Cómo llevar a escena una obra de Gerardo Vera (sin Gerardo Vera)

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Gerardo Vera murió el pasado 20 de septiembre a los 73 años. Su fallecimiento, causado por una neumonía asociada al covid-19, acabó con la carrera todavía en marcha de un director de escena, escenógrafo y figurinista que ha sido también uno de los grandes nombres del teatro español en las últimas décadas. Con él, sus colaboradores pensaron también que moriría la versión de Macbeth Macbethen la que trabajaba y cuyos ensayos estaba a punto de arrancar. Pero tras unas semanas de duelo la compañía, formada por viejos colaboradores suyos, se puso de nuevo en marcha. Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional, sala de producción de la obra, aceptó tomar las riendas del proyecto. Se estrena el 27 de noviembre y estará hasta el 17 de enero en cartel, como si Gerardo Vera les hubiera acompañado hasta el final. 

Vera barruntaba la posibilidad de hacer un Macbeth desde 2013, cuando se lo comentó a Carlos Hipólito, que da vida al barón de Glamis y que por entonces actuaba con el director en El crédito, de Jordi Galcerán. Llevaba trabajando en la obra más de un año. Y en septiembre se preparaba ya para encarar los ensayos con un reparto más que decidido, un texto terminado —en versión de José Luis Collado, su pareja artística y su marido—, una escenografía diseñada y construida —con Alejandro Andújar—, un figurín creado —el de la Mujer Oscura, como llama este montaje a las brujas— y largas conversaciones con todos los implicados que, todas juntas, venían a constituir algo así como la Biblia de su montaje. Lo primero que hizo Alfredo Sanzol, cuenta, cuando se dispuso a terminar ese proyecto engendrado por Vera, fue reunir a todo el equipo y preguntarles qué habían discutido con el director. Tomó notas. Y esas notas, esa visión de Gerardo Vera sobre la obra de Shakespeare que estaba diseminada en las mentes de unos y de otros, se convirtió en su referencia. 

Carlos Hipólito como Macbeth en el montaje de Gerardo Vera y Alfredo Sanzol. / LUZ SORIA (CDN)

Y así lo dibuja el equipo. Un Macbeth en el que la sangre llena todo el espacio, no solo las manos de los protagonistas, acosados por la culpa, sino toda la escenografía, tintada de un color "sangre seca", en palabras de Collado, que habla también de una obra atravesada por la noche "no como descanso, sino como sufrimiento". Un Macbeth "enormemente sensible", dice Carlos Hipólito, y no esa "máquina de matar" por la que normalmente se le toma. Un Macbeth en el que se transparentaba las preocupaciones ideológicas de Vera, que últimamente hablaba de "una sociedad que ha tocado fondo", como recuerda Marta Poveda, Lady Macbeth: "Él hablaba de bañarse de brea, de entrar en el fango de oscuridad y de salvarse desde lo trágico". Un Macbeth marcado por la pérdida de la inocencia, dice Sanzol, un Macbeth cuyo "niño interior" ha sido asesinado. 

Las ideas de Vera como "trampolín"

Pero esas ideas no podían sustituir al trabajo de Vera. "El primer día que nos reunimos con Alfredo Sanzol y el equipo artístico", recuerda José Luis Collado, "yo le dije a Alfredo que él tenía que hacer su Macbeth, porque él no es Gerardo y porque era imposible hacer otra cosa se mirase por donde se mirase". No era Gerardo Vera, Premio Nacional de Teatro en 1988 por "su contribución al desarrollo del teatro y de la ópera en España", creador clave en la construcción de una nueva escena española en los primeros años de la democracia. La del equipo no era una posición sencilla: quería que el estreno de la obra fuera un homenaje al director fallecido, una forma de que su último trabajo no quedara en saco roto, pero también era consciente de que era imposible hacerlo exactamente de la forma en que hubiera querido él. Sanzol asegura que no se enfrentó a este reto asfixiado por el peso de la responsabilidad, sino con cierta libertad, la que sintió siempre trabajando con el que fue su mentor: "La lealtad a sus ideas consiste en usarlas como trampolín", dice. Tanto Collado como Poveda e Hipólito hablan de la "generosidad" de Sanzol, que se ha adaptado a la forma de trabajo que ya estaba en marcha y ha aceptado seguir la senda marcada por Vera. 

Pero también hablan de la generosidad de Gerardo Vera. Sanzol recuerda que fue con él con quien debutó en el Centro Dramático Nacional, en 2004, como su ayudante de dirección. El primer encargo que recibió del CDN, ya como director, fue también suyo. Cuando Vera le dijo que quería que protagonizara su Macbeth, Carlos Hipólito no pareció muy convencido: "Yo es que no doy el tipo, no tengo pinta de guerrero". Vera le insistió hasta que acabó convenciéndose de que encajaba solo porque así lo pensaba el maestro. Marta Poveda, que había trabajado con él en Los hermanos Karamazov y El idiota, lamenta la pérdida de un referente, pero también de un creador activo que no dudaba en compartir sus proyectos futuros —"Esto lo tenemos que hacer ya"— con un entusiasmo casi abrumador. 

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Los ensayos arrancaron el 13 de octubre, ni un mes después de su fallecimiento. Sobre la mesa de dirección situaron un retrato suyo, para tenerle presente, y han vestido a uno de los personajes con sus características gafas de sol. Buscaban a veces su guía en las acotaciones que sumaba al texto de Collado, la única intromisión "vampírica" del director en el trabajo del dramaturgo, como él mismo cuenta. Recuerda Marta Poveda que durante los ensayos tenían la tentación de hacer fotos para mandárselas luego a Vera, a tomar notas para comentarlo más tarde, como si el director se hubiera ausentado solo por un rato. La actriz cuenta que lleva tres días soñando que ensaya con él. Habla de él en presente. "Decidimos no perder ni un segundo la sensación de tenerle susurrándonos al oído, no olvidar lo suyo pero a la vez aportar lo nuestro, porque sabíamos que él apreciaba el compromiso que teníamos con el proyecto", dice. Por ahí va Collado: "El espectáculo es de Sanzol, pero cualquiera que vaya a verlo va a ver que Gerardo está en todas partes".

Escena de Macbeth en versión de Gerardo Vera y Alfredo Sanzol. / LUZ SORIA (CDN)

Los ensayos y el final del proceso creativo ha sido para todos no solo una forma de saldar cuentas, sino una manera de afrontar el duelo. Lo dicen todos, pero se detiene más en ello José Luis Collado: "Hacerlo sin él ha sido complicado, pero también muy terapéutico. Hablo desde mi experiencia: esto me ha servido para estar acompañado de gente muy cercana, de gente que quería mucho a Gerardo y a la que Gerardo quería mucho. Ha sido para mí un bálsamo y un momento de pasarlo bien haciendo algo que Gerardo no ha podido hacer, pero que le hubiera gustado que se hiciese de la forma en que se ha hecho". Los cuatro entrevistados saben que tienen por delante unos días "intensos", "tristes", "especiales" y hablan de ellos con cierto miedo, como si supieran que ahí, mezclada con la alegría de estrenar, estará la pena irremediable. Pero también hablan con orgullo, conscientes de que estrenarán para el público pero no solo para el público. Lo dice Collado: "Si él pudiese vernos, creo que diría: chapó".

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