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¿Dará Lorca explicaciones a sus mujeres?

Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

Las mujeres de Federico

Ana Bernal-Triviño | Lady Desidia

Lunwerg Editores (2021)

Los personajes femeninos de Federico García Lorca se reúnen para pedir cuentas a su creador. La idea y puesta en escena de Ana Bernal-Triviño resulta mágica porque te la imaginas. Este maravilloso relato ilustrado del cónclave está lleno de tanta catarsis como de esperanza. Se siente de forma intensa el dolor y la rabia por las vidas que perdieron pero también, más allá del lamento, la fuerza de las mujeres cuando forman piña.

Doña Rosita, la soltera se encarga de la convocatoria por carta. No sabe quién aparecerá o si aparecerán siquiera por la casa de la Huerta de San Vicente, donde fueron ideadas y construidas por Lorca. La rosa mutabile (cambiante) —la de su poema: "Cuando se abre en la mañana, roja como sangre está... Y cuando toca la noche...se comienza a deshojar"— hará de reloj hasta marcar el fin de la cita, aparezca Lorca o no. El encuentro terminará al caer el último de sus pétalos.

Cada llegada es emocionante y la demora de algunas, aún más, anticipando posibles sorpresas. Personalmente la que más esperaba era la de Bernarda Alba y sus hijas. Qué pasada. Sentirlas y escucharlas ha sido una especie de déjà vu de juventud, aquella época donde determinadas lecturas obligatorias fueron descubrimientos personales. No todos para bien, por supuesto, para qué mentir. Esto lo supongo que me entenderán quienes también pertenecen al club de la EGB.

En el caso de esta madre de bastón en mano y su eterno grito de "¡silencio!", para que el rebaño no se le rebele, volvían nítidas las sensaciones (también por las obras de teatro donde pude verlas) de entonces: la impotencia y rabia por aquella tiranía sobre sus víctimas, las hijas enjauladas en el hogar y por el qué dirán. He disfrutado del intenso juego narrativo que consigue hacerles vomitar, tras entrar en sus cabezas.

Llegará Yerma, la “no madre” sufriente porque no puede serlo, cuando ese era el papel de la mujer en la época. Entre otras, también la novia de Bodas de Sangre, una de las pocas mujeres que se atrevió a amar aunque la contrapartida tuviera que ser un drama. Cómo no.

No hay mujer lorquiana sin frustración; con culpa clavada a hierro por lo hecho, por lo que no hicieron o no fueron capaces de hacer entre la prohibición y el miedo Mujeres incapaces de escapar, de ser ellas mismas, de apartarse del sufrimiento o de quien lo causase. La parte buena de la vida les estaba vedada por haber nacido mujeres.

No faltan la Zapatera, Poncia, la loca de María Josefa, madre de Bernarda, que tantas verdades cantaba y recuerda tras salir de las páginas de Lorca para meterse en las de Bernal-Triviño. La autora les da la oportunidad de compartir en esta asamblea fugaz pero concentrada. Aunque la mayoría se resistan, romperán el silencio y se mirarán. Sólo así comprenderán cuánto se parecen por muchas que sean sus diferencias y contextos. Al fin de al cabo son el saco destinatario de violencias en diferentes formatos. 

Mujeres ¿del pasado?

No conozco personalmente a Ana Bernal-Triviño pero sí su gran trabajo como profesora y periodista especializada en violencia de género. Sé de su admiración por Lorca y con esta fórmula literaria conjuga facetas que le apasionan y por las que lucha. Me parece excelente el planteamiento de la novela, la manera que ha ideado para unir las manos de quienes se sienten débiles. El clásico de “la unión hace la fuerza” nunca pierde vigencia.

Sí, son personajes pero parten de la vida real por muy alto que suene el cacareo de los actuales avances para las mujeres. Y es cierto que son innegables pero el mundo es enorme y la intimidad que oculta los desmanes que contra algunas se cometen, pequeña e inaccesible.

Bernal-Triviño cambia el cuento y provoca la catarsis de las mujeres de Lorca, las empuja a la sororidad, a abrir la caja de truenos de Pandora. No hay liberación sin retirada de mordaza. Hasta los monstruos, si se les pincha, tienen y esconden su versión de los hechos. Qué mérito tiene escarbar en la cabeza de uno tan terrible como Bernarda, rebuscar en sus razones... Y aunque las haya, qué difícil comprenderlas. Cuánto me cuesta Ana...

Color frente a la negrura

Sigue chocándome una novela con ilustraciones. Puede que no esté acostumbrada. En este caso las de Vanesa Borrell, Lady Desidia, ayudan a sumergirte en el aura que imagino envolviendo al grupo desconcertado por la situación. Impresionan algunos de los rostros de enormes ojos a veces mirando perdidos, ausentes.

Las imágenes tienen un punto onírico, como si continuaran atrapadas y el sueño de escapar fuese una utopía. Crece aún más tal sensación cuando complementa determinadas escenas con símbolos donde por supuesto no faltan lágrimas y cadenas.

Pese a esta negrura temática desborda y abruma la intensidad y limpieza de los colores –aunque esté presente el negro–, obligan a pararte cuando llega su momento en la siguiente página. La ilustradora resalta la fuerza que desprenden las mujeres, pese a la angustia o tristeza de la que están hechas. Con su expresión algunas se asemejan a vírgenes de pasos de Semana Santa. Es lo que se me venía a la cabeza cuando las contemplaba con detenimiento.

Mi compañera para estrenar 2022

¿Será posible que vuelva a ocurrir?

Fue mi primera lectura del año y ha sido muy especial. No es la primera vez que lo digo: a veces influye el momento personal del lector en la percepción que se tiene de los libros porque han caído en tus manos en tal o cual circunstancia. En estos tiempos raros de virus y confinamientos (y alegrémonos de que todo sea eso) esta novela fue acompañante nocturna durante mi primer encierro. Sea o no sugestión —no niego que gusto de fantasear si algo me inspira— estas mujeres me hicieron sentir menos sola.

Puede que el halo teatral se suba a la cabeza cuando Lorca pulula cerca y es evidente que sus mujeres cargan material de sobra para incrementar este tono. Por eso señalaba que esta obra tiene algo parecido a la magia. Así lo he sentido. Ana Bernal-Triviño me trasladó físicamente a ese escenario femenino, tenía ganas de intervenir, de sumarme al grupo. Ellas deseando escapar de las páginas que les escribieron y yo, deseando meterme en estas.

Por cierto, ¿aparecerá Federico García Lorca para dar explicaciones a sus mujeres? Por esta reseña no lo van a saber. Tendrán que leer y ya me contarán.

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