Aventuras fantásticas

El gran imaginador, la última novela de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga 1974)  tiene un subtítulo largo: O la fabulosa historia del viajero de los cien nombres. Abunda en la mezcla de historia y género fantástico de sus anteriores novelas, de la que recomiendo también El asesino hipocondríaco, acaso precursora, en cuanto a la mezcla de temáticas y estilo, a la actual.

¿Cómo  podría clasificar esta novela de casi 500 páginas con un escolio final que hay que leer en un espejo? Es difícil, porque tiene parte de novela histórica sin serlo, parte de novela fantástica, también novela de aventuras y de viajes en la que hay metaliteratura, parte de intriga y sobre todo muchísima documentación para poder escribirla.

 

Ambientada en los principios del Renacimiento, nos cuenta la vida y peripecias de Nikolaos Popoulos, nacido en Atenas. El protagonista, con una capacidad de imaginar más allá de lo normal, con una infancia pobre y mísera, con unos padres a los que estorbaba, acosado en la infancia por sus compañeros, se ve arrastrado a un épico viaje en el que conocerá, entre otros personajes reales o de ficción, a legendarios corsarios y a los piratas uscoques, rescatados en el libro. Mantiene amistad con Cervantes y se convierte en una especie de alter ego:  Nikolaos Popoulos quiere ser escritor. Y escribe, sobre el papel, en el monasterio de monjes donde lo raptan y lo mantienen de escriba; con la imaginación, cuando está en la cárcel y construye su mundo literario entre paredes. Escribe siempre y nunca consigue el reconocimiento. Todas sus obras se van perdiendo en el devenir de sus aventuras y viajes. O son quemadas. Es, a través de las historias fantásticas y de aventuras que nos propone el autor, un homenaje a todas las personas con afán,  que no pueden dejar de hacer lo que les gusta, que lo hacen bien y no consiguen proyección. En un escritor joven como Juan Jacinto, es también un ejercicio de humildad. Pero es, sobre todo, un homenaje a la literatura y a los grandes clásicos que nos han hecho disfrutar a lo largo de generaciones, como Frankenstein, Drácula, las novelas de aventuras y piratas o el Quijote.

Quizá lo que más sorprende y atrapa de esta novela es la voz del narrador, un narrador omnisciente pero tan pegado a los personajes que resultan cercanos, que nos arrastra desde el principio, en la primera parte, comenzando en Lepanto y donde nos cuenta cómo se queda manco Cervantes. Es precisamente este personaje de ficción, Popoulos, quien  le salva la vida en la batalla. El segundo momento central en el que aparece Cervantes es Argel. El protagonista se halla entonces en buena posición social y al enterarse de que nuestro escritor está prisionero, se pone en contacto con él, le hace llamar a su casa y empieza así a contarle, dentro de la tradición de la literatura oral, todo lo que había sucedido desde que lo vio en Lepanto. A base de una estructura narrativa compuesta de historias pasadas y viajes hacia adelante en el tiempo, va construyendo la azarosa vida del protagonista y su capacidad de inventar, algunas de cuyas fábulas o historias se supone que son recogidas luego por el manco.

La primera parte del libro nos cuenta su infancia. Después se adentra en el rapto de unos monjes y  la llegada al monasterio en el monte Athos, donde se dedica a fabricar falsificaciones de reliquias e incunables que luego son  vendidas para beneficio propio de su jefe monje. Posteriormente da entrada en el libro a la llamada Edad Moderna y a la caída de Constantinopla:

 

La propia Edad Moderna se inicia con el saqueo y la quema de ciento cincuenta y tres mil ocho libros. El mediodía del martes 29 de mayo de 1453, en el mismo instante en que Johannes Gutenberg se encontraba en Mainz colocando en la plancha de impresión los tipos móviles correspondientes a la última página de su primera Biblia Vulgata, ciento cincuenta y tres mil ocho ejemplares impropios para la fe islámica estaban siendo deshojados y apilados en las iglesias de Constantinopla, para arder a continuación ante la mirada del Imperio de Bizancio, que contemplaba impotente su definitivo hundimiento bajo el ataque del ejército turco.

A partir de ahí la historia se desarrolla en el Medio Oriente hasta volver a centrarla en Argel, donde el protagonista se reencuentra con Cervantes. Todas las aventuras van transcurriendo hasta que, casi al final del libro, ya nos sitúa a Cervantes en Roma disfrutando de su nueva libertad. Para quienes nos gusta el Quijote, vemos desfilar a lo largo del libro personajes supuestamente reales que aparecen en él, siguiendo el juego al gran fabulador que fue Cervantes.

No desmenuzo más para no destripar sus entresijos. En un momento en que impera el realismo en la novela, su intención es ir a contracorriente y hacer literatura fantástica. Y dado los truños que corren en este género, da gusto encontrar una novela bien hecha con la que también se aprende. Como es un libro que tiene un poco de todo, puede ser una lectura familiar para las próximas vacaciones. Pueden leerlo los progenitores y también los hijos jóvenes lectores a los que les gusta la literatura fantástica, o sea, a casi todos. Ni siquiera las escenas más truculentas del libro les asustarán, acostumbrados como están a vampiros, zombies devoradores y películas gore. Lo sé por experiencia.

*Carmen Peire es escritora. Su último libro es Carmen Peire En el año de Electra (Evohé, 2014).

El gran imaginador, la última novela de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga 1974)  tiene un subtítulo largo: O la fabulosa historia del viajero de los cien nombres. Abunda en la mezcla de historia y género fantástico de sus anteriores novelas, de la que recomiendo también El asesino hipocondríaco, acaso precursora, en cuanto a la mezcla de temáticas y estilo, a la actual.

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