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Paisajes, fotografías

Antonio Jiménez Millán

AvanzarJosep Maria NoguerasAvanzar

La Isla de SiltoláSevilla2017

TransparentJosep Maria NoguerasTransparent

Pagès EditorsLleida 2017

 

Josep Maria Nogueras (Lleida, 1969) ha publicado libros de poemas en castellano —Ida y vuelta (1997), El tiempo de los árboles (Premio Gerardo Diego, 2004), Quietud (2009)— y en catalán —Tots els camins del vespre (Premi Maria Merçè Marçal, 2008)—. En 2017 ha publicado dos títulos que, a pesar de haber sido escritos en un idioma distinto, mantienen una clara coherencia: Transparent y Avanzar. En catalán y en castellano, el mundo poético de Josep Maria Nogueras es fiel a unas constantes que tienen mucho que ver con la realidad más próxima. El autor de estos libros se dedica también a la fotografía, ha participado en varias exposiciones e incluso tiene una sección en el suplemento dominical del periódico Segre, “El passeig” (“El paseo”), donde profundiza en esa fluida relación entre palabras e imágenes. Yo he visto algunas de sus fotografías, llanuras con niebla o caminos embarrados por la lluvia reciente, torres metálicas, casas a lo lejos.

Los poemas de Josep Maria Nogueras también suelen abarcar paisajes amplios, aunque a veces se centran en detalles mínimos. El que da título al libro en catalán, “Transparent”, es una afirmación vital: “Crec en la llum d'aquesta música./ Crec en l'àngel que ronda entre els meus llibres,/ entre els rostres i els noms/ de la meva familia/ (…) Crec en la pell daurada de la vida”. Esta declaración de principios se corresponde con una creencia firme en la tierra, en la naturaleza, que ya se podía seguir en libros anteriores (El tiempo de los árboles, Tots els camins del vespre). Los ciclos naturales y su continua renovación son la base de muchos poemas en prosa de Transparent –“El cel”, “La calma”, “Hivern”, “El vent”, “Les ones”, “Terra”, “Veritat”, “Vespres”, “Gener”—, el cuerpo se identifica con la experiencia inmediata de la vida que fluye a través de las raíces, los troncos, las ramas y las hojas de los árboles. Y la contemplación es muy importante a la hora de establecer ese flujo continuo que nos remite, de nuevo, a las fotografías: “Has arribat aquí/ després d'un llarg trajecte/ per camins dins la boira.// Ara ets com una casa gran i neta,/ amb finestres obertes al present,/ a la conquesta de la llum” (“Destí”).

 

Las “ventanas abiertas al presente” iluminan determinadas zonas de la realidad. Una estética de lo mínimo se deja ver en los libros más recientes de Josep Maria Nogueras: entre el haiku y el aforismo, se suceden las imágenes como ráfagas de luz: “Va escriure/ la paraula lleugeresa// I a poc a poc/ va alçar el vol” (“Lleuger”). O esta otra: “Llum de ponent./ El regal de saber-se/ ocell de pas” (“En trànsit”). También ocurre en el libro Avanzar: “Arde la leña/ y juego con mis hijos./ Anochecer” (“23 de enero”); y en la misma línea del calendario: “Aún quedan brasas/ de la noche reciente./ Monte nevado” (“6 de febrero”); “Rompe a llover./ Cruzamos los sembrados,/ una cabaña” (“6 de mayo”). En los dos libros juega un papel importante la mirada, título de uno de los poemas de Avanzar: “Somos los ojos limpios de febrero:/ contemplamos la nieve/ como quien memoriza una plegaria”.

Las tres secciones en las que se divide este libro (“Bendición”, “Lenta luz” –un apartado de poemas en prosa— y “Donde nada se pierde”) tienen muy presentes esos ciclos de la naturaleza que ya observábamos en Transparent, e incluso hay poemas que ofrecen una doble versión en catalán y en castellano, caso de “Ofrena”/ “Ofrenda”, que habla de la rama y las flores de un almendro; hay en Transparent un poema titulado “Benedicció”, como el primer apartado de Avanzar; las afueras de un pueblo aparecen en el poema “Pintura” (Transparent) y en “Estar allí” (Avanzar). El valor del instante se ajusta a la “fiel conformidad con lo visible” nombrada en el poema “Diurno” (Avanzar).

Se advierte, sin embargo, un matiz diferencial entre los dos libros, y es la mayor presencia de la historia en Transparent; sería más exacto decir la violencia de la historia, porque primero se alude a una fotografía en la que un padre lleva a su hija probablemente herida en un bombardeo (“Fotografia d'un pare i una filla”, que puede referirse a la actualidad de la guerra de Siria tanto como al pasado: la Guerra Civil española), y después al abuelo que pasó por el campo de refugiados de Argelès-sur-Mer en 1939 (“Argelers”). Quiero terminar con la traducción del que, según mi criterio, es uno de los mejores poemas en prosa de Transparent, “Vespres” (“Atardeceres”):

 

“Poco a poco el día se retira. La luz se convierte en sombra sobre la piel del mundo y un viejo silencio vuelve con banderas de oscuridad. Parece, por un instante, como si los colores últimos de la tarde se resistieran a abandonarnos. Y los niños juegan, como si la noche no llegara nunca, mientras las torres eléctricas recogen los últimos acordes del sol. Cada atardecer somos los habitantes de una leve melancolía, hijos de una añoranza provisional y desconocida. Cada atardecer somos el árbol desnudo que se enfrenta a la penumbra. Y por la mañana sonreímos, cuando la luz se reencuentra con nosotros”.

*Antonio Jiménez Millán es poeta y profesor de Literatura. Su último libro, Antonio Jiménez MillánCiudades (Renacimiento, 2016). 

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