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Fernando Aramburu: "La poesía es para mí vocación, la novela es trabajo"

Fernando Aramburu posa en Madrid.

"Lo último que hago cada día es leer uno, dos o tres poemas de algún otro autor, antiguo o actual, de un librito que tengo en la mesilla. Es un rito que cultivo y de esa manera yo tomo a diario mi dosis imprescindible de poesía". Esta es la solemne ceremonia que repite cada noche Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), quien se estrenara en la literatura allá por los últimos setenta precisamente en el ámbito de la poesía, una "vocación" bastante desconocida para el gran público, tal y como él mismo ha reconocido este lunes en rueda de prensa en un céntrico hotel madrileño, donde ha bromeado con la posibilidad de quitar su nombre de las portadas de sus obras y poner en su lugar 'el de Patria', la novela que le convirtió en superventas en 2016.

"Yo he seguido leyendo asiduamente poesía", ha asegurado, remarcando que lo hace porque no se conforma "con lo ruidoso, lo feo, lo malsonante", sino que necesita, "como creo que necesitamos todos, unos instantes de armonía, de belleza, de densidad de pensamiento", que encuentra a veces en la obra ajena, también en "piezas musicales, películas, paisajes, una conversación grata o un gesto moral de alguien". "La poesía es una necesidad básica del ser humano. Otra cosa es que la gente la busque en los libros de poemas, cosa que se da excepcionalmente, pero absolutamente todos los seres racionales se emocionan escuchando música, con una secuencia de película, un cuadro, un jardín, la fortuna de experimentar el amor o simplemente el mar delante. Ese cosquilleo que se siente ahí, ese gusto, ese estímulo para acrecentar lo íntimo. eso me parece a mí que es lo poético y de eso no puede prescindir nadie", ha subrayado.

Aramburu empezaba la semana encontrándose con la prensa con motivo de la publicación de Sinfonía corporal (Tusquets, 2023), un nuevo título que ofrece, reunidos, los seis libros de poesía que escribió entre 1977 y 2005, obras casi desconocidas de un autor que, pese a cambiar los versos por la prosa, nunca ha dejado de ser un poeta refugiado en la novela, el cuento, el ensayo y la columna periodística. Leídos ahora, los poemas de estos libros, en la actualidad inencontrables, sorprenden por su vuelo poético. En ellos afloran el inconformismo como primer guía literario, las reflexiones sobre un entorno social injusto y violento, o el compromiso contra la crueldad política, pero también la sensualidad y el amor. La edición corre a cargo de Francisco Javier Irazoki, gran conocedor del corpus literario de Fernando Aramburu, guiado por el convencimiento de que estos poemas ensanchan y hacen más grande su obra. "No contiene ningún texto inédito, es poesía reunida, toda ella publicada en editoriales de provincias, con una distribución rudimentaria", ha señalado.

"Esta faceta mía a la que dediqué años de intensidad y muchas horas era y sigue siendo desconocida frente a mi faceta como narrador. Pero la poesía en mi caso es vocación, la novela es trabajo que requiere una serie de habilidades y conocimientos", ha afirmado el autor, admitiendo al mismo tiempo que tuvo "cierto temor" a avergonzarse al volver a textos antiguos, si bien ha admitido que "no ha sido el caso". Y no solo no ha descartado volver a escribir poesía, sino que ha desvelado que sería un buen epílogo para su obra literaria. "Cuando la leo me viene un calorcito a la mano que se me pasa pronto", ha reconocido divertido, para luego añadir: "Creo que volveré. Desde una atalaya personal diferente. Si nada se tuerce y logro sobrevivir una o dos décadas, creo que me complacería mucho que mi última palabra escrita fuera poética", ha anticipado.

Y aún ha continuado: "Esa sería una despedida elegante. Volver una mirada atrás, considerar lo vivido, por mí y por la gente con la que coincidí en este planeta, y decir unas últimas palabras por medio de versos en unos poemas que supusieran un agradecimiento a la vida, a las cosas bellas. Quizás las amargas también habría que tenerlas en cuenta... Si la salud lo permite pudiera ser mi último proyecto. que no tendría por qué ver publicado en vida. Un poco mi testamento personal publicado con serenidad y estoicismo. no para estar en las antologías o ser considerado poeta, porque eso no lo necesito".

Al rememorar sus inicios en la poesía, Aramburu ha asegurado que "no se sale incólume de la circunstancia de haber sido poeta". "De hecho, yo dediqué un año a despoetizarme", ha rememorado, destacando que la poesía empezaba a ser para él como una "atadura" que no le permitía escribir otro tipo de textos, por lo que tuvo que aprender a soltarse para ser capaz de escribir en prosa: "Luego estuve presumiendo de haberme despoetizado, pero cuidado, porque la vida nos pone a todos en nuestro sitio y en realidad yo no he dejado nunca la poesía. Y agradezco mis años de dedicación a ella porque desarrollé una sensibilidad poética que me permite más o menos encontrarla allá donde se da, por ejemplo en la obra de otros. Como de alguna manera llevo interiorizada esa sensibilidad poética, es inevitable, e incluso grato, que aflore cuando hago otras cosas, como cuando escribo novelas o estoy con otras personas y activo esa experiencia que me resulta imprescindible además de gratificante".

