Edurne Portela: "Siempre nos horrorizamos a toro pasado, no aprendemos de la Historia en absoluto"

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Una tarde de otoño de 2021, Edurne Portela (Santurtzi, Bizkaia, 1974) recibe una llamada en la que le ofrecen una serie de documentos históricos sobre María Josefa Sansberro, conocida como Maddi. Una mujer nacida en Oiartzun (Gipuzkoa) en 1895, que regentó un hotel muy popular en los años treinta al pie del monte Larrún, en la frontera entre España y Francia. Pero hay mucho más: contrabandista y mugalari (palabra vasca para designar a la persona que ayuda a cruzar la frontera entre España y Francia a alguien perseguido por motivos políticos), ferviente católica y divorciada, mujer sin hijos y madre y agente de la Resistencia.

Portela acepta el reto de llevar a cabo una investigación que le lleva a seguir los pasos de Maddi hasta sus últimos momentos, a sumergirse en esos documentos y, a partir de ahí, imaginar a esta mujer. Su voz y su mirada, sus deseos y anhelos, sus motivaciones y explicaciones, sus afectos. Maddi y las fronteras nos habla de una mujer que no se ajustó a las convenciones de su tiempo, que traspasó todas las líneas rojas físicas y morales. Deportada a los campos de concentración de Dachau, Ravensbrück y Sachsenhausen (donde murió en 1944), Maddi fue una mujer anónima que hizo lo que nadie esperaba de ella y, sin saberlo, dejó así su marca en la historia.

Esta es una novela que nace de una situación real. Las dos personas a quienes dedico el libro, Izarraitz Villaluze y Joxemari Mitxelena, me contactan para hablarme de María José Sansberro, también conocida como Maddi

¿Cómo llega a sus manos la historia de Maddi?

Esta es una novela que nace de una situación real. Las dos personas a quienes dedico el libro, Izarraitz Villaluze y Joxemari Mitxelena, me contactan para hablarme de María José Sansberro, también conocida como Maddi. Me dicen que tienen un archivo de esta mujer sobre la que han estado investigando como seis o siete años. Una mujer anónima de la que se sabe muy poquito, no es un gran nombre de la Historia, pero a ellos les llamó la atención porque nació en Oiartzun como ellos. Y porque tuvo una vida bastante excepcional para el origen humilde que tenía.

Una vez que se ve con toda esa documentación de archivo, ¿por qué decide contar la historia en una novela? 

Esa es una pregunta que yo me estuve haciendo durante meses. ¿De qué manera puedo ser fiel a la documentación que tenemos sobre ella pero, al mismo tiempo, ir más allá de simplemente recoger los datos de su vida? Estuve pensando si hacer un ensayo biográfico, una biografía histórica... Me causaba muchos problemas y también incomodidad, sobre todo desde el punto de vista ético. Así, una vez que conseguí estos documentos, me empapé de la época, estudié todo lo que pude sobre esa primera mitad del siglo XX en esa zona del País Vasco francés. Me informé muchísimo históricamente y, ya con ese contexto y con los documentos, sentía que no podía detener mi imaginación cada vez que pensaba en cualquiera de los datos que me daba esa documentación, desde su divorcio en 1928, que era algo ya bastante raro para una mujer de esa época, hasta su participación en la Resistencia francesa.

Y ahí se produce ese cruce entre realidad y ficción que propicia el alumbramiento de esta novela.

Eso es. Porque cada vez que me enfrentaba a un documento me decía 'es que no puedo parar mi imaginación'. Para completar todo esto yo tengo que imaginar y, para imaginar, me tengo que intentar meter en la piel de esta mujer, por muy lejana que me resulte. Fue todo un ejercicio de documentación y estudio, y cuando ya vi que la imaginación me podía decidí hacer una novela intentando ser lo más respetuosa posible con lo que sabemos seguro que hizo esta mujer.

Yo no sustituiría jamás la ficción por la Historia. Yo creo que el estudio exhaustivo y serio de la Historia es súper importante y, sin eso, tampoco somos capaces de imaginar con fundamento el pasado

¿Está de acuerdo con la opinión de que la novela es la mejor forma de contar la realidad, pues llega donde no pueden llegar el periodismo o el ensayo?

Yo no diría que es mejor, diría que es diferente. Porque yo no sustituiría jamás la ficción por la Historia. Yo creo que el estudio exhaustivo y serio de la Historia es súper importante y, sin eso, tampoco somos capaces de imaginar con fundamento el pasado. Por eso creo que la novela es una entrada diferente al pasado, que puede complementar lo que nos cuenta la Historia, pero no sustituirla. Cuanto más completemos nuestro conocimiento por diferentes disciplinas, ya sea Historia, antropología o filosofía, más capaces vamos a ser de imaginar con mayor profundidad y conocimiento. La ficción y la imaginación solas, para este tipo de narración, no son suficientes.

