Los diablos azules
Mircea Cartarescu: "La literatura actual ya ha superado los géneros tradicionales"
Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) ha celebrado este año su 60º aniversario. Su vida es la literatura. Poeta, ensayista, narrador, articulista, crítico, un fijo en la lista anual de candidatos al Nobel, un premio que la literatura en rumano no ha obtenido nunca en más de 100 años de historia, ya que la escritora rumano-alemana Herta Müller, premio Nobel en 2009, escribe en alemán.
El autor llega a la librería Nollegiu, en el barrio del Poblenou de Barcelona, para ser entrevistado. Somos los últimos de la lista. Cuando nos atiende, acompañado de su traductor al catalán Xavier Montoliu, repone fuerzas con unas nueces. A pesar de todo, no muestra cansancio. Al contrario, con su media melena luce una mirada amable, agradecida. Está contento porque finalmente su obra empieza a ser traducida al catalán.
Lleonard Muntaner Editor ha publicado la colección de relatos Per què ens estimem les dones que Funambulista ya había editado en castellano en 2006. Entre tanto, Impedimenta ha ido publicando toda su obra: El ruletista, Nostalgia, Las Bellas Extranjeras, Lulú, Levante. Lo mejor está por llegar, dicen quienes conocen su obra original. En otoño de 2017 aparecerá en castellano, con Impedimenta, Solenoide. Y Edicions del Periscopi también la publicará en catalán. Así las cosas, Per què ens estimem les dones o cualquiera de sus obras anteriores sirven como un entrante fenomenal para aquellos que no se han adentrado nunca en la obra de Mircea Cartarescu.
PREGUNTA. Empecemos por la pregunta que menos me apetece y menos me interesa, pero que si no la hiciera, alguien podría recriminarme el olvido. ¿Qué opinión le merece a usted, que cada año está en la lista de candidatos al Nobel de Literatura, que se lo hayan concedido a Bob Dylan?
RESPUESTA. Yo he traducido al rumano las letras de Bob Dylan y en el prólogo del libro escribí que Dylan se merecía todos los premios. Con el Nobel sucede alguna cosa extraña. Como dijo Leonard Cohen, darle el Nobel a Dylan es como decir que el Everest es la montaña más alta. Claro que se lo merece, pero es extraño. Hay alguna cosa que no encaja.
P. ¿Lo dice porque a la literatura rumana no le han dado ningún Nobel cuando han tenido ustedes a autores como Blaga o Eliade; y tienen actualmente a otros como Blandiana, Muresan, Pop o usted mismo?
R. No, no. En realidad para mí no es importante quien gana el Nobel de Literatura. Es mucho más importante la gente que es digna de ganarlo. En Rumanía tenemos grandes poetas y prosistas. No tener ningún premio Nobel en el palmarés es sólo una circunstancia. Es mucho más interesante saber que existen autores dignos de ganarlo.
P. Me pareció muy interesante una entrevista publicada en el diario El País donde aseguraba que no existen literaturas nacionales.El Paísno existen literaturas nacionales
R. Puede que sí existan, pero yo no creo en ellas. No leo autores porque sean de una determinada nacionalidad o de una época concreta. Para mí, existen dos tipos de escritores: los que amo y los que no. Me resulta absolutamente indiferente su lengua, su país, el tiempo en el que ha vivido.
P. ¿Pero existe una presión política que consiste en apropiarse de los autores para construir ese imaginario de literatura nacional, no? Como una manera de expresar: ésta es nuestra cultura, somos así.
R. Pero eso se debe al mero hecho de vivir en estas naciones y escribir en esa lengua. Transcender las fronteras, abrirlas y no cerrarlas, es la misión de las instituciones culturales de los países.
P. Ha venido a Barcelona mucho en los últimos años. Vino al Festival internacional de poesía; Enrique Redel, de la editorial Impedimenta, lo invitó cuando publicó ElLevante, esa obra épica magnífica, y ahora para presentar la primera traducción de su obra al catalán.ElLevante
R. Siento mucha simpatía por la lengua catalana. Veo en este libro (Per què ens estimem les dones, Lleonard Muntaner Editor, 2016; en castellano Por qué nos gustan las mujeres, Funambulista, 2006) un regalo que hago a Cataluña y un regalo que los catalanes me hacen a mí. Suena muy bien la obra gracias a la traducción de Xavier Montoliu y Lleonard Muntaner Editor. Han hecho un magnífico trabajo con estos cuentos. Ahora sólo falta tener lo más importante: público.
