Estos poemas fueron recitados por la escritora portuguesa Ana Luísa Amaral (Lisboa, 1956), ganadora del último Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, con motivo de la Bienal Internacional de Poesía de Moscú. Lo hizo en conversación con la poeta y doctora por la Universidad de Salamanca Marisa Martínez Pérsico, que traduce también estos versos y que se encargaba, junto al poeta griego Dimitris Angelis, de coordinar la Sección Sudeuropea (Southern Hub) del festival. Se recogen también los comentarios con los que Amaral fue introduciendo sus poemas.
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Ana Luísa Amaral. Bien, voy a leer en primer lugar, como acordamos, un poema que se llama “Prece no Mediterrâneo” [Oración en el Mediterráneo] que pertenece al libro Ágora, que es un libro que dialoga con la Biblia. Aquí aparece el Milagro de los Panes y los Peces que decora esa basilica increíble que es Sant'Apollinare Nuovo, en Ravenna. El poema es sobre los refugiados.
Prece no Mediterrâneo
Em vez de peixes, Senhor,
dai-nos a paz,
um mar que seja de ondas inocentes,
e, chegados à areia,
gente que veja com coração de ver,
vozes que nos aceitem
É tão dura a viagem
e até a espuma fere e ferve,
e, de tão alta, cega
durante a travessia
Fazei, Senhor, com que não haja
mortos desta vez,
que as rochas sejam longe,
que o vento se aquiete
e a vossa paz enfim
se multiplique
Mas depois da jangada,
da guerra, do cansaço,
depois dos braços abertos e sonoros,
sabia bem, Senhor,
um pão macio,
e um peixe, pode ser,
do mar
que é também nosso
Oración en el Mediterráneo
En vez de peces, Señor,
danos paz,
un mar que sea de olas inocentes,
y una vez en la arena
gente que mire con el corazón abierto,
voces que nos acepten
El viaje es tan difícil
que hasta la espuma hiere y hierve,
y es tan alta que ciega
durante la entera travesía
Haz, Señor, que no haya
muertos esta vez,
deja las rocas lejos,
que el viento amaine
y que tu paz por fin
se multiplique
Que después de la balsa
la guerra, la fatiga,
tras los brazos abiertos y sonoros,
haya, Señor,
un poco de pan tierno
y un pescado, tal vez,
del mar
que es también nuestro
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Ana Luísa Amaral. Y ahora voy a leer un poema breve que se llama “Matar é fácil” [“Matar es fácil”]. Esto pasó de verdad. Yo estaba en París y este mosquito se posó en la página donde estaba escribiendo.
Matar é fácil
Assassinei (tão fácil) com a unha
um pequeno mosquito
que aterrou sem licença e sem brevet
na folha de papel
Era em tom invisível,
asa sem consistência de visão
e fez, morto na folha, um rasto
em quase nada
Mas era um rasto
em resto de magia, pretexto
de poema, e ardendo a sua linfa
por um tempo menor
que o meu tempo de vida,
não deixava de ser
um tempo vivo
Abatido sem lança, nem punhal,
nem substância mortal
(um digno cianeto ou estricnina),
morreu, vítima de unha,
e regressou ao pó:
uma curta farinha triturada
Mas há-de sustentar,
tal como os seus parentes,
qualquer coisa concreta,
será, daqui a menos de anos cem,
de uma substância igual
à que alimenta tíbia de poeta,
o rosto que se amou,
a pasta do papel onde aqui estou,
o mais mínimo ponto imperturbável
de cauda de cometa
Matar es fácil
Asesiné (tan fácil) con la uña
un pequeño mosquito
que aterrizó sin permiso y sin licencia
en la hoja de papel
Era tan insustancial,
de alas imperceptibles a la vista,
que dejó, muerto en la hoja, un rastro
igual a casi nada
Pero era un rastro
con un resto de magia, un pretexto
de poema, y con su linfa ardiendo
por un tiempo más breve
que mi vida
no dejaba de ser
un tiempo vivo
Abatido sin lanza ni puñal,
sin sustancia mortal
(digno cianuro o estricnina),
murió, víctima de una uña,
y volvió al polvo:
una efímera harina triturada
Mas ha de contener,
igual que sus parientes,
una cosa concreta,
que de aquí a unos cien años,
será la misma sustancia
la que alimenta la tibia de un poeta,
el rostro que se amó,
el pedazo de papel en el que escribo,
el más pequeño punto imperturbable
en la cola de un cometa (traducción mía – MMP)
*
Ana Luísa Amaral. Y para terminar, “O excesso mais perfeito” [“El exceso más perfecto”]. Fue el primer poema traducido al italiano por Livia Apa, en Parma (con ese jamón maravilloso que hay en Parma, ñam, ñam, ñam).
O excesso mais perfeito
Queria um poema de respiração tensa
e sem pudor.
