexto de un tiempo y un lugar: España, hoy.
A golpe de dialéctica, Navarro es capaz de hacer temblar los fundamentos mismos de la filosofía que defiende con fiereza el Che. Ambos mantienen una cruda batalla verbal salpicada por las intervenciones de personajes clave en la narración de los hechos consumados, como Fidel Castro o el periodista del New York Times Herbert MathewsNew York Times, el primero que arrancó al guerrillero su autodefinición de marxista.
Frente a la inquisición moral e intelectual de su interlocutora, como señala el director, “el Che acaba por decir: 'si yo la cagué tanto, cuéntenme ustedes cómo han hecho el mundo mejor”.
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La conclusión que puede extraerse en un país con seis millones de parados, una pobreza creciente y un sistema democrático de capa caída, apunta a que ni las políticas del ayer ni las de hoy son capaces de encontrar clara defensa. “¿Qué hemos mejorado?”, cuestiona De Matteis. “¿Con qué cara miramos a las generaciones que murieron aplastadas por la dictadura? Cuando votamos cada cuatro años para que los políticos hagan lo que les da la gana, ¿es esto un sistema democrático?”
Estrenada en Madrid en torno a las fechas de la eclosión del 15-M, mucho antes en Argentina, la función ha ido ganando adeptos y buenas críticas con el tiempo a través del boca-oreja. “Al principio la gente pensaba que la obra era un intento de ensalzar la figura del Che Guevara”, recuerda De Matteis. Pero ni se ensalza, ni se rebaja, ni todo lo contrario.
Representada todos los domingos a las 20.30, a la pieza -que se toma unos días de vacaciones para volver el 15 de septiembre- todavía le queda su buen camino por recorrer. “Nuestros espectáculos son de larga duración”, señala De Matteis, autor él mismo de varias de las obras que se pueden ver en Plot Point, en torno a temas como el género y la sexualidad o las relaciones paternofiliales. “Tenemos también una escuela, que es con lo que empezamos”, apunta el director, “y poco a poco hemos ido creciendo con el objetivo de ocupar un espacio de opinión”.
Ernesto Guevara espera al futuro sentado. Intuye lo que puede pasar, lo huele en el aire.