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Monica Bellucci recibe el premio Donostia: "Hay mujeres que tienen mucho poder y lo pierden cuando regresan a casa"

Noticine | infoLibre

Da la sensación de que este año la competición por la Concha de Oro no es lo más importante en San Sebastián. Y la escasa relevancia de muchas de las películas presentadas -de las que las dos de este miércoles son buena prueba- se suma a la preponderancia de otras proyecciones, como las dos películas españolas ajenas a la competición, Morir y Marrowbone, y al Premio Donostia que recibió una elegante Monica Bellucci.

Larga y sórdida, la rumana Soldatii. Poveste din Ferentari, de Ivana MladenovicSoldatii. Poveste din Ferentari, es una insólita historia de amor gay entre dos hombres con casi nada en común, que se desarrolla en el marco del barrio gitano marginal de Bucarest Ferentari, a donde llega un antropólogo recientemente abandonado por su mujer para investigar un nuevo movimiento musical pop romaní. Allí se encontrará con el redundante expresidiario Alberto, que se convierte primero en su amigo y luego en su amante.

Otros barrios donde la vida no es fácil, esta vez en Baltimore, son los que retrata Matt Porterfield en Sollers Point, coproducción estadounidense-francesa Sollers Point y una de las pocas cintas inéditas del certamen vasco en su competencia 65. Allí regresa un joven veinteañero en libertad condicional tras pasar un año en la cárcel. A la dureza del ambiente se suma su inestabilidad psicológica.

Por la reacción del público y la prensa, no parece que ambas debieran tenerse en cuenta para el palmarés. Ante estos escasos alicientes, ahí estaba el "otro cine español", el que no compite...

Marrowbone, debut tras la cámara del guionista asturiano Sergio G. Sánchez, que llegó a San Sebastián –al igual que Morir, el melodrama de Fernando Franco–Morir tras pasar por Toronto, ha defraudado a la mayoría, a pesar de las expectativas que esta mezcla de terror psicológico y cine de sustos, con forzada sorpresa final, había generado. Juan Antonio Bayona, que triunfó al lado de Sánchez en El orfanato, la cinta que les abrió paso dentro y fuera de España, ejerce como productor ejecutivo. Técnicamente impecable, el principal problema de El secreto de Marrowbone, cuya acción se desarrolla en América del Norte (pero se filmó realmente en la costa cantábrica), viene de donde menos debería esperarse, del guión, que arranca como drama sobre violencia familiar y acaba como involuntaria comedia, pasando por muchos sustos y algunas presencias fantasmales. Una decepción, en suma.

Respecto de Morir, de nuevo Franco ahonda en la faceta más oscura y triste de la existencia, en este caso no a través de la enfermedad psíquica, como en su opera prima, La herida, sino en la enfermedad física terminal. De nuevo brilla la que fuera también protagonista de ésta última, Marián Alvarez, aunque esta vez resulte menos convincente su compañero, Andrés Gertrudix, pareja en la ficción. ¿Por qué Morir no está en la sección oficial a concurso? MorirEs un misterio. No creemos que sea una cuestión de calidad, las hay peores compitiendo. Más fácil es entender lo de Marrowbone, que directamente no lo merece.

En una edición que no pasará a la historia por la internacionalidad de su glamour, aunque habrá algo más en la recta final, la presencia de la italo-francesa Monica Bellucci, por mucho que algunos encuentren surrealista darle un premio Donostia casi a la vez que a la directora belga de la nouvelle vaguenouvelle vagueAgnès Varda, se agradece bastante. La protagonista de Irreversible tiene una ecléctica carrera que la ha hecho trabajar con figuras del cine de autor europeo y a la vez codearse con astros de Hollywood en películas hechas para vender palomitas de maiz.

Aunque es evidente que la italiana la ha cimentado sobre su belleza y atractivo erótico no disimulado, asegura la que fuera reciente chica Bond (una de las de más edad en la historia de 007) que sin talento no hubiera llegado tan lejos: "La belleza solo dura cinco minutos. Si eres guapa y no tienes nada detrás, esa belleza no va a perdurar. Yo sigo trabajando así que espero que haya algo más en mí que mi belleza".

Agradecida por el Donostia por su carrera, la estrella de 52 años sostiene que mantiene su ilusión y agradece al destino darle un trabajo que le permite viajar y tener experiencias humanas. "Mi trabajo todavía es una pasión. Tengo la oportunidad de viajar por el mundo, conocer otras culturas... Más que una experiencia como actriz, lo considero una experiencia humana", afirma.

La rueda de prensa sacó a la luz su faceta más feminista. Opina que si se mantiene la desigualdad es porque los que mandan y deciden son en su mayoría hombres, aunque se ha avanzado mucho. "Ahora hay más respeto, nos sentimos más libres, tenemos más valentía para decir lo que queremos, hemos aprendido de la anterior generación. Dado que las mujeres nos respetamos más, también los hombres nos respetan más. Es hermoso ver los trabajos que están haciendo actrices maduras como Julianne Moore o Judi Dench...". Pero matiza que aún queda mucho camino por recorrer y mucho por lo que luchar: "Yo siempre he luchado por ser independiente. Creo que es importante que seamos independientes económicamente pero también moralmente. Hay mujeres que tienen mucho poder y lo pierden cuando regresan a casa".

La actriz italiana recibió un regalo suplementario y creemos que único en la historia del premio: un programa doble en lugar de la proyección única, como ocurría la víspera con Ricardo Darín, que mostró su reciente La cordillera. Pidió al certamen que pusieran dos de sus películas, Malena, de Giuseppe Tornatore, y Bajo sospecha, ambas estrenadas en el año 2000.

Da la sensación de que este año la competición por la Concha de Oro no es lo más importante en San Sebastián. Y la escasa relevancia de muchas de las películas presentadas -de las que las dos de este miércoles son buena prueba- se suma a la preponderancia de otras proyecciones, como las dos películas españolas ajenas a la competición, Morir y Marrowbone, y al Premio Donostia que recibió una elegante Monica Bellucci.

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