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Acariciar el corazón

Fernando Jaén Águila

Mientras nos hacíamos

Pablo Trénor Allén

Sonámbulos Ediciones (2023)

 

Pablo Trénor nos muestra en Mientras nos hacíamos algo inusual en estos tiempos, ser honesto con uno mismo, con su vida y con su obra. Formado en el arte de la fotografía, Trénor aprende a mirar la realidad desde un lugar propio, afianzado en la austeridad de lo que permanece intacto. Esta obra constituye el paso de la imagen a la palabra, un salto que el poeta afronta con valentía, humildad y verdad. Su libro nos permite recorrer este camino inverso. Las escenas de su vida que el poeta retrata delante de nuestros ojos, están escritas desde la transparencia de su alma.

Vivimos en un mundo que reemplaza lo que ya no sirve, que consume lo que no necesita y que devora los cosas que tiene, a veces sin poder apreciarlas. Es una forma de vida que parece haber derribado las fronteras que protegían al mundo natural. Pablo nos ofrece aquí un espacio para detenernos y reflexionar. Los paisajes del norte, que le han servido de refugio en algunos de sus días azules, muestran un ecosistema que lucha por mantenerse indómito, inalterado, donde la siempre misteriosa niebla nos enfrenta al destino de cada uno. La montaña, los bosques, la vegetación, la piedra, toman cuerpo y presencia en la obra, como un personaje más. Su relación con la naturaleza va más allá del ecologismo, es en realidad una interconexión con el medio natural al que pertenece. Su alma, de tanto habitar el bosque, parece haber aprendido algo de la sabiduría y la belleza que destila el mundo salvaje, como podemos intuir en este corto y magnífico poema, casi un haiku: "La niebla/ densa entre los árboles/ del bosque/ teje".

En la obra de Trénor, ya sea en imágenes o en palabras, la memoria ocupa también un papel importante. El poeta juega con la plasticidad del tiempo rememorado para construir las tres partes centrales en las que está dividido el libro: El tiempo habitado, La casa del Trigo y Las anomalías de mi lado izquierdo, siendo culminado por un pequeño relato, a modo de epílogo, Renacimiento. Los poemas por tanto no están ordenados de forma cronológica, sino que se entremezclan los pasajes temporales a lo largo de los poemas. En el libro utiliza el verso, pero abunda la prosa poética. Un lenguaje poético colmado de imágenes, con la mirada precisa del fotógrafo que transforma en poesía sus visiones.

En la primera parte, El tiempo habitado, surgen temas fundamentales de construcción de la personalidad que se antojan vitales para seguir avanzando en su lectura. Aquí se encuentra el poema Picos de Europa, que recoge muy bien la esencia de esta parte, donde el poeta nos ofrece un relato intergeneracional que toma como punto de partida una transcripción de una grabación en audio de su abuelo paterno, piloto de aviación, y la hermosa visión al atravesar la niebla de los Picos "de repente surgía la costa con el esplendor azul del mar Cantábrico. Esa imagen me quedó grabada". Esta experiencia de vuelo la lleva el autor a un recuerdo similar en las mimas montañas, de cuando era más joven, que culmina con la siguiente reflexión tras alcanzar la cumbre: "Temblaba. Qué vértigo el cuerpo estático y su inclusión en aquella imagen / Entonces, de nuevo, algo debió comenzar". La familia construye desde el pasado la infancia del poeta, y esta misma infancia es la que forja el presente del hombre que nos habla.

Trénor entona en la segunda parte, La casa del Trigo, un canto al amor de la familia. La construcción de un hogar en torno a su descendencia y el respeto de lo que les rodea, hace que esta parte abunde en la memoria, necesaria para formar la red que entrelaza su niñez con la de sus hijos, permitiendo que nazcan raíces en las cúspides del mundo, dejando al lector una extraña sensación de sutil desamparo. Entre sus poemas, la mayoría sin título, destaca uno que relata el viaje de regreso en coche de Oviedo a Granada, "pasaremos esas montañas esta noche, y quedará el pasado un poco más al norte. Ahora, este nosotros hacia el sur, su escritura y todo nuestro amor". Y este otro, donde el acto cotidiano de lavar el pelo a sus niños se convierte en un acto de amor, "Os sentáis en el taburete de vuestro cuarto con el pelo aún mojado. Es la luz del día antes de que caiga el sol y la pared oscurezca. La luz llega rebotada de todos sitios. Siempre un brillo especial en vuestros ojos en la casa del trigo".

La tercera parte, Las anomalías de mi lado izquierdo, hace referencia a las lesiones fisicas que sufrió el poeta hace unos años y que su fisioterapeuta siempre achacaba a un desequilibrio en su lado izquierdo del cuerpo. Este desequilibrio hace que Trénor nos muestre su lado más vulnerable. El paso del tiempo, la fragilidad de los hijos, la relación con el padre, sus refugios musicales, los lazos familiares, aparecen en esta sección como una forma de resistir la llegada de lo inevitable. "La nana de noche, si vas a moras en la voz de Elena en el funeral de la abuela. La preparación para morir. Yo, tú, ella. Nuestra muerte como proyecto. Vivir así, pequeños ante todo. Inmensos en el incendio del hogar". Y esta conciencia de finitud hace que el poeta afronte las imágenes del mundo que observa con una vocación luminosa, donde todo encuentro puede alumbrar un nuevo aprendizaje: "Nos cruzamos con un hombre en el camino. Llevaba una piedra en una mano y en la otra un libro. Todo pareció estar en equilibrio en aquel momento". Y de esta forma nos lleva el poeta al final del libro, a Renacimiento, donde la pequeña historia de una señora que se marea en el autobús recordando el fallecimiento de su hija, le lleva a Trénor a cerrar estos poemas con una meditación: "Aparentemente, todo siguió como siempre, pero ya no. Siempre cambia algo cuando el lenguaje renace".

Podemos encontrar en sus poemas influencias de Gary Schneider, seguramente imantado a la vez por el mundo chino y su aire cotidiano, Chantal Maillard, José Ángel Valente, María Zambrano y sobre todo a Ramón Andrés. Pero a pesar de estas influencias, el poeta encuentra un lenguaje propio y al que estamos poco acostumbrados, y es que el libro está escrito en plural. Este libro es tan suyo como de su familia. En ese plural hay todo el consuelo que pueda necesitarse, y una cierta vocación de curación que repara en los sonidos del mundo. Su memoria, los caminos transitados a lo largo de su vida, cada uno de sus recuerdos rescatados del olvido, son los materiales con los que el poeta construye este libro, invitándonos a ese proceso creador, sintiéndonos privilegiados observadores del trabajo de un demiurgo, que pone sumo cuidado en aquello que está haciendo.

Las de abajo a una altura considerable

Es difícil leer este libro sin dejar que te acaricie el corazón de alguna manera. Es difícil resistirse a deshacerse leyéndolo, para luego recomponerte. Es difícil no leer estos poemas como un canto al amor y al perdón, al respeto por la naturaleza y la familia. "Siempre cambia algo cuando el lenguaje renace", nos dice Trénor al final. Y así es. Este libro renace en cada lectura. Este libro es fuente, inicio, expansión. Si todo en la vida debe tener un comienzo, este libro lo es.

 

* Fernando Jaén Águila es médico y poeta. Su último libro publicado es 'La palabra del ciervo' (Sonámbulos Ediciones).

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