P. Todo indica que sí, a juzgar por el hartón de firmas que se ha dado antes de la entrevista.
R. Para mí son más que suficientes. Para el editor y el librero seguro que no (ríe).
P. Volvamos a su obra. Me interesa mucho el concepto de sueño que aparece una y otra vez en sus novelas, en sus cuentos...
R. Es que siempre he soñado mucho. De una manera anormal. Lo heredé de mi madre, una campesina sin estudios. Cada mañana nos explicaba lo que había soñado la noche anterior. Sueños fantásticos. Yo he soñado siempre en colores, en toda la gama de colores. Pero entre los 20 y los 30 años fue un punto culminante. Eran sueños muy complejos. Veía ciudades enteras que no existían, aventuras increíbles que escapaban a cualquier imaginación. Empecé a escribir esos sueños. Tengo centenares en mis diarios. Y mis novelas y mis cuentos no son más que extensiones de mis sueños.
P. En la época en la que vivimos, el realismo y lo que sucede parecen haber devorado a los sueños y a la imaginación.
R. Han existido grandes épocas. Los románticos descubrieron el sueño como material literario, lo consolidaron los surrealistas y le dieron un nuevo concepto los latinoamericanos con el realismo mágico. Es una línea en la literatura universal en la que yo me siento integrado porque el hombre siempre estará fascinado por los sueños. El sueño es el oráculo personal del hombre.
P. Y en cambio nos constriñe la realidad, la autoficción.
R. Existen autores de muchos tipos. Todos los géneros son respetables. Hoy la literatura ya han superado los géneros tradicionales, con otros que ya existían pero no eran reconocidos. Un ejemplo es del de Svetlana Aleksiévich y el periodismo, un híbrido entre dietarismo y literatura. Bob Dylan también es un caso extremo porque su género son las letras de las canciones. Los dos casos han sido legitimados por la Academia sueca. Ya no podemos decir que no son literatura. Lo son. Pero en comparación con Aleksiévich y Dylan, yo prefiero vivir en la tradición literaria de los últimos 3.000 años e intento llevar esa tradición más allá.
P. No adivino si lo dice como mera constatación o con amargura
R. No tengo amargura. Al contrario. Me alegro que la literatura se extienda, que vaya ocupando espacios. Yo leo mientras sea literatura.
P. Uy, si entramos en este tema no terminamos en el tiempo que tenemos, teniendo en cuenta que se organizan simposios de días y nunca se llega a un acuerdo. ¿Le apetece hablar de política?
R. Sí, sí. Ningún problema.
P. Trump, Putin, Brexit, Hungría, Moldavia, Bulgaria, Siria, ISIS ... ¿En sus sueños (o pesadillas, por emplear una palabra más exacta) aparecía todo este personal o algo parecido?Brexit
R. En la noche anterior a las elecciones en Estados Unidos ningún sondeo ni estimación daba a Donald Trump la posibilidad de ganarlas. Los hombres y las mujeres de Estados Unidos, y del mundo, no soñaron nunca una cosa así. La pesadilla ha llegado más lejos de los temores de la gente. Los escritores no podemos prever, pero en cambio sí podemos presentir. Kafka, Zweig, Joseph Roth no auguraron que Alemania acabaría en manos del nazismo, pero en su obra sí que se presiente que algo está sucediendo.
P. La literatura de ficción como presentimiento.
R. Exacto. La literatura presiente. Una pesadilla se produce por el mal funcionamiento de un órgano. Lo mismo sucede con las pesadillas de la historia. La literatura de ficción puede contener los temores de los hombres mucho más que la literatura periodística.
P. Pero la ficción se plantea como evasión.
R. Yo no hago literatura evasionista. Escribo literatura que vibra y está en sintonía con la realidad. En Solenoide aparece la palabra ayuda en 10 páginas continuadas, en 2.000 ocasiones sin ninguna puntuación. El libro se publicó en rumano en 2014 presintiendo esta catástrofe a la que nos hemos encaminado.
P. ¿Podemos salvarnos aún?
R. Nadie puede responder a eso. El mundo se ha vuelto tan complejo que todo sucede de forma fulgurante. Yo intento ser optimista. No se puede vivir sin esperanza. Tengo 60 años y he vivido mucho. Y creo en el derecho a la vida de los que vendrán. Saldremos, claro.
*Xavier Vidal es responsable de la librería Nollegiu.Xavier Vidal