Manuela Carmena se sintetiza, para Maruja Torres, en un gesto. Madrid, agosto. Acaba de empezar el primer encuentro de la media docena que conforma el libro Manuela Carmena en el diván de Maruja Torres (Planeta), recién estrenado. Mientras charlan, sentadas en una sala del Hotel de las Letras, la periodista y escritora se levanta a buscar algo en su bolso. Antes de que haya podido hacerlo, la alcaldesa abandona la silla y se lo alcanza. "Ni siquiera se ha dado cuenta de que lo ha hecho. Me parece que ayudar es algo instintivo en ella", escribe Torres.
El retrato de la exjueza metida a política es amable. Aunque la escritora asegura que este no es "un libro hagiográfico", sino "empático", está claro que Carmena —compañera de generación, ambas pasan los 70 y se llevan 11 meses— le causa simpatía. "Con la edad, ha dejado de interesarme buscar piezas a las que crucificar a cambio de lucirme. Prefiero que aquellas personas a quienes admiro se muestren, se abran y se queden con vosotros cuando hayáis terminado la lectura", deja dicho en el prólogo. La admiración y la conexión entre ambas es evidente a lo largo de las 200 páginas que recorren juventud, amores, trabajo e ideas de la candidata que hizo arrasar a Ahora Madrid.
Por eso le da especial rabia los titulares que ya ha empezado a dar su libro. El primero tenía que ver con el estado anímico de la alcaldesa. "Todo esto, querida Maruja, es absolutamente excesivo. Me desborda. No soy feliz ahora, y eso no es bueno. (...) Te aseguro que, si pudiera rebobinar a febrero pasado, mantendría mi no inicial a presentarme a alcaldesa", decía Carmena en uncorreo electrónicoa su retratista, escrito durante las vacaciones. Tal ha sido el revuelo —se puede contar una veintena de medios que publicaron un artículo sobre su felicidad—, que se vio obligada a matizar sus declaraciones a través de Facebook. "Como habréis leído en prensa, [el libro] recoge reflexiones hechas el pasado verano, en el momento en que mis vacaciones familiares fueron sometidas a escrutinio público", contextualizaba. Y añadía: "Estoy muy contenta y satisfecha con el trabajo que estamos haciendo en el Ayuntamiento de Madrid y sé que vamos a hacer mucho más y mejor en los próximos tres años y medio".
"Es sensacionalismo", protesta Maruja Torres, que se revuelve en el sofá de un hotel de Madrid. Viendo su nervio, y el verbo abundante de la alcaldesa, es fácil imaginar las veloces conversaciones que llenan el libro. "Pensé que lo primero que sacarían es el sexo, pero han tardado dos días. Fueron primero a ver si podían sacar algo que decepcionara a sus votantes", asegura. Porque, sí, Carmena habla de sexo. No han tardado en salir los titulares que unen su apellido a "clítoris" o "masturbación". Porque no se corta: "Los hombres tienen que trabajar aún para asumir la cantidad de placeres que hay sin penetración". Qué joya de entrevistada, ¿no? "[Los medios] pueden sacar un montón de titulares, porque ella es generosa hablando y yo soy lista", señala Maruja Torres, divertida.
Es la propia periodista la que señala otro asunto que creía que los medios tratarían. En un momento dado, Carmena señala otro momento de infelicidad en su vida: "Fui muy desgraciada cuando ocurrió lo de mi marido, lo de la quiebra, eso ha sido muy fuerte". Se refiere al cierre de la empresa de su pareja desde la juventud, Eduardo Leira, director de I3 Consultores, que se declaró insolvente en 2012. Otras declaraciones harían las delicias de algunos periódicos de derechas: "El que la izquierda no haya sabido o no haya podido, a lo largo de la historia, consolidar o conquistar todo lo que se pretendía no nos puede hacer olvidar hasta qué punto los grandes períodos de regímenes comunistas, socialistas o de socialdemócratas han sido determinantes para mejorar aspectos básicos de la vida de muchísimas personas". "Amén, Manuela", responde la periodista.
