‘La última salida’, de Federico Axat

Sonia Asensio

La última salidaFederico AxatDestinoBarcelona2016La última salida

Los libros tienen sus cosas. Las tres últimas novelas que he leído no se parecen en nada y sin embargo se han enlazado de un modo sutil. Federico Axat nos sumerge en las frescas aguas veraniegas que tanto necesitamos con La última salida(Destino), donde Ted, el protagonista, un hombre rodeado de una bonita familia, una casa deliciosa, una vida confortable, se nos presenta a punto de pegarse un tiro. Pero llaman insistentemente a la puerta y decide abrir. A partir de ahí comienza un juego siniestro que mantiene alerta al lector hasta su última página. Otro suicidio romántico con pistola en mano nos traerá también las primeras páginas de Echeverría, el primer poeta de Argentina.

Echeverría, como ya dije en otra ocasión, es una gran novela sobre un tipo que nos dejará para siempre el runrún de la eterna cuestión que gira en torno a la utilidad de la literatura. El amor, o su ausencia, que llevará al joven Estebita Echeverría a plantearse la posibilidad de ser un nuevo Werther, se llama Martina. Y Martina es el hilo conductor de la última y genial novela de Rafael Reig, Señales de humo. Manual de literatura para caníbales I (Tusquets)Del título me quedo, ciegamente, con el I, pues eso implica recordar el volumen que se publicó en 2006 y que ahora queda como segunda parte, y estoy deseando que se publique de nuevo para que los lectores puedan seguir leyendo una novela espléndida, divertida, reflexiva, con un punto de vista distinto sobre la historia de nuestra literatura española.

Martín es profesor de literatura en un instituto público. Es decir, es una persona privilegiada, pues tiene el mejor trabajo del mundo. Sólo los que somos profesores conocemos la magia que se produce cuando se cierra la puerta del aula y se abre una novela o una antología poética o una obra de teatro. Pero Martín ha conseguido algo más: ha viajado en el tiempo y ha conocido a la mujer que recitó al oído la primera jarcha mozárabe. Transfigurándose en distintos seres paseará sus personalidades desde el origen de la Edad Media hasta la muerte de Cervantes. En el camino conocerá la seducción de los juglares, el comienzo de la épica castellana, el amor como único tema de la literatura, pues él sabe que el Cid lleva a cabo toda su empresa y deja crecer sus luengas barbas sólo por su homme, su rey, su querer. Mon homme. Sin amor no somos nada. Nihil sum.

Amigo de Fernando de Rojas. el protagonista oirá en primera persona el conjuro del hilado de Celestina o estará a punto de ser capturado por la Inquisición por su amancebamiento con Martina. Asistirá a la muerte pública de Álvaro de Luna y verá, convertido en el gato de Lope de Vega, escribir al viejo Miguel de Cervantes con un vaso de vino al lado.

“Las emociones tienen una textura narrativa”. Las mujeres y los hombres estamos destinados a contar. Las cuevas de Altamira o los pliegos sueltos, los romances de ciego, las comedias de Lope. El endecasílabo petrarquista y los sonetos de Garcilaso (¿es cierto que a Garcilaso de la Vega no le gustaban las mujeres?) y la defensa siempre del arte popular o tradicional. El desengaño barroco y los melifluos Austrias.

Y el eco en nuestros días. Podemos enseñar a nuestros alumnos que “aunque tú no lo sepas, me he inventado tu nombre” podría ser un verso quejumbroso de Garcilaso, que Gil de Biedma revolotea al lado de Petrarca o de un romance anónimo, que “se puede quemar un libro pero la risa no desaparecerá”. Defensa de la risa y del arte, de la literatura como sentir de un pueblo. Deseo de contar y pasión por leer o por escuchar. Descubrir a François Villon. “Entre el dolor y la nada yo me quedo con el dolor”. Disfrutar del poso en César Vallejo, en Kafka o en Faulkner.

Martín está ahora encerrado en un sanatorio mental. El profesor que conoció al Arcipreste de Lázaro está, según dicen, loco. Es un hecho que no podemos viajar en el tiempo y apenarnos del hambre de Lope. O quizás sí. Estoy decidida a coger el primer tren que me lleve a visitar a Martín, aunque digan que sólo es un personaje creado por Rafael Reig. Por cierto, Echeverría (Anagrama) es una novela de Martín Caparrós. Martín es el protagonista de Señales de humo. Y Axat y Caparrós son argentinos. Señales… ¿sólo de humo?

*Sonia Asensio es profesora de literatura en el IES Juanelo Turriano de Toledo.Sonia Asensio

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