Y es que, ahondando en las diferencias entre los poemas y las novelas, ha resaltado que él acude a la poesía "entero y verdadero como lector y como autor". "En una novela puedo fingir, idear, contar vidas que no tienen nada que ver con la mía, maldades de todo tipo que yo no cometería jamás. Pero en la poesía estoy yo, el que se expresa soy yo directamente, de manera que lo que ahí se da por reflexionado o sentido se corresponde al cien por cien con lo que yo siento o pienso", ha recalcado, añadiendo que en el caso concreto de esta Sinfonía corporal el lector puede encontrarle a él con toda su verdad. "Ahí estoy yo, mientras en una novela puede ser que haya asuntos de mi interés, pero sin dejar mi persona. Aquí no, aquí estoy yo", ha insistido.

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"Cuando de pequeñitos jugábamos al fútbol se decía 'tú no vales ni para poeta'", ha bromeado sobre si se considera a sí mismo poeta, añadiendo jocoso que "hay insultos peores". "La palabra poeta tiene para mí unas connotaciones altamente positivas, así que me sentiría alagado si se me considerara uno", ha proseguido, puntualizando que él no es el poeta "asiduo y constante que desea estar a toda costa en las antologías o que va recitando por los pueblos sus versos". "Lo que debe hacer la poesía es convertir en poeta a quien la lee", ha añadido, argumentando que él no concibe el poema como "un estuche donde está la poesía, ni a los lectores como un trámite" para que él sea poeta. "La poesía se da como experiencia en quien la lee o la escucha. En realidad soy yo quien tiene que experimentar la poesía cuando estoy ante un texto. Yo no leo para que Neruda se sienta poeta, sino que soy yo quien debe captarlo y para eso necesito una determinada sensibilidad para saber que ahí está la poesía y me está aportando algo. Es así como la poesía cumple su función", ha defendido.

Miro los libros de historia y no veo ningún lugar ni ninguna época donde se haya vivido con tanto bienestar y tanta comodidad. lo cual no quiere decir que vivamos en un paraíso social. Y esto me parece a mí que está en peligro

Fernando Aramburu

Cambiando de tercio y preguntado por su visión de la actualidad, ha advertido Aramburu que tiene los "años suficientes para haber visto la evolución que ha llevado Europa" y que a su juicio "ahora mismo está en peligro tras todos estos años de bonanza" que a él le han tocado vivir: "He vivido seis décadas en la que se ha ido afianzando la democracia y el acercamiento entre naciones. No sé qué es una guerra en primera persona, aunque sí que he vivido en una sociedad donde se practicaba el terrorismo , y por eso me ha parecido que en ocasiones debía pronunciarme al respecto desde la literatura, porque he visto la violencia muy de cerca. Pero en líneas generales me ha tocado vivir en una zona del planeta donde la vida cotidiana está más o menos bien organizada. Miro los libros de historia y no veo ningún lugar ni ninguna época donde se haya vivido con tanto bienestar y tanta comodidad. lo cual no quiere decir que vivamos en un paraíso social. Y esto me parece a mí que está en peligro".

Reconozco que tengo una empatía muy grande, que está por encima incluso de mis convicciones, cuando veo que en algo intervienen víctimas del terrorismo porque me parte un poco el corazón

Fernando Aramburu

Para terminar, ha hablado sobre el manifiesto firmado los días previos al Festival de Cine de San Sebastián relativo al documental de Josu Ternura filmado por Jordi Évole, lamentando que a veces hablemos con "cierta ligereza". "Yo firmé ese manifiesto no contra el documental, sino para protestar contra las connotaciones, es decir, contra la presentación del documental en un evento de nivel internacional sin anteponerle una base o un suelo moral", ha recordado, apuntando acto seguido que hay también un ingrediente subjetivo: "Yo vi quienes firmaban y vi víctimas del terrorismo. Reconozco que tengo una empatía muy grande, que está por encima incluso de mis convicciones cuando veo que en algo intervienen víctimas del terrorismo porque me parte un poco el corazón. Yo no estoy a favor de cancelar nada, no se usa la palabra cancelar en ningún caso, sino el hecho de que se mostrara inaugurando un espacio en la ciudad donde más víctimas mortales ha producido el terrorismo. Eso no me pareció bien, pero que exista el documental sí me parece bien, hay que distinguir un poco. Yo no redacté el manifiesto y me parecía que tenía que matizar, porque hemos sufrido mucho y no se trata de un dolor de muelas, sino de un dolor que se reproduce".

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