Doblegar lo indómito
Tesis sobre una domesticación
Camila Sosa Villada
Editorial Tusquets (2024)
Camila ha volcado mucho de sí misma en esta tesis. Lo bastante como para arrancar la objetividad como papel viejo desprendido de las paredes. Lo suficiente hasta dejarlas desnudas de nombres. Pedro Almodóvar, Anna Magnani, Tilda Swinton, Tina Turner, Whitney Houston, Pasolini… Un puñado de mayúsculas laterales para ilustrar la historia, las únicas junto a las designaciones de cuatro animales, sí. Una austeridad con los personajes sustantivos sólo superada, quizás, por Jesús Carrasco en su Intemperie, título que presagiaba, como señuelo, la sobriedad de su relato.
La protagonista es actriz, luego esposa, después madre, antes hija, hijo al nacer, hermana, en algún momento "prostituta vip" y, sobre todo, travesti, "la peor de Argentina". Ella. Variaciones sobre una sola persona, perfiles para definirla. Una dama del teatro, precedida por "cierta fama de arrogante. De agria. De petulante". Para reafirmar la semejanza con su criatura, Sosa Villada se calificó de "amarga" en una entrevista reciente.
La condición travesti de las dos, escritora y personaje, suena como un aldabonazo en la oscuridad de donde han emergido. De esa lucha por lograr presencia, nace la posible hipérbole: "una sola travesti alcanza para torcer la vida de un hombre, de una familia, de una institución". En algunos casos, seguro. Valeria Vegas, transexual también, escritora de las memorias de Cristina Ortiz, La Veneno, se constituye en voz autorizada en el prólogo de esta novela. "Camila… sabe que el alma de una actriz vale por dos, a veces incluso por tres. Y el alma de una travesti también".
No confundir con narcisismo la tendencia de la actriz, y de su mentora, a la soledad. De ahí su involucración, económica y profesional, en una obra con un solo personaje, La voz humana, de Jean Cocteau. Una mujer manipuladora sobre las tablas, a la espera de la llamada de su amante fugado después de romper una larga relación con ella. Absorbida por este papel, una noche y otra y… hasta dos años seguidos. Aislamiento despedazado cuando conoce al rico abogado, el homosexual, el huérfano, el marido, el padre. Él. El inicio de la domesticación, del erotismo con preámbulo pero sin parsimonia, después del explícito sexo apresurado y perentorio con otras personas. Como ella "no había sido fiel a nada ni a nadie", establecen una relación abierta, pero hendida por los celos. La paradoja, "tanta libertad es asfixiante". Dos seres simbióticos y, sin embargo, antagónicos porque les cerca una alambrada de púas, la diferencia de clases. Ella, serrana, campesina. Él, burgués, urbano. Quien narra destruye la neutralidad de una tesis científica, toma partido, aunque siempre observa la gama de grises de cada uno. "Su clase (la del marido) era más fuerte que su amor. Incluso más fuerte que la religión de su homosexualidad" y, añade, "solo había dos corazones cobardes".
Océano de incertezas, cuando surge el momento de la paternidad y la maternidad. La adopción. La propone el abogado, la actriz acoge la idea con una reticencia aledaña al rechazo. "Tengo miedo de que nunca más seamos pareja". Las dudas mueren, o lo aparenta, cuando cuidan a la sobrina de la actriz travesti. Como si superar una prueba circunstancial sirviera para lo cotidiano. Sucumbe. Otro paso más en el intento de domesticación, en alejarse de lo diverso para convertirse en rutina. En absoluto son excepcionales. Desde los noventa del siglo pasado, mujeres travestis han adoptado en Argentina. Legales. La actriz y el abogado también suben ese peldaño, llegan al rellano donde adquieren la condición de madre y padre de un niño de seis años. Llega con contratiempos serios. "Los hijos también dictan la vida de sus padres". Ella lo cuida, meticulosa, con cariño y paciencia, incluso. Como si el chico fuera un crampón para escalar seguros la espalda helada de su matrimonio. "No sería la primera ni la única relación que prolongaba su desahucio con la llegada de un hijo". Y, sin embargo, a la mujer la invade la pesadumbre. "Yo quería nuestro egoísmo". Amor que agoniza o balsa para dos náufragos. La duda.
Con Tesis sobre una domesticación, Camila Sosa Villada (nombre plasmado en su DNI desde 2013, un año después de aprobar su país la Ley de identidad de género) vuelve a exponer su decidida condición. Sin trampas. Quien quiera saber quién es ella, incluso quién fue, léala. Advertencia: no apta para biempensantes y remilgados, no es la miel sino el aguijón de la abeja. Recurre a referentes contrastados, incontestables: Lorca, Marguerite Duras, Joan Didion… Y, como un método inductivo, al levantar las capas de esta escritora, descubrirá qué inquieta, cómo quieren, cómo sufren, cómo mueren, también, las transexuales. Vimos este proceso en Las malas (2019, premio Sor Juana Inés de la Cruz, uno de los más consistentes en Latinoamérica), donde narra la sororidad de las travestis prostituidas para sobrevivir, en la mayoría de los casos después del repudio de sus familias. Realismo social y mágico entreverados. Con más ficción y menos pliegues de ella, los relatos de Soy una tonta por quererte abundan en la diversidad y fuera de los márgenes de lo convencional. Inmersa, como dramaturga y actriz, muestra su yo en Carnes tolendas, retrato escénico de una travesti. Esta obra, de 2009, ha recorrido los teatros de varios países hispanos. Confesional, exhibe cómo lo masculino y lo femenino conviven y la transitan, como a Orlando. Libros preñados de compromiso, aunque la escritora niega la trascendencia de la literatura. Nada ceremoniosa, rehúye los cenáculos, idolatra la soledad fértil.
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Tesis sobre una domesticación llega como novela renovada. Y como película. Rodada en zonas rurales próximas a la Córdoba argentina y en Buenos Aires, la protagoniza Camila Sosa Villada. Imposible otra. Reúne lo necesario para representarse a sí misma o al personaje más próximo a ella. En el proyecto se ha implicado Gael García Bernal, como productor. Cuando llegue a las pantallas, comprobaremos si la actriz/madre/esposa "no supo romper las cadenas de ninguna esclavitud, no supo incendiar a ningún dios". Cine y literatura. Una suma capaz de orientar la veleta hacia la relevancia y el cambio necesarios, inclusivos, antes de que la azoten los antárticos vientos de furia y pretérito.
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* Prudencio Medel es periodista.