Planto por Javier Marías
Duelo sin brújula
Carme López Mercader
Reino de Redonda (Barcelona, 2004)
"La desaparición de aquel con quien lo has compartido todo (…) es una catástrofe vital absoluta y no afecta solo a una parcela, que tarde o temprano se podría recomponer, sino a la existencia en su globalidad" (página 37), confiesa la autora de este libro que nos ocupa. Y más adelante añade: "los dolientes solo queremos dos cosas: que nada de lo que ha pasado haya pasado y que nos dejen en paz" (página 56). Me parece que estas dos frases resumen, en esencia, lo que el libro nos ofrece.
Pero, además, no resulta inútil del todo comentar los aspectos formales del volumen. Para empezar, faltan algunos de los paratextos habituales, aquellos que suelen aparecer en las solapas y en la contracubierta, aunque los restantes, que sí están, resultan muy significativos. Así, el diseño de la cubierta está inspirado en la primera edición inglesa de la novela The Lost Viol (1908), de M P Shiel (escríbase tal cual, sin los puntos preceptivos). El título del libro remite a la confesión de Javier Marías de que él no era un escritor con mapa, sino con brújula (véase lo que comenta la autora, al respecto, página 20). La segunda, de las dos dedicatorias que aparecen en la página 15, dice: "Y muy especialmente para ti, mi bien". Por último, el lema inicial, un texto sacado de La mente bien ajardinada, obra de la psiquiatra Sue Stuart-Smith, concluye diciendo: "el duelo es algo que tenemos que aprender por experiencia propia" (página 17), un camino que a duras penas tenemos que recorrer solos. Pero quizás el regalo mayor, para mí al menos, en este ámbito de los paratextos, sea el punto de libro que viene con el volumen, en el que se reproduce el retrato que le hizo Felipe Pérez-Enciso, con motivo del homenaje que le rindieron a Javier Marías los antiguos alumnos y compañeros del colegio Estudio, el 4 de noviembre del 2022.
La muerte de Javier Marías, el 11 de septiembre del 2022, cuando estaba a punto de cumplir 71 años, ha traído consigo el cierre de la editorial Reino de Redonda, fundada en el 2000, y con algo más de cuarenta títulos en su haber. Este que nos ocupa será su último volumen. Tampoco podrán mantener vivo el fondo sus herederos, como se había pensado, por razones económicas, aunque la intención sea que, mientras quede dinero suficiente, seguir sosteniéndolo. Por último, se nos da noticia de la creación, por parte de la autora y sus hijos, de la Fundación Javier Marías para la investigación del impacto neurológico del SDRA, o Síndrome de dificultad respiratoria aguda.
El libro se compone de las reflexiones de Carme López Mercader sobre su duelo, tras la muerte de Javier Marías, su marido. Tiene algo de planto y elegía, aunque esté escrito en prosa y el estilo no sea lo más relevante, sino los sentimientos y circunstancias, la melancolía y un cierto tono elegíaco, así como lo que nos cuenta sobre su relación con el escritor, discreto siempre con sus relaciones íntimas, las costumbres cotidianas que habían ido adquiriendo.
A la autora la conocíamos por las dedicatorias de los libros de Marías. Si las repasamos, son muchas, podemos hacernos una idea de lo mucho que significó para el autor. Sabíamos que Carme y Javier se conocieron en 1992 en la editorial Anagrama, que aquí no se cita, donde ella era la responsable de la producción, y que habían seguido juntos hasta el fallecimiento del escritor, compartiendo una casa en Sant Cugat, en la calle Pahissa, cerca -por cierto- de la de Francisco Rico, personaje en varias de sus novelas, aunque Javier y Carme tenían, además, la suya propia en Madrid y Barcelona, respectivamente.
¿Qué supone la muerte de un ser querido, cómo se pasa el duelo, cuánto dura la pena, qué efectos y cambios de conducta produce en la persona que sobrevive, y cuándo y cómo se reinicia la vida cotidiana? Estas son solo algunas de las cuestiones que trata la autora en su libro, que casi coincide con la publicación de otro semejante de Paloma Díaz-Mas (Las fracturas doradas, Anagrama, 2024), con motivo de la muerte de su hermano Miguel, y del que nos ocuparemos también en este diario.
Duelo sin brújula se compone de quince capítulos titulados, una Nota previa y un Epílogo, denominado Eternidad. Algunos de esos títulos remiten a las experiencias vividas por la autora, bien sea el dolor ("no esperaba que […] el dolor fuese a ser tan feroz", página 23; "el dolor cansa", recuerda que decía Javier Marías, página 47), bien el consuelo. Pero, además del carácter doliente de la experiencia, llama la atención cómo rechaza los tópicos al uso (hay que continuar, debes seguir adelante, tienes que distraerte…), el llamado pensamiento positivo, con que amigos, sin duda con buenas intenciones, pretendían consolarla, si bien con escaso éxito.
No aparece referencia alguna a la familia de Javier Marías, ni tampoco a sus amigos más cercanos. En un artículo titulado Aurora (El País Semanal, 24/VII/2022, página 74), en homenaje a Aurora Martín, recordaba Javier Marías a "las personas que me son queridas y próximas": "mi mujer Carme, Mercedes [López-Ballesteros], Aurora [Martín] y Lola, mis amigas Daniella [Elide Pitarello] y Julia [Altares], mis amigos Eric [Southworth] y Tano [Agustín Díaz Yanes]". El caso es que su fallecimiento estuvo rodeado de suma discreción, a pesar del mucho tiempo que duró su hospitalización, "el verano de su agonía", como lo llama la autora, cuando creían que solo se trataba de una pequeña intervención, no se supo a ciencia cierta qué le había sucedido, por lo que surgieron distintos rumores: ¿fue el tabaco, que la autora tacha de "colaborador necesario de su muerte" (página 66), y la covid? En El País se dijo que había muerto de una neumonía.
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Sea como fuere, si este libro nos interesa, como es mi caso, es porque trata de Javier Marías y de los sentimientos que su muerte suscitó en su última compañera, la autora de estas páginas, con el relato de ciertos detalles de su vida en común. Pues, como el escritor comentó en sus libros, y aquí se recuerda, "el matrimonio es una institución narrativa" (página 39). Mi opinión sobre el escritor, mi trato con Javier Marías, más a través del fax o del correo electrónico que en persona, aunque tampoco faltaron los encuentros, no ha cambiado, porque me ofreció siempre su cara amable, dialogante, paciente y generosa. Por su parte, la autora, desmintiendo una imagen estereotipada del escritor que ha circulado, pues no se prestaba a componendas, nos recuerda "la bondad de sus actos" y "la inmensa y diría que casi ilimitada generosidad que lo movía" (página 41), sobre la que hizo algunas confesiones en sus artículos.
No quiero dejar de decir que, frente a lo que se afirma a veces, por algunos escritores y teóricos de la literatura, todo lo que tiene que ver con un escritor, con sus avatares vitales, puede servirnos para comprender mejor su obra, que al fin y a la postre es de lo que se trata. Y esta muestra del duelo de Carme López Mercader es buena prueba de ello.
* Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y crítico literario.