Los diablos azules
Sherezade en el exilio
¡Por fin! se publica en este país una antología con microrrelatos de José de la Colina (Santander, 1934), español exiliado y afincado en México. La antología, con el título de uno de sus micros, Yo también soy Sherezade, ha visto la luz en la Editorial Menoscuarto, con prólogo y edición del profesor y crítico literario Fernando Valls. Un libro que recoge una pequeña biografía de José de la Colina para acercarnos a este escritor y sus avatares de infancia, pues a él la Guerra Civil le pilló siendo un niño. También hace un repaso de su extensa bibliografía así como de los criterios seguidos para esta edición.
El libro consta de 64 microrrelatos en los que se van entreverando las distintas metamorfosis, algo muy presente en José de la Colina, quizás por las diferentes metamorfosis y cambios drásticos en su vida, fruto de los avatares sociales y políticos de su época. Así, aparece la metamorfosis según la otra Biblia, según Miguel de Cervantes o Shakespeare, según Samuel Butler, según Pascal o Lewis Carroll, pero también la metamorfosis contada en el sofá del psicoanalista o según la sección de avisos de un periódico. Otra de las características de esta antología es el haber recogido los microrrelatos que parten de la cultura clásica o la historia; así tenemos, además del que da título a la antología, Teseo, Orfeo llora a Eurídice, Diógenes, Salomé, Lilith; o bien La Cabeza Parlante, Cervantes, La compañía Trebisonda… O aquellos influenciados por su afición al cine, tales como La Garbo, La sirena Williams, o Marilyn. Cierra el libro una serie de notas del editor a los microrrelatos y una explicación de la procedencia de los textos, así como un epílogo, a modo también de microrrelato, bajo el título de El reverso del tapiz. Este libro está hecho para disfrutarlo, releer las veces que haga falta y dejarse empapar por el sentido del humor de José de la Colina, algo bastante frecuente en los escritores mexicanos.
Uno de los microrrelatos que hay en el libro se titula Cuento de las croquetas de huevo, que me da pie para contar cómo se cocinó esta antología. Hace tres años pasé una temporada en México. Llevaba el correo electrónico de José de la Colina para conseguir una entrevista que saldría en la revista literaria Quimera y, de paso, conseguir autorización para realizar esta antología. Lo conseguí con artes no muy literarias: le llevé un táper con croquetas de pollo. Sabía que para un exiliado español, siendo cántabro, unas croquetas bien hechas eran un argumento irrefutable, como así fue. La entrevista salió y hoy, tres años después, sale la antología de la mano de Fernando Valls en quien José de la Colina depositó su confianza.
José de la Colina es un escritor (no solo de microrrelatos) que ha ganado todos los premios literarios habidos y por haber en México, entre ellos el Mazatlán de Literatura por Libertades imaginarias, el mismo premio que ganaron Rulfo, Octavio Paz (del que fue muy amigo) o Arreola. Una generación de grandes, como José de la Colina. ¿Por qué, entonces, es un desconocido en nuestro país, incluso entre los cuentistas que nos preciamos de indagar y buscar? Lisa y llanamente porque es un escritor del exilio. Es una cortina opaca que cayó y sigue existiendo debido a nuestra desmemoria histórica, al poco esfuerzo en recoger, reconocer y mimar a los nuestros, aunque no vivan aquí. También le pasó a Max Aub. Y a muchos más. Él tiene una teoría para ello, una teoría de hombre sin fronteras: se considera parte de un planeta llamado Extranjía, perteneciente a un siglo que ha producido, con todas sus guerras, un número inmenso de exiliados y refugiados que han huido de ellas. Todos los expulsados de distintos lugares del mundo pertenecen a ese planeta, por eso no se siente español ni mexicano y sí un poco de ambas partes, pero sobre todo de Extranjía.
Hagamos ahora un esfuerzo por recuperarlo, por saber quién es este hombre, este escritor.
José de la Colina es hijo de un tipógrafo anarquista encargado de la defensa de Santander, ciudad que cayó pronto en manos de los nacionales, según él, porque su padre capitaneaba un ejército con republicanos por un lado, socialistas y comunistas por otro, y anarquistas en medio, todos pegándose entre sí. Su padre desapareció y la familia pensó que había muerto. El Gobierno de la República se encargó de sacar de la ciudad a la mujer y a sus hijos, uno de ellos el pequeño José, y cruzaron el Pirineo. Posteriormente una familia belga los acogió, la madre como criada a la que permitieron convivir con los niños, hasta que un día otro anarquista le informó de que habían visto a su marido en un campo de concentración en Francia. Cogió a los dos pequeños y se fue campo por campo hasta que dio con él. Después, la huida en barco hasta Cuba, donde José de la Colina cuenta que, siendo un niño, vio por primera vez a un negro, “con esos labios rojos y gordotes, ese color de la piel”. Los pasajeros echaban unas monedas desde el barco atracado en el puerto y los cubanos se echaban al mar a recogerlas. Después de Cuba vino Santo Domingo, y por fin, en 1941, México. Estudió en el Colegio España, donde daban clase los exiliados republicanos españoles, fue su escuela y su Universidad. Amigo de Buñuel, se presentó al cásting para hacer el papel de protagonista de Los olvidados, pero fue desechado por no tener pinta de indígena. Como él mismo decía, la primera vez que ocurría al revés, ser rechazado por güerito.
Su primer libro fue Cuentos para vencer a la muerte (1955) en la colección que Arreola dirigía para dar a conocer a nuevos escritores. Después siguieron Ven, caballo gris (1959) y La lucha con la pantera (1962), de gran difusión y fama en México. En 1993 sale la primera edición de Buñuel por Buñuel, una serie de conversaciones con el director de cine. Le siguen Tren de historias (1998) y El álbum de Lilith (2000). En el 2002 gana el Premio Mazatlán de Literatura por Libertades imaginarias (2001). En el año 2004 sale una recopilación titulada Traer a cuento, que recoge sus escritos entre 1959 y 2003. Posteriormente Muertes ejemplares (2004), Zigzag (2005), Personerío (del siglo XX mexicano) (2005) y Portarrelatos (2007). En el año 2013 gana el premio Xavier Villaurrutia por De libertades fantasmas o de la literatura como juego. En España, tal y como cuenta Fernando Valls en el prólogo, aparece en 1971 un relato suyo, "Los viejos", en Papeles de Son Armadans, revista dirigida por Camilo José Cela. Tiene también varios libros de cine: El cine italiano (1962), Miradas al cine (1972), El cine del “Indio” Fernández (1984) y Un arte de fantasmas (2013).
Por su faceta periodística le fue concedido en el año 1984 el Premio Nacional de Periodismo Cultural.
Ahora existe la posibilidad de leer esta antología. Aparte de dejarnos imbuir por el sentido de humor y cultura clásica que rezuma toda su obra, recuperaremos un poco de esa memoria del exilio tan desconocida. Gran favor a nuestra vida y a nuestros sentimientos, eso seguro. Y si alguna vez encuentran algo de este escritor, en alguna librería de segunda mano o en algún viaje a México, cómprenlo y si no saben qué hacer con él, pues se lo regalan a algún cuentista. O a cualquier lector que se precie. Disfrutará muchísimo porque todos podemos ser Sherezade.
*Carmen Peire es escritora. Su último libro es Carmen PeireEn el año de Electra (Evohé, 2014).