Landero, maestro del habla

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Pablo Bonet

La vida negociableLuis LanderoTusquetsBarcelona2017La vida negociable

Luis Landero

vuelve tras el éxito de El balcón en invierno con La vida negociable, una novela sobre la azarosa y compleja vida de un adolescente que no encuentra su lugar en el mundo y que desarrolla una personalidad desgarradora. Es un libro también sobre la piedad del ser humano y la capacidad de redención, ya sea a través del azar, el amor o la imaginación. Landero vuelve a desplegar sus dotes narrativas a través de un comienzo en el que un secreto inconfesable desata la trama, cuando el protagonista, Hugo Bayo, un chico de unos quince años, recibe una confidencia de su madre que, si en un principio provoca mayor complicidad entre ellos, acabará dando lugar  a la verdadera realidad, el descubrimiento de las mentiras y engaños de los adultos, y la impaciencia del corazón del joven adolescente convertido en un peligroso torbellino de emociones.

Landero, con esa capacidad suya de mostrar diferentes niveles de lenguaje y oralidad, escribe en primera persona la juventud de Hugo, uniendo la vida de la calle con hermosos pasajes líricos, mezcla de distintos niveles literarios y diferentes lecturas absorbiéndote desde su inicio, como hace en este párrafo, para hablar del silencio: “Y ahora entra en escena el silencio, su majestad el silencio, el que a veces te obliga a decir lo que no quieres y a callarte lo que anhelas decir, el urdidor de equívocos, de esperanzas, de angustias, de culpas, de las más fantásticas sugerencias e hipótesis, espada que hiere y elixir que alivia, cornadas de grillo que a veces son mortales, escaparate y trastienda donde ocultarse o exhibirse, albergue donde descansar y laberinto en el que extraviarse, el comediante de las mil caras, el único capaz de decir lo indecible, el histrión desvergonzado al que no le importa hacer público lo inconfesable sin miedo ni rubor, el mago que convierte lo claro en turbio y lo inescrutable en evidente, el que con más secreta elocuencia nos define, porque tanto o más que por nuestras palabras los demás nos conocen e intuyen por nuestros silencios”.

Hugo Bayo cuenta en pasado su vida adolescente, se dice a sí mismo todo el rato que necesita acción y no tanto pensar, pese a estar fabulando sobre las vidas que vivirá de adulto constantemente. Sus relaciones familiares son dolorosas, pues descubre secretos de sus padres que a él le parecen de una bajeza moral infinita, con los que justifica sus acciones, y donde nada es lo que aparenta ser. Es esta una novela que habla sobre las imposturas vitales a la vez que es una novela sobre la iniciación a la problemática de la vida adulta, sobre todo cuando en un momento de la novela la personalidad del chico se quiebra al darse cuenta de su propia vileza, como un fogonazo moral que lo perturba momentáneamente al chantajear a sus padres.

Vive también el desamor y las dudas, y el encuentro con la muerte y el crimen, en una concatenación vibrante de escenas y momentos perfectamente tejidos por el autor para mantener la acción en todo momento, pero también entremezclando, como es habitual en su narrativa, la capacidad de enarbolar una escritura lírica, casi poética en medio de la acción como estas líneas en las que define la experiencia moral del aprendizaje de la derrota como una lección de la vida: “Y aquí viene la experiencia moral. Cualquiera se hubiera avergonzado de sí mismo y hubiera corrido a implorar el perdón de sus pecados ante todas las instancias humanas y divinas. Pero esa noche yo aprendí algo nuevo de mí. Aprendí que, por muy bajo que uno caiga, mal que bien acaba por amoldarse a su situación. Se mueve y se remueve hasta encontrar una postura más o menos cómoda. Eso es todo. Se adapta al medio. Porque en el oscuro trasmundo de cada individuo solo y desabrigado, la ley de la supervivencia puede más que los imperativos éticos. Por eso esta vez no sentí el menor anhelo de purificación. Al revés, bien aferrado a miseria, aliviado por la penitencia del desprecio que sentía por mí mismo pero con la secreta y heroica convicción de tener por enemigo al mundo, me fui a dormir la mona”.

Y es esa mezcla de hablas, personajes y lo que da a la novela la impronta del maestro de la escritura que maneja a la perfección su oficio, con sus dosis de humor, erotismo, dolor y alegría, claro. Como la vida misma, la vida, siempre negociable.

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Y como dice Luis Landero en las primeras líneas de La vida negociable: “Señores, amigos, cierren sus periódicos y sus revistas ilustradas, apaguen sus móviles, pónganse cómodos y escuchen con atención lo que voy a contarles…”.

*Pablo Bonet es poeta y librero de guardia en la Librería Muga.Pablo Bonet

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