Love of Lesbian: "Amaral, Zahara y Rigoberta Bandini son la Santísima Trinidad"
Tres años después de su anterior disco, Love of Lesbian regresan con nuevo trabajo, Ejército de salvación (Warner Music, 2024). Una hermosa oda a la amistad y las relaciones humanas en tiempos de individualismo ramplón. Once canciones repletas de complicidad, realismo mágico, situaciones cotidianas, dudas existenciales, ironías y dramas modernos. Todo muy Love of Lesbian, vaya, en esta ocasión con un poquito de ayuda de ayuda de un ilustre plantel de colegas: Amaral, Zahara, Rigoberta Bandini, Leiva y Jorge Drexler. En las oficinas madrileñas de su discográfica nos encontramos con el cuarteto catalán, integrado por Santi Balmes (voz), Julián Saldarriaga (guitarras), Jorge Roig (guitarras) y Oriol Bonet (batería).
¿Qué es este Ejército de salvación?
JULIÁN: Nuestro décimo disco, que ha salido este viernes. Estábamos en el hall del hotel comentando hace un rato que teníamos muchas ganas de que saliera entero para que descubrieran las canciones escondidas que no han sido parte de los cinco adelantos. Que por cierto, esta es la vez que más adelantos hemos sacado.
SANTI: Cinco, es que es muy heavy.
J: Es medio disco. Y me daba un poquito de reparo que la gente se llevara una idea un poquito equivocada del disco. No equivocada, porque son cinco canciones importantes del tracklist, pero a veces hacen falta los detalles y los pequeños gestos de una persona para acabar de conocerla, y creo que estas canciones ayudan a entender mejor Ejército de salvación.
S: Estaba hace un momento leyendo un mensaje en redes de un tío que ha aguantado sin escuchar ningún avance hasta ahora que ha salido el disco entero.
J: Hay gente así todavía.
S: Es alucinante, porque las tienes ahí disponible... tienes que tener un autocontrol alucinante. Pero lo ha conseguido y me pone 'por fin lo he escuchado'... y es una mierda (risas). ¿Te imaginas?
Lo ha escuchado entero por primera vez, inédito y del tirón, algo que ya nadie hace a pesar de que es lo que mola de todos los discos en general. ¿También de los de Love of Lesbian en particular?
J: Para entender todo un mapa hay que ver toda la cartografía y no perder la ubicación de cada destino. Y en este disco habíamos mostrado cinco pinceladas pero faltaba enseñarlo todo. Y creo que el todo es mucho más redondo y se ve toda la magnitud de la obra.
S: Es que cuando concibes un disco nada es baladí, aunque luego acabe troceado por los usos de la industria musical. También es verdad, al mismo tiempo, que cada canción tiene una entidad y un brillo propio.
J: Hay algo muy cruel para los discos en lo de sacar adelantos, porque aparentemente estos tienen que ser las mejores canciones. Eso es algo que cuando te gusta el disco, sientes pena por el resto que no han salido elegidas, con lo que quieres que salga ya todo el álbum para que todo el mundo vea la belleza de las hermanas menores que a lo mejor no son tan resultonas.
Es un viaje de amistad más allá del amor romántico, porque es muy aburrido hablar siempre de lo mismo
Ejército de salvación puede significar muchas cosas, pero en vuestro caso es principalmente una reflexión sobre la importancia de la amistad. ¿Por qué cantarle ahora a la amistad? ¿Os habéis dado cuenta ahora ya con cierta edad?
S: Casi te diría que viene por un tema básicamente hormonal. La hormona va bajando, la testosterona la tenemos quizás ya a unos niveles que nos permiten pensar en cosas como 'anda, pero si estábamos rodeados de amigos'. Esa testosterona que a veces te hace ser poco empático y ahora lo eres más. También somos unas personas que emocionalmente hemos hecho un camino hacia la apertura para ser más sinceros... Partiendo de la gente que éramos cuando empezamos, hemos hecho un bonito viaje juntos y nos hemos ido modelando a través de las experiencias que hemos tenido. Es un viaje de amistad al que había que hacer un homenaje, más allá del amor romántico, porque es muy aburrido hablar siempre de lo mismo. La amistad es un filón, porque en realidad hay pocas canciones sobre ella... Una de ellas una de mis preferidas de toda la vida, Wish you were here, de Pink Floyd. También Bridge over troubled water, de Simon and Garfunkel, o With a little help from my friends, de los Beatles...