Los titulares nacidos del libro parecen confirmar lo que PP y ciertos medios, como el Abc, bautizaron como "ocurrencias". Durante la entrevista, ambas comentan una de ellas: la sugerencia de que los universitarios se concienciaran sobre la limpieza trabajando como barrenderos voluntarios de forma "ocasional". De nuevo, revuelo. "En esta época suena fatal eso, suena a equipo de trabajo con grilletes", reconoce Maruja Torres, "Pero si se lía es porque hemos retrocedido en humor, tolerancia y educación. Ahora Tierno Galván hubiera durado dos horas". No es la primera vez que se compara a Carmena con el alcalde del Partido Socialista Popular. Y, de hecho, fue una de las ideas utilizadas en la campaña espontánea que se organizó en torno a ella en mayo.
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Torres se entusiasma: "¡Por eso hay que confiar en esta gente! Cuando se organiza la resistencia contra los nazis, no es que se reúnan y digan :'Vamos a crear la resistencia'. Es un tipo que sale con un pasquín en el que pone 'Nazis go home' o lo que fuera. Y lo pone jugándose la vida en la pared. Es decir, que la resistencia la hace la gente que dedica su dedicación y optimismo". Y lo que le inquieta ahora es justamente el optimismo. Ve con preocupación cómo cae Podemos en las encuestas. O Pablo Iglesias, a quien ve "cansado y gruñón". Da una receta política que bien podría servir para las relaciones de pareja (o quizás al revés): "Hay que saber superar el momento de la ilusión y llenarlo con ilusiones nuevas. Nadie nos dijo que esto iba a ser fácil".
No cede tampoco ante las fricciones dentro de Ahora Madrid, un movimiento de confluencia en el que se intuyen tensiones como la que ha llevado a sus concejales a votar por libre sobre un "pelotazo" urbanístico en Chamberí. Carmena, en el libro, parece debatirse entre la admiración hacia sus jóvenes compañeros y la exasperación ante su gusto por lo que ella diagnostica como viejas estructuras de partido. La periodista hace de traductora de su contemporánea: "Manuela es muy avanzada, en los métodos también, no solo en su pensamiento. Se pregunta: '¿Por qué lo hacemos así, si de otra manera ahorraríamos tiempo?'. Pero los partidos en seguida se aparatizanaparatizan. Imagina en los plenos, las reuniones… Ella es la pequeña Celia en acción". Completa la descripción alabando su capacidad de utilización del tiempo y su "coquetería": "Me recuerda a las actrices de los años cuarenta o cincuenta [La imita recostándose en el sofá, posando para un fotógrafo imaginario]. A Lauren Bacall".
Pese a la cercanía sentimental e ideológica, hay una cosa que no comparte con la alcaldesa: la voluntad de "seducir" a todos, tal y como lo expresó en su discurso tras la victoria de las municipales. "Ella cree en la reinserción y yo soy más de penetración", suelta entre carcajadas. "La calumnia les funciona. Y repetirla, repetirla. Contra eso, ¿qué haces? Yo, personalmente, encerrarme en mí misma", insiste. Salvo cuando le toca afrontar varias jornadas de promoción: "Y encima hablando de otra persona. Soy una santa".
Manuela Carmena se sintetiza, para Maruja Torres, en un gesto. Madrid, agosto. Acaba de empezar el primer encuentro de la media docena que conforma el libro Manuela Carmena en el diván de Maruja Torres (Planeta), recién estrenado. Mientras charlan, sentadas en una sala del Hotel de las Letras, la periodista y escritora se levanta a buscar algo en su bolso. Antes de que haya podido hacerlo, la alcaldesa abandona la silla y se lo alcanza. "Ni siquiera se ha dado cuenta de que lo ha hecho. Me parece que ayudar es algo instintivo en ella", escribe Torres.