Con este ejercicio nos presenta a una Maddi fuerte, valiente, no precisamente convencional. Divorciada aunque católica. No sé si se la podría considerar feminista porque seguramente no lo fuera, pero es un tipo de mujer que ahora seguramente sí se consideraría feminista.

También me preguntaba eso mientras escribía. Yo tengo una mirada feminista porque soy feminista, por lo que miro desde esa perspectiva. Pero yo no puedo proyectar eso sobre la conciencia de esta Maddi que al final me invento yo. Sí que podía tener actitudes que ahora, desde el punto de vista feminista consideramos como defensa de los derechos de la mujer, pero ella en su momento seguro que no era consciente del feminismo en sí, aunque en aquella época ya había un feminismo que estaba surgiendo con fuerza en las primeras décadas del siglo XX. Yo no puedo poner en su boca un discurso feminista, aunque fue una mujer que renegó mucho de ese papel impuesto de sumisión, tal y como prueban los documentos donde está escrito en qué tipo de actividades se involucró. Yo la puedo reivindicar desde el feminismo actual pero no hacer el ejercicio contrario, no proyectar hacia ella cosas que posiblemente no fue capaz de articular porque no tenía esa formación.

La mujer ha quedado siempre en la Historia como comparsita, como la que acompaña, la que cuida a los héroes. Pero si cepillamos la historia a contrapelo, al final sí nos encontramos con que salen mujeres que han tenido un papel fundamental

Maddi es otra mujer más olvidada por la Historia, aunque indudablemente influyó en su entorno y se comprometió con lo que pasaba a su alrededor. Eso nos recuerda que las mujeres anónimas y silenciadas también influyeron a su escala, algunas mucho, en esa Historia. De ahí la importancia de contar una historia pequeña que se hace grande al conocerla con la perspectiva del tiempo.

Claro, porque la mujer ha quedado siempre en la Historia como comparsita. Es decir, como acompañante, la que apoya, la que cuida a los grandes héroes, la que se queda al margen de las grandes acciones. Pero si cepillamos la historia a contrapelo, como decía Walter Benjamin, al final sí nos encontramos con que salen mujeres que han tenido un papel fundamental en la Historia aunque hayan quedado en el anonimato. A pesar de que sus nombres están en los archivos. Pero nadie se ha ocupado de indagar, de buscar y también de imaginar quienes fueron y qué papel tuvieron en esos hechos del pasado.

Esos archivos están. Hay muchísimos por ordenar para aprender de ellos.

Por ordenar y por leer. Leer entre líneas también, ver qué papel pudieron tener estas mujeres del pasados. Por ejemplo, el archivo de la Resistencia de Vincennes fue donde Izarraitz y Joxemari trajeron un montón de documentación en la que se narra, más o menos, se registra por lo menos, todas las actividades que hizo Maddi para el ejército de la Francia combatiente. O sea, que tenía cargo, que fue una mujer con importancia.

Una mujer que vivió la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Se puede aprender tanto de cualquier persona que viviera esas tres guerras... viviendo en la frontera entre Francia y España, además, con todo lo que eso conlleva. Casi en los márgenes de la Historia.

La idea de frontera me fascina y he pensado mucho en ello escribiendo sobre esto, porque a final, parece que la frontera está siempre en el margen, pero muchas veces está en el centro de todo. Como la frontera de la zona donde vivía ella, que es la colinda con Gipuzkoa, Navarra y luego esos pueblos de Iparralde. Es una frontera con una historia tremenda.

Ha pasado de todo por allí.

Sí. Desde que se creó la frontera entre Francia y España, ha sido una frontera en ebullición. Primero con el contrabando en la Primera Guerra Mundial, luego un montón de desertores que huían de Francia y pasaban a España y se asentaban en esos pueblos. En la Guerra Civil es el camino de vuelta de todos los exiliados y la gente que huía o que hacía labores de espionaje, porque la frontera ha sido nido de espías durante décadas también. Después, en la Segunda Guerra Mundial, la tragedia de la huida de judíos y otros perseguidos. Es una frontera que me parece fascinante porque está impregnada de historia a pesar de ser un territorio muy poco habitado.

La forma en la que escribo es política. Igual que tengo una mirada feminista tengo una mirada política

Y siguieron pasando mil cosas después en los años de ETA.

Claro, sí, sí. Todos los mugalaris que pasaban a gente de ETA. Incluso durante la dictadura de Salazar en Portugal había un éxodo de portugueses que pasaban por ahí. Y ahora, inmigrantes subsaharianos, que están muriendo en el Bidasoa. Ahora lo vemos como un lugar de excursiones y de bañarse en el río en verano, pero tiene una historia muy trágica.

