Estoy en primero de librero

Sostiene Romano Montroni en Vender el alma. El oficio de librero, que en toda librería se venden almas, al menos dos por libro: la de quien ha escrito el ejemplar objeto de la transacción y la de quien concreta ese comercio. Afirma también que el pacto que sellan comprador y vendedor debe mucho al que Fausto cerró con Mefistófeles: aquel entregó a este su alma a cambio de sabiduría.

Es una referencia de la que, invirtiéndola, también se sirve Ricardo Ramírez Requena. "Todo librero es un Mefistófeles al revés. Serlo al derecho es ser un vendedor de tienda, con los dientes listos para atacar el cuello. Un Mefistófeles al revés es un librero: aquel que no busca su caída final, sino su cálida conversación a través de los años, según los gustos de ese Fausto particular que es nuestro lector. Porque no hay nada más difícil que recomendar un libro. Pero es difícil sencillamente porque no todo el mundo es librero".

Vuelta al cole

"¿Por qué decidiste ser librera?", preguntaron a Concha Quirós, a la sazón responsable de la Librería Cervantes de Oviedo. "Creo que lo llevo en los genes. Mi padre, Alfredo Quirós, fue el librero fundador de Cervantes [en 1921]. Yo crecí en este lugar y todos mis recuerdos y afanes me traen aquí. Si desempolvo la memoria vuelvo a los días escolares en que del colegio volvía a Cervantes y me ponía a revolver los libros". El tiempo y la experiencia le demostraron que eso era necesario, pero no suficiente.

Como en todas las profesiones, como en todos los oficios, aprender es fundamental. Sergio Sancor iba para psicólogo, pero la vida le llevó a ser librero cuando, en un momento en el que no sabía muy bien qué hacer, fue contratado para trabajar en la sección de libros de la Fnac de Bilbao.

Descubrió, además, que amar los libros y una cierta perspicacia para saber qué busca el comprador potencial no eran armas suficientes, hacía falta más bagaje para desempeñarse en el siglo XXI, cuando tu competencia no es tanto el colega cercano como el gigante amazónico lejano. "Aunque suene a obviedad: conocimiento del producto; en algunas ocasiones, no en todas, eliminar ciertos prejuicios: yo me he llevado muchas bofetadas emocionales con libros y clientes por haber pensado que eran de una manera y luego entender que eran de otra; y creo que también no perder la capacidad de sorprenderte". Esto último lo dice más en concreto por su trabajo con libros de segunda mano, un subsector con sus peculiaridades.

Le pregunto si se sigue cultivando un cierto romanticismo en torno a la figura del librero, o si el negocio es el negocio. "El error es pensar en que esos dos conceptos son contrarios. En mi experiencia, sigue habiendo un cierto romanticismo, llamémoslo nostalgia, de lo que es ser librero. Hay cierta idea de que el librero o la librera es esa persona que está leyendo todo el día, que está rodeado de libros, pero lo que yo veo es que la gente, no sé si por efecto del covid-19 o porque ya nos hemos acostumbrado a que todo esté rodeado de una pequeña crisis siempre, sabe que uno no vive del romanticismo, sino que necesita dinero. Creo que esto es importante y que a veces, al decirlo, se mira con mala cara, pero es la verdad: me puede gustar mucho la literatura, amarla, pero tiene que ir acompañada de dinero. Si no, las librerías tenemos que echar el cierre".

Pablo Bonet Ayllón, secretario del Gremio de Librerías de Madrid, lo sabe bien, el negocio de las librerías es una de las actividades económicas sometida a una mayor transformación y competencia, consecuencia directa de que el desarrollo económico ha propiciado que el consumo cultural se haya convertido en una necesidad más de los ciudadanos.

En este contexto, más que nunca, es necesario mejorar la gestión empresarial, en particular en el control de los costes, y fundamentalmente en las áreas de control de existencias y gastos de personal; es necesario afrontar las nuevas amenazas provenientes de la creciente diversificación en los canales de comercialización y de la entrada de nuevos agentes en el mercado, y no dejar escapar las nuevas oportunidades que se abren en términos de evolución del mercado: marketing digital, la especialización, los servicios alternativos, la imagen de marca, el desarrollo de actividades culturales, el estímulo a la lectura… Y, por último, es necesario conocer bien las ventajas e inconvenientes que la regulación actual del sector supone para todos los agentes, saber aprovechar el actual escenario económico tanto para reforzar el crecimiento de la actividad como para el emprendedor que desea iniciarse en esta actividad empresarial y quiere determinar el coste de su inversión.