Com a elegância redonda das mulheres barrocas
e o avesso todo do arbusto esguio.
Um poema que Rubens invejasse, ao ver,
lá do fundo de três séculos,
o seu corpo magnífico deitado sobre um divã,
e reclinados os braços nus,
só com pulseiras tão (mas tão) preciosas,
e um anjinho de cima,
no seu pequeno nicho feito nuvem,
a resguardá-lo, doce.
Um tal poema queria.
Muito mais tudo que as gregas dignidades
de equilíbrio.
Um poema feito de excessos e dourados,
e todavia muito belo na sua pujança obscura
e mística.
Ah, como eu queria um poema diferente
da pureza do granito, e da pureza do branco,
e da transparência das coisas transparentes.
Um poema exultando na angústia,
um largo rododendro cor de sangue.
Uma alameda inteira de rododendros por onde o vento,
ao passar, parasse deslumbrado
e em desvelo. E ali ficasse, aprisionado ao cântico
das suas pulseiras tão (mas tão)
preciosas.
Nu, de redondas formas, um tal poema queria.
Uma contra-reforma do silêncio.
Música, música, música a preencher-lhe o corpo
e o cabelo entrançado de flores e de serpentes,
e uma fonte de espanto polifónico
a escorrer-lhe dos dedos.
Reclinado em divã forrado de veludo,
a sua nudez redonda e plena
faria grifos e sereias empalidecer.
E aos pobres templos, de linhas tão contidas e tão puras,
tremer de medo só da fulguração
do seu olhar. Dourado.
Música, música, música e a explosão da cor.
Espreitando lá do fundo de três séculos,
um Murillo calado, ao ver que simples eram os seus anjos
junto dos anjos nus deste poema,
cantando em conjunção com outros
astros louros
salmodias de amor e de perfeito excesso.
Gôngora empalidece, como os grifos,
agora que o contempla.
Esta contra-reforma do silêncio.
A sua mão erguida rumo ao céu, carregada
de nada –
El exceso más perfecto
Quería un poema de respiración tensa
y sin pudor.
Con la elegancia redonda de las mujeres barrocas
y un refinado arbusto en su reverso.
Un poema que, de solo verlo, Rubens envidiase
desde lo hondo de tres siglos,
con un cuerpo magnífico recostado en un sofá,
y los brazos desnudos, reclinados,
con brazaletes tan (pero tan) bellos,
y un Cupido en la cima,
en su nicho de nubes,
para cuidarlo con ternura.
Quería un poema así.
Más allá de los ideales griegos
de equilibrio.
Un poema hecho de excesos y dorados
pero, aún así, hermoso de una fuerza oscura
y mística.
Ah, como quería un poema diferente,
de la pureza del granito, y la pureza del blanco,
y la transparencia de las cosas transparentes.
Un poema que exultara de angustia,
un gran rododendro color sangre.
Una entera avenida de rododendros donde el viento,
al pasar, se detuviera deslumbrado
y en desvelo. Y se quedara allí, preso en el canto
de sus brazaletes tan (pero tan)
bellos.
Desnudo, de redondas formas, tal poema quería.
Una contrarreforma del silencio.
Música, música, música ocupando su cuerpo
y el cabello con trenzas de flores y serpientes,
y una fuente de asombro polifónico
corriéndole en los dedos.
Tumbado en un sofá de terciopelo,
con su desnudez plena y redonda
haría palidecer grifos y sirenas.
Y los pobres templos, de líneas tan limpias y tan puras,
temblarían de miedo ante el fulgor
de su mirada. De oro.
Música, música, música y explosión de color.
Asomado desde el fondo de tres siglos,
un Murillo callado vería qué sencillos habían sido sus ángeles
comparados con los ángeles desnudos de este poema,
cantando a coro junto a otros
astros rubios
salmos de amor y de un perfecto exceso.
Como los grifos palidece Góngora
ahora que lo observa.
Esta contrarreforma del silencio.
Su mano levantada rumbo al cielo, cargada
de nada –
Ver másAl filo de la locura
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Ana Luísa Amaral es poeta, ganadora del XXX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y autora de más de una treintena de libros. Los más recientes son Ágora (2019) o What's in a name (2017).
Marisa Martínez Pérsico es poeta y doctora en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca.
Estos poemas fueron recitados por la escritora portuguesa Ana Luísa Amaral (Lisboa, 1956), ganadora del último Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, con motivo de la Bienal Internacional de Poesía de Moscú. Lo hizo en conversación con la poeta y doctora por la Universidad de Salamanca Marisa Martínez Pérsico, que traduce también estos versos y que se encargaba, junto al poeta griego Dimitris Angelis, de coordinar la Sección Sudeuropea (Southern Hub) del festival. Se recogen también los comentarios con los que Amaral fue introduciendo sus poemas.