Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960)

Fran Garcerá

Poesía soy yo.

Poetas en español del siglo XX (1886-1960)Raquel Lanseros y Ana Merino (eds.)VisorMadrid2016

Construir una antología que pretenda ampliar y compensar los límites del canon literario establecido es una labor que en contadas oportunidades se reconoce como debería. En la mayoría de casos, se hace más hincapié en señalar las ausencias que padecen este tipo de trabajos, que en las presencias que incluyen y que proporcionan a quien se adentra en sus páginas, ignoradas perspectivas con las que enriquecer su horizonte literario.

En Poesía soy yo, Raquel Lanseros y Ana Merino proponen 82 autoras hispanoamericanas nacidas desde finales del siglo XIX hasta el año 1960, para ofrecer un repertorio heterogéneo de estilos y tendencias desde las distintas culturas hispanohablantes. De esta forma, además del amplio arco temporal de 74 años que abarca la antología, Lanseros y Merino, también poetas, consiguen triunfar sobre las fronteras nacionales que recogen, difuminándolas a favor de un distinto mapa literario. Elaboran para las autoras seleccionadas un espacio nuevo, una geografía propia donde sus poemas pueden dialogar del mismo modo que en la realidad de su momento histórico. No es desconocida la relación amistosa que compartió la chilena Gabriela Mistral con la española Carmen Conde y este volumen vuelve a unirlas en el papel como ellas mismas lo hicieron en la vida. Este conjunto de voces, de miradas y de trayectorias vitales diversas que comulgan en un mismo lugar permiten al lector no solo descubrir sus poéticas, sino indagar sobre el mundo y el individuo desde nuevas perspectivas.

Esta selección consciente de poetas devuelve a la actualidad voces en su mayoría relegadas a un segundo plano durante años como Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, Lucía Sánchez Saornil, Concha Méndez, Josefina de la Torre, Julia de Burgos, Rosa Chacel, Gioconda Belli, Ernestina de Champourcin, Josefina Plá, Concha Lagos, Susana March, Rosario Castellanos o Eunice Odio. También a otras prácticamente desconocidas en nuestro país: Claudia Lars, Yolanda Bedregal, Idea Vilariño, Amanda Berenguer, Blanca Varela, Ángela Valle, Fina García Marruz, Alaíde Foppa, Lydia Dávila, Nancy Morejón, Julieta Dobles, Elsa Cross o Marisa Di Giorgio. Muchas de ellas siguen elaborando una sólida obra, como son los casos de María Victoria Atencia, Angelina Gatell, Ida Vitale, Claribel Alegría, Dionisia García, Clara Janés, Renée Ferrer, Juana Castro, Verónica Zondek, Pureza Canelo, Ana Rossetti, Isla Correyero, Ana Istarú o Blanca Andreu. Pero esta antología no trata de precisar solo un número determinado de autoras con el fin de presentar una lista, como sabemos en estos casos, siempre subjetiva e incompleta. Lo que sus antólogas pretenden es dar a conocer a una serie de poetas, cuyo compromiso con su obra y con la literatura fue y es indiscutible.

“Aún no hace mucho tiempo, / cuando el mundo era vidrio del color de la dicha, no un puñado de arena, / te mirabas en alguien igual que en un espejo que te embellecía.”, clama otra de las poetas antologizada, la argentina Olga Orozco. Efectivamente, todos los poemas incluidos, llenos de una fuerza y una curiosidad inagotables, otorgan al lector, como decíamos, la oportunidad de contemplarse desde paradigmas literarios singulares que de otra forma sería muy difícil que coincidieran en un mismo lugar. Temas universales como la acogida de la muerte, la constatación del amor y la sexualidad o el paso inevitable del tiempo, coinciden en sus versos. También, la incansable lucha que llevaron a cabo para configurarse un espacio como mujeres en el ámbito de lo público: “Yo soy como la loba. Ando sola y me río / Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío / Donde quiera que sea, que yo tengo una mano / que sabe trabajar y un cerebro que es sano”, escribiría al respecto Alfonsina Storni. Asimismo, la denuncia social conforma espíritus tan enérgicos como el de Ángela Figuera Aymerich y sus poemas, publicados en torno a los años cincuenta del pasado siglo, pueden aplicarse al mundo que vivimos hoy: “No quiero / que la tierra se parta en porciones, / que en el mar se establezcan dominios, / que en el aire se agiten banderas, / que en los trajes se pongan señales”.

Este grito incansable entronca con su búsqueda humana, que lleva a muchas de ellas hasta la divinidad: “Señor, la que hiciste a tu imagen está sola. / Ha perdido el rumbo y su boca que ha comido de tu cuerpo / su boca que ha bebido de tu sangre está muda”. Si en estas palabras de la poeta dominicana Soledad Álvarez, Dios se vuelve pregunta y respuesta insatisfecha, otras autoras como la española Juana Castro vuelven sus ojos hacia el reconocimiento de su genealogía femenina: “Pero el cuerpo esta savia / venida de mi madre de mi abuela / me explota aquí en las sienes / en el sol y en la sangre”.

En definitiva, nos encontramos ante una antología clave para la preservación de algunas de las voces más significativas del ámbito hispanoamericano del último siglo, que consigue aunar no solo las singularidades de unas autoras que lograron y logran abrirse camino en el ámbito de lo literario, sino que ensambla en una misma entidad geografía, tiempo y espacio vital a través de sus obras. Poesía soy yo, se erige como herramienta de recuperación fundamental para estimular nuevas lecturas y líneas de estudio de su poesía, a favor de un panorama más completo y enriquecedor del mapa canónico de la literatura.

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*Fran Garcerá es investigador en formación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Su última publicación es la edición e introducción del libro Pez en la tierra de la poeta Margarita Ferreras (Torremozas, 2016).

Fran Garcerá Pez en la tierra de la poeta Margarita Ferreras

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