El virus de Trump y su poder negociador

En un lapso de apenas una hora, Donald Trump volvió a contaminar el viernes el debate público de todo el planeta. Un anuncio tras otro. Una mentira tras otra. Reacciones disparatadas y mil titulares sobre sus locuras. Como un virus imposible de controlar que se extiende hasta monopolizar toda la agenda informativa. Inoculando miedo en sus víctimas y situándose en una posición privilegiada.

El mismo día, Trump amenazó a Apple con aranceles del 25% si no fabrica el iPhone en Estados Unidos y a Europa con el 50%. Mientras, miles de estudiantes extranjeros de Harvard veían angustiados, entre ellos varios españoles, cómo el presidente de la primera potencia del mundo ponía en riesgo sus estudios. Y la agencia Reuters denunciaba el intento de manipulación cuando echaba en cara el genocidio blanco en Sudáfrica a su presidente, utilizando una foto falsa, tomada en el Congo. 

Esta estrategia, denominada en comunicación política con el nombre de “inundar la zona”, no es novedosa ni secreta, pero sí muy eficaz y cada vez más utilizada en la Casa Blanca. A medida que avanza la legislatura, los equipos de comunicación de Trump la están llevando hasta límites insospechados

Fue creada en el año 2017 por Steve Bannon, el ideólogo de cabecera del trumpismo y uno de los hombres más tóxicos que nos ha regalado la política americana. Consiste en avasallar, abrumar y noquear a las instituciones y medios de comunicación con un torrente de medidas, anuncios y decisiones. Todo el rato, al mismo tiempo. Como sucedió el viernes.

Cada vez que una ocurrencia de Trump se convierte en el tema del día pienso que solo le estamos regalando una posición privilegiada para negociar en su próximo órdago

Su principal objetivo es marcar el ritmo informativo (condicionar la llamada agenda setting) e imposibilitar una respuesta contundente y efectiva por parte de la justicia, la oposición o los demás gobiernos. 

Así que me pregunto: como periodistas, ¿deberíamos los medios de comunicación darle tanto espacio a Trump? ¿Qué contar cuando los anuncios vienen de su propia red social o cuando no nos deja preguntar? ¿Dónde ponemos el límite para no ser meros altavoces de sus frases incendiarias?

Encontrar la respuesta a estas preguntas es muy difícil, pero cada vez que una ocurrencia de Trump se convierte en el tema del día pienso que solo le regalamos una posición privilegiada para negociar. Con cualquiera, a cualquiera precio. La Unión Europea, China, Harvard, las empresas… Porque eso es, ante todo, lo que busca anunciando estas medidas imposibles, sin tregua. 

Lo vimos hace unas semanas cuando, tras el primer anuncio arancelario y sus tremendos efectos en la economía mundial, tuvo que recular y echarse un poco atrás. Pero ya había conseguido su objetivo: tener mucho más poder negociador la próxima vez que nos lance otro órdago. De forma que yendo a máximos y llevando sus exigencias tan al límite de la ley, quienes intenten frenar sus locuras le concedan más de lo que le darían en condiciones normales. 

Trump es un matón de patio que se cree mejor que los demás, rodeado de gente muy lista. Y si no espabilamos, nos volverá a engañar mientras su virus nos contagia a todos.

Más sobre este tema
stats