La formación necesaria

De ahí la necesidad de impartir un curso para aprender a ser librero. En el caso de Madrid, se desarrolla desde hace un par de años en colaboración entre la comunidad autónoma, el Gremio y la UNED. En Cataluña también hay en marcha una iniciativa similar, y desde mucho antes: Gremi de Llibreters de Catalunya y la Facultat d'Informació i Mitjans Audiovisuals de la Universitat de Barcelona dieron, en 2012, el primer paso de una colaboración que les llevó a crear la Escola de Llibreria, donde se elaboran propuestas formativas y de capacitación cuyos destinatarios son libreros en activo y cualquier persona que vea en este mundo un destino profesional interesante. Por cierto, que alimentan un blog (y una cuenta de Twitter) que, entre otros objetivos, aspira a dar a conocer esa plataforma de formación.

El curso es online, "dura 4 meses, cada alumno tiene contacto con los profesores a través de una plataforma específica en la que se van subiendo diversos contenidos, textos, vídeos, ejemplos, etc", dice Bonet Ayllón. Se inscribieron 30 aspirantes; "escribimos a las Cámaras del Libro de Latinoamérica para que se pudieran apuntar también, de hecho, se apuntaron varias personas desde México, Colombia y Argentina".

En su segunda edición, realizaron "cambios respecto al primer año para adaptarlo más a la realidad de las librerías, en temas referidos a marketing, negociación, redes sociales y adaptarlo específicamente al sector de las librerías". Este tercer año, el de 2021, van a incluir "mejoras de marketing digital y e-commerce específicas para librerías (enfocadas a la venta a través de la web), además de mostrar el proyecto de todostuslibros.com como herramienta y plataforma conjunta de venta para las librerías". Tras un bache de participación, el reto ahora es llegar a más gente.

"La Comunidad de Madrid subvenciona parte del curso y el Gremio de Librerías otra parte". En esencia: la formación cuesta 895 euros; los residentes en la Comunidad de Madrid se benefician de una financiación de un tercio; y los asociados al Gremio de Librerías, otro tercio, "por lo que damos las mayores facilidades posibles a los interesados que trabajan en alguna librería de Madrid".

No es una rareza española. Recientemente, el diario francés Le Figaro dedicó un reportaje a la primera "librería escuela" de Francia, que acoge a 200 aprendices y 400 becarios; un éxito que algo debe al hecho de que quienes se inscriben reciben una ayuda económica para la contratación de aprendices de entre 5.000 y 8.000 euros.

Un gran futuro a nuestras espaldas: la recuperación de escritoras y obras a las que el tiempo y los lectores colocarán en su sitio

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Leemos. "En el programa de ese lunes, 'Postura y actitud para recibir a un cliente en una librería'. Desde 'hola' hasta 'estoy aquí para ayudarte si es necesario', pasando por el posicionamiento dentro de la librería, la distancia que se debe respetar y el atuendo, todo se repasa. 'Imagina que alguien entra en la librería, ¿qué harías?', pregunta el formador, que durante los dos años de formación 'hará de cliente' y 'pedirá consejo' a los futuros libreros".

Puede parecer una tontería, pero es que el trato personal sigue siendo capital, incluso ahora, cuando la venta online tiene una importancia creciente. "Ahí creo que tenemos poco margen de movilidad ―dice Sergio Sancor―, pero sí que puede complementarse la labor del librero a través de las redes sociales (recomendaciones personalizadas, listas de tus libros recomendados, reseñas, etc.), de las newsletter que se pueden enviar a las/os clientas/es, no sé, en generar contenido que pueda ser apetecible para el público y que anime a la gente a comprar en tu librería". 

Y cuando hablamos de "trato personal" no nos referimos sólo a la relación con el comprador. En una mercería, el dependiente no trabaja con quien hace la ropa interior ni mucho menos se trae a la tienda a quien la borda; en una librería, la labor codo con codo con editores y autores es muy relevante. "Sí, las relaciones con toda la cadena del libro son fundamentales ―subraya Bonet Ayllón―, y aunque ser librero es una profesión que se aprende con los años, dedicamos específicamente un punto del curso a las relaciones con el resto del sector, para dejar claro eso específicamente: las relaciones con editores, autores y resto de profesionales de la cadena del libro son fundamentales para poder tener un negocio cuya grandeza también viene, precisamente de esa empatía en las relaciones y en ese trabajo conjunto."

Sostiene Romano Montroni en Vender el alma. El oficio de librero, que en toda librería se venden almas, al menos dos por libro: la de quien ha escrito el ejemplar objeto de la transacción y la de quien concreta ese comercio. Afirma también que el pacto que sellan comprador y vendedor debe mucho al que Fausto cerró con Mefistófeles: aquel entregó a este su alma a cambio de sabiduría.

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