La otra historia de los Estados Unidos

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"Sé cómo veis, a medida que crecéis, y esto no es una forma de hablar, los cuerpos de vuestros hermanos y hermanas apilándose a vuestro alrededor. Y no por algo que hayan hecho. Eran demasiado jóvenes como para haber hecho nada". El escritor James Baldwin (Nueva York, 1924-Saint-Paul-de-Vence, 1987) murió hace 30 años, pero sus palabras parecen escritas ayer mismo. El cineasta Raoul Peck es consciente de esa longevidad y se encarga de subrayarla en el documental I am not your negro (No soy tu negrata, aunque ha mantenido el título original para la distribución española), nominado en la pasada edición de los Oscar y desde el viernes en los cines españoles. Porque esas líneas que el autor redactaba en los años ochenta están pespunteadas en el filme por las fotografías de Trayvon Martin, de Aiyana Stanley-Jones, que a los 17 y 7 años respectivamente fueron disparados por la policía estadounidense. 

Cuando murió, de un fulminante cáncer de estómago, Baldwin estaba trabajando en una nueva obra que se titularía Remember this house (Recuerda esta casa). En ella, buscaba contar la historia de los Estados Unidos a través de la vida y la muerte de los luchadores por los derechos civiles Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King, asesinados los tres en los años sesenta. El novelista quería situarse como "uno de los testigos" de las obras de los tres personajes; "Sé cómo hacerlo, es cuestión de viajes y estudio", escribía a su agente. Pero el libro nunca llegaría a ser más que 30 páginas de notas deslabazadas sobre cada uno de ellos, sobre los retos en torno a la raza que el país seguía sin resolver, sobre el declive moral de una nación que no reconoce como igual a gran parte de su población. Peck ha recuperado el manuscrito de aquel proyecto de manos de la hermana del autor, Gloria Karefa-Smart, y lo ha convertido, en cierto modo, en una obra completa. La voluntad del escritor y del cineasta se resumen en una sola frase: "La historia de los negros de América es la historia de América". 

El documental, un ensayo cinematográfico de hora y media que pese a su densidad parece llegar de un solo golpe, recompone las notas del autor de La habitación de Giovanni o Nadie sabe mi nombre y las dota de la estructura que nunca llegaron a tener. La voz de Samuel L. Jackson lee con templanza las frases inéditas de Baldwin mientras sus apariciones públicas —en programas de televisión, en charlas de universidades— permiten desarrollar su pensamiento tanto como disfrutar de su particular presencia física. Baldwin, hijastro de un predicador de Harlem, es un maestro del discurso: maneja los silencios y los alzamientos de cejas con una naturalidad que hace olvidar su gusto por la actuación. Cuando Paul Weiss, profesor (blanco) de Filosofía en Yale, se atreve a decirle en directo que "exagera" con la importancia de la raza, el rapapolvo que recibe del escritor es ejemplar. Su asombro ante los aplausos del público sorprende al propio espectador contemporáneo deseando aplaudir. Baldwin —cuya obra fue parcialmente traducida al español en los setenta y está hoy en gran medida olvidada— es un espectáculo. 

Peck y la montadora Alexandra Strauss, que se lleva gran parte del mérito, apuntalan estos dos elementos documentales con el trabajo del propio autor. En su ensayo The devil finds workThe devil finds work(1976), Baldwin mezclaba la autobiografía, el ensayo y la crítica cinematográfica para abordar la responsabilidad política del cine de Hollywood, especialmente en lo referido a la raza. I am not your negro utiliza algunas de sus observaciones, y sobre todo los filmes estudiados, para ilustrar las ideas del escritor. Recuerda su infancia, en la sala de cine con su madre o su tía o su profesora de primaria —una mujer blanca a la que agradece haber hecho imposible un justificado odio hacia los blancos—, y las innumerables películas de vaqueros. Recuerda su shock al darse cuenta de que "cuando Gary Cooper iba a por los indios, el indio eras tú".

