Festival de Cannes
Holocausto y mundos distópicos en una contradictoria jornada
Muchos festivales buscan cierta relación, aunque sea distante, entre las películas que se programan cada día. Al menos este viernes Cannes no ha sido uno de ellos, ya que en la misma jornada competitiva coincidieron dos películas cuyo único punto en común es su interés, pero por lo demás, son un casi casi opuestas. La del griego Yorgos Lanthimos The Lobsters (La langosta) es una surrealista fábula futurista que provoca carcajadas, aunque entendamos poca cosa, mientras que la del húngaro László Nemes, uno de los pocos debutantes a concurso, Saul fia, trata otra absurdidad infinitamente más trágica, y se desarrolla en un campo de concentración nazi.
Saul fia (El hijo de Saúl) nos devuelve a un escenario que ha dado importantes películas al cine: un campo de concentración. Sí, aunque es difícil de creer, puede haber aproximaciones novedosas al tema del Holocausto. El debutante Nemes brilla por su tratamiento muy controlado, que huye de la lágrima fácil o la manipulación sentimental, pero a la vez exacto a la hora de transmitir sensaciones. Nos cuenta cómo el Saúl del título, un judío húngaro que ha tenido la "suerte" de acabar en el lugar menos peligroso de Auschwitz para los suyos, el Sonderkommando, un grupo de prisioneros que ayuda a los soldados nazis a hacer parte del más duro trabajo de exterminio, conducir a sus correligionarios a las cámaras de gas, recoger sus restos... a cambio de seguir vivos.
Un día, entre los cadáveres de los gaseados y otras víctimas del campo, Saúl cree haber encontrado el de su hijo, y mientras sus compañeros preparan una rebelión contra los alemanes, él se obesiona por proteger ese cuerpo, buscar un rabino y en lugar de que acabe en un horno crematorio darle una sepultura mínimamente digna.
Duro, ¿no? Desde luego que sí, pero esta opera prima repleta de riesgos, el primero ser una más entre la gran cantidad de cintas dedicadas al Holocausto, ha impactado y concitado numerosos apoyos entre la prensa internacional, por su sobria intensidad. Quédense con el título, Saul fia, porque puede que esté en el palmarés final.
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Tampoco sería descartable encontrar en él a la otra cinta de este viernes, la coproducción paneuropea The Lobsters, primera película en inglés de Lanthimos, autor de las celebradas Alps y Canino, con una amplia carrera festivalera. Su estilo de humor del absurdo sigue más que vivo, a pesar del mayor presupuesto y las figuras internacionales de las que ha dispuesto (Colin Farrell, Rachel Weisz, John C. Reilly, Léa Seydoux, Ben Whishaw...).
El cineasta griego se apunta a la moda tan en voga en el cine contemporáneo de los mundos futuros distópicos. En su caso con un inefable toque surrealista que haría enrojecer de envidia a Dalí. En esa sociedad del futuro ideada junto a su habitual cómplice el coguionista Efthymis Filippou todo el mundo debe tener pareja para asegurar la continuidad de la especie. Eso quiere decir que es absolutamente obligatorio. Para facilitarles la tarea, el Estado encierra a los solteros en un establecimiento (El hotel) donde tienen mes y medio para encontrar un alma gemela entre sus huéspedes. Quien no lo consiga, será convertido en el animal que prefiera. Uno de esos clientes del hotel logra escapar fuera de la ciudad y en bosque se encuentra con un curioso grupo de resistentes y parias, los Solitarios.
Obviamente hay que entrar en el sentido del humor de estos griegos iconoclastas, poco amigos de narraciones convencionales. Si se consigue, y de paso no se presta excesiva atención a incongruencias y otros detalles difíciles de entender, se puede pasar un muy buen rato con esta Langosta para paladares refinados y amantes del marisco surrealista.