Liebre por gato
Cobardía
La sección de microrrelatos inéditos Liebre por gato está coordinada por Gemma Pellicer y Fernando Valls. En esta nueva entrega recoge tres textos del escritor cordobés Manuel Moyano.
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Cobardía
Multiplicado su poder gracias a la prensa, el asesino hizo publicar un comunicado donde exigía a todos los ciudadanos tatuarse en la frente una flor de lis ―el mismo símbolo que había grabado a navaja sobre la piel de sus catorce víctimas―; quien no acatase tal orden se vería expuesto a su ira. No todos accedimos de buenas a primeras, por supuesto. Sin embargo, tras saberse que sus cuatro siguientes víctimas se contaban entre los remisos a tatuarse la flor, pocos seguimos resistiéndonos. Los forasteros que visitan ahora la ciudad se admiran de ver nuestras frentes extrañamente decoradas. Si nos preguntan el motivo a que obedece tan insólita tradición bajamos la vista, avergonzados, y nos ponemos a hablar del tiempo, o de política, o de cualquier otra minucia que en ese momento se nos pase por la cabeza.
Desmontes y Terraplenes
Recibe en su casa una invitación de S. M. el Rey para asistir a una cena oficial. Naturalmente, debe de tratarse de un error, puesto que él es un simple oficinista y no guarda la menor relación con la nobleza (su padre, aunque honrado, era un humilde fresador). Sin embargo, tanto su nombre como sus apellidos están escritos de forma bien clara en la tarjeta. Propone a su mujer alquilar trajes de gala y presentarse en el Palacio Real: será divertido ver qué ocurre. El día señalado llegan en taxi y un mayordomo les conduce a presencia del monarca, quien les saluda con afabilidad, como si les hubiera reconocido. Son ubicados ―según establece el protocolo― entre el embajador de Bélgica y el ministro de Comercio. Al principio se sienten cohibidos, pero la oportuna consunción de dos copas de rioja les permite entablar una animada charla con sus vecinos de mesa. Cuando llegan los postres han bebido tanto que el marido, envalentonado, se decide a revelar que son gente común. La mujer, adivinando sus intenciones, le da un puntapié por debajo de la mesa. Esa velada en palacio, que concluye muy tarde, será tan sólo el primero de una serie de afortunados malentendidos. Un año después, mientras jura su cargo como Director General de Desmontes y Terraplenes, el marido aún siente escalofríos al recordar la noche en que, por indiscreción, estuvo a punto de arruinar su carrera política.
La Mano de Dios
Una parte del cielo se desprendió repentinamente, como un tapiz que se hubiera descolgado, dejando entrever la Nada que se extendía detrás de él (me sorprendió que la Nada fuese de color amarillo). También tuve oportunidad de vislumbrar la Mano de Dios, Quien rápidamente cogió el tapiz de una esquina y lo restituyó a su lugar. Dicen que nadie más en todo el mundo contempló el fenómeno, que ninguna cámara lo registró, pero con eso no lograrán convencerme de que vi una simple aurora boreal. Tampoco me harán creer que he inventado esa alucinación porque no puedo asumir que mi vida sea un completo fracaso.
*Manuel Moyano (Córdoba, 1963) reside en Molina de Segura (Murcia). Ha cultivado la narrativa breve, tanto el cuento como el microrrelato (El amigo de Kafka, 2000; El oro celeste, 2003; El experimento Wolberg, 2008; y Teatro de ceniza, 2011), la novela y la literatura de viajes. Sus cuentos y microrrelatos aparecen en las mejores antologías dedicadas al género. Como gestor cultural, organiza el Premio Setenil de narrativa breve. Estos microrrelatos son inéditos.