El trabajo de costura apenas necesitaría nada más para resultar contemporáneo. Pero Peck y Strauss no pueden resistirse a incluir en el metraje imágenes de las protestas en Fergusonlas protestas en Ferguson, de las manifestaciones contra la brutalidad policial y las pancartas de "Black lives matter" ("Las vidas negras importan"). Ni los creadores del filme, ni desde luego Baldwin, apuntan a la sutileza y el equilibrio. A los tres parece unirles una conciencia aguda de la urgencia de su tarea. El FBI hablaba así del autor en un informa confidencial: "Se dice que Baldwin podría ser homosexual y aparente serlo [era bisexual]. (...) Es un individuo peligroso".

Hay un fragmento en el que las reflexiones del autor parecen haber sido escritas tras escudriñar por la mirilla del futuro. En 1961, Robert Kennedy dijo que quizás en 40 años un hombre negro podría llegar a presidente. Baldwin contesta: "[Es] algo que sonaría a una declaración muy progresista para los blancos. (...) Nunca escucharon ni escucharán las risas, el rencor y el desprecio con el que se recibió [en Harlem] esta declaración. (...) Hemos estado aquí 400 años y nos dicen que en 40 años, si somos buenos, quizás nos dejen llegar a presidentes". El set de imágenes que siguen a este discurso desemboca inevitablemente en el día del nombramiento Barack Obama, algo más de cuatro décadas después de la predicción de Kennedy. Por cierto, tanto él como JFK se referían com frecuencia a Baldwin como "Martin Luther Queen", un ofensivo juego con el nombre del pastor y el calificativo de reina en referencia a su sexualidad, según afirmó en varias ocasiones el escritor Gore Vidal. 

Las alusiones a Evers, Malcolm X y King son en el documental más escasas de lo que habrían sido en el libro. Pero Peck presenta sus discursos para plantear dos aproximaciones distintas a la lucha por los derechos de las personas negras, y en última instancia el discurso que acabaría teniendo Baldwin. En un programa de televisión, Malcolm X, que apostaba por la autodefensa, argumenta: "Al seguir a los ignorantes pastores negros pensamos que ofrecerle la otra mejilla al bruto que nos maltrataba era una actitud divina". Luther King, defensor de la resistencia pacífica, contesta: "No concibo, en este contexto, el amor como una tontería emocional , sino como algo fuerte y organizado que se materializa en acciones directas". El escritor defiende que "para cuando murieron, sus posturas eran casi similares".

El monstruo es el racismo

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Pero su interés no está tanto en la lucha callejera —aunque estuviera en cada marcha y cada petición— como en la representación y la identidad. Por eso él, que se marchó a París huyendo de una sociedad que le "amenazaba de muerte cada vez que le daba la espalda", escribe: "En América era libre para la batalla, nunca para descansar, y el que no encuentra cómo descansar, no sobrevive por mucho tiempo en la batalla". Y escribe sobre la podredumbre del sistema que sostiene el racismo: "No podéis lincharnos o hacernos vivir en guetos sin convertiros vosotros mismos en algo monstruoso".

Este es un documental sobre los males que laten en el corazón de Estados Unidos, pero no es posible saberse blanco y no sentirse apelado por las acusaciones de Baldwin. En su discusión con Weiss, el escritor lanza: "No sé cómo se sienten la mayoría de los blancos de este país [con respecto a la raza], solo puedo intuir lo que sienten a partir del estado de sus instituciones". Y el estado de las instituciones de España, que eligió a su primera parlamentaria negra en 2017 pese a su pasado colonial, también deja mucho que desear. 

 

"Sé cómo veis, a medida que crecéis, y esto no es una forma de hablar, los cuerpos de vuestros hermanos y hermanas apilándose a vuestro alrededor. Y no por algo que hayan hecho. Eran demasiado jóvenes como para haber hecho nada". El escritor James Baldwin (Nueva York, 1924-Saint-Paul-de-Vence, 1987) murió hace 30 años, pero sus palabras parecen escritas ayer mismo. El cineasta Raoul Peck es consciente de esa longevidad y se encarga de subrayarla en el documental I am not your negro (No soy tu negrata, aunque ha mantenido el título original para la distribución española), nominado en la pasada edición de los Oscar y desde el viernes en los cines españoles. Porque esas líneas que el autor redactaba en los años ochenta están pespunteadas en el filme por las fotografías de Trayvon Martin, de Aiyana Stanley-Jones, que a los 17 y 7 años respectivamente fueron disparados por la policía estadounidense. 

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