Afirma que imaginar a Maddi es un acto político y de memoria.

La forma en la que escribo es política. Igual que tengo una mirada feminista tengo una mirada política. En la recuperación de Maddi hay la recuperación de una mujer que se involucró en la lucha antifascista. Sus motivaciones podían ser de muchos tipos, porque ella también se ganaba la vida haciendo eso, lo hacía para salir adelante y sobrevivir en ese contexto específico muy duro para una mujer como ella. Sea como fuera, se involucró en esa lucha antifascista y contra el nazismo protegiendo a quienes ella consideraba que necesitaban ser protegidos. Así que en esa recuperación de una figura como Maddi hay también un compromiso por mi parte. Y no me asusta la palabra compromiso cuando hablo de literatura, porque creo que hay una literatura que no por ser comprometida es panfletaria, ni mucho menos, pero que mira a la realidad, y en este caso al pasado, con un compromiso y una perspectiva ideológica.

Consultando los periódicos de la época leí cómo se hablaba de los refugiados españoles en los campos de concentración franceses, y es escalofriante. En la prensa de extrema derecha podemos encontrar ecos de ese discurso, sobre todo en la migración africana

La importancia de la memoria para que no se repitan los desastres del pasado. Aunque se repiten y lo estamos viendo. Tengo una duda muy concreta, cuando Maddi y Louis se quejan de que no hay que leer esa prensa de derechas que dice determinadas cosas... ¿eso lo decían de verdad o forma parte de la imaginación aportada por usted?

(Risas) Sí, es imaginación. Pero consultando los periódicos de la época leí cómo se hablaba de los refugiados españoles en los campos de concentración franceses o cómo se hablaba del éxodo de judíos que llegaron a Francia, y es escalofriante lo que se dice de ellos. Pero claro, vemos cierta prensa actual, la prensa de extrema derecha, y podemos encontrar ecos, resonancias de ese discurso, sobre todo en cuanto a la migración africana. Es que las cosas cambian, pero a veces no tanto, y yo creo que la Historia se repite con diferentes máscaras, diferentes disfraces, pero hay mucho de ese pasado que resuena en el presente como un eco que a mí me preocupa y me asusta muchas veces. Solo hace falta mirar a Italia, la historia que ha tenido Italia y quien está en el poder ahora. Es terrorífico. ¿Qué hacemos con eso? ¿Hasta qué punto vamos a hacer lo mismo que se hizo con las leyes anti judías a partir del 33 en Alemania? Mientras están pasando las cosas, muchas veces no queremos ser conscientes de la gravedad y, una vez que han pasado, miramos hacia atrás y nos preguntamos cómo lo permitimos. Eso lo hemos vivido con la historia de Euskadi, que ahora pensamos sobre nuestras actitudes y lo vemos una barbaridad. ¿Vivimos con eso y lo permitimos? Siempre nos horrorizamos a toro pasado y yo creo que no aprendemos de la Historia en absoluto.

Tengo esperanza de que siempre hay una o dos generaciones de olvido y luego hay otra generación que vuelve a recordar o a intentar recuperar

Y en este mundo tan fugaz y desmemoriado, la generación anterior ya no le importa a la actual.

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Sí, pero tengo esperanza de que siempre hay una o dos generaciones de olvido y luego hay otra generación que vuelve a recordar o a intentar recuperar. Eso lo hemos visto por ejemplo con los testimonios de la Guerra Civil y del franquismo, que hay como generaciones de silencio y luego una tercera o cuarta que insiste también en recuperar esa memoria. Cada sociedad también tiene su dinámica de memoria y olvido. Pero ahí están los libros, la literatura, la hemeroteca y la Historia, que siempre sirven como recordatorio al que se puede volver.

En el epílogo afirma algo muy bonito: que este libro es la tumba que sus asesinos le negaron a Maddi. Es un acto de justicia, por tanto.

Y un lugar hospitalario para el recuerdo de personas como ella, que fueron millones. Me gustaría por ello que el lector sintiera que no se va a olvidar de esta mujer, de Maddi. Eso es lo máximo que puedo conseguir con la novela.

Una tarde de otoño de 2021, Edurne Portela (Santurtzi, Bizkaia, 1974) recibe una llamada en la que le ofrecen una serie de documentos históricos sobre María Josefa Sansberro, conocida como Maddi. Una mujer nacida en Oiartzun (Gipuzkoa) en 1895, que regentó un hotel muy popular en los años treinta al pie del monte Larrún, en la frontera entre España y Francia. Pero hay mucho más: contrabandista y mugalari (palabra vasca para designar a la persona que ayuda a cruzar la frontera entre España y Francia a alguien perseguido por motivos políticos), ferviente católica y divorciada, mujer sin hijos y madre y agente de la Resistencia.

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