¿Por eso La Hermandad es la que parece la canción principal de este LP? ¿Un himno pop para cantar todos juntos y que viene muy bien en estos tiempos individualistas en los que vamos cada uno a lo nuestro?
ORIOL: Es la más evidente y la que más busca esa celebración colectiva de cantar todos juntos. Pero en este álbum se abarca la amistad no solo desde las cosas bonitas, sino que también hay asperezas y durezas en muchas letras.
¿Como en las letras de Una conversación pendiente o Qué vas a saber?
S: Sí, esas son la otra cara de la amistad aunque, al fin y al cabo, también demuestran que te importa la otra persona. Y no dejan de ser la misma cara del amor fraternal.
¿Incluso siendo esa otra cara más negativa, también es una llamada a cuidar un poquito a la gente que tenemos alrededor y a lo mejor no atendemos lo suficiente?
S: No pretendemos ser moralistas, ni dar lecciones, ni consejos, pero sí que es cierto que hay un deseo, que a veces puede ser incluso un poco utópico, de apostar por más cercanía en tiempos como los de ahora. Al fin y al cabo, es una declaración de intenciones, porque por ejemplo hacer un tema bonito acerca de una conversación pendiente que tienes con alguien es una cosa, pero que luego cojas el teléfono y le llames ya es otra.
La de llamadas que se quedan sin hacer en una vida...
S: Claro. Y a veces mejor, porque puedes ir con la mejor de las intenciones y salir trasquilado (risas).
Musicalmente, el disco es tan variado como siempre, por lo general bastante luminoso, con unas letras más oscuras. ¿Cómo casa esa dualidad?
S: De una manera contradictoria a la par que creativa y estimulante. Siempre mola ese terreno entre luz y sombra. Estoy bastante obsesionado con eso porque me he leído hace poco un libro titulado Elogio de la sombra, del escritor japonés Jun'ichirō Tanizaki, que habla de la obsesión de los occidentales por la luz y que todo esté perfectamente iluminado, mientras ellos tienen devoción por esa luz indirecta que crea sombras. Creo que es interesante que haya partes oscuras, que queden un poco pendientes de desvelar. Es que es una pasada, es un ensayo de los años cincuenta o sesenta, con la occidentalización de Japón y el tipo pensando que todo guay, pero al mismo tiempo escandalizado porque la piel de una mujer desnuda se tiene que ver con una determinada luz exactamente. Y nada, yo lo he probado con Uriol (risas).
U: Y muy bien, la verdad (risas).
Llevamos colaborando con Zahara desde que la recogimos en una cuneta de Úbeda
Ahora que dices lo de la luz sobre el cuerpo de la mujer, pienso en las colaboraciones de este disco, Porque están Leiva y Jorge Drexler, pero luego también tres mujeres bien potentes: Amaral, Zahara y Rigoberta Bandini. ¿Por qué juntarlas? Supongo que porque os molan y encajaban, pero se puede hacer la lectura de querer poner la luz directamente sobre ellas para visibilizar y escuchar el talento femenino.
JORDI: En realidad todo empezó porque Santi dijo 'estoy harto de oírme', a lo que respondimos 'pues nosotros también' (risas).
S: Eso es verdad pero, al mismo tiempo, queríamos de alguna manera feminizar este disco. Mi voz contrasta muy bien con las tres y es bonito porque parece que estás abarcando a la vez dos espectros y dos colores muy complementarios. A partir de ahí, indirectamente también reivindicamos la figura de la mujer dentro del mundo de la música, que no es una carrera precisamente fácil y está llena de trampas por todos los lados, de soledades y falta de empatía, sobre todo por parte de sus parejas. Las que sobreviven es que son muy buenas.
Como Amaral, Zahara o Rigoberta, que son prácticamente las únicas que aparecen en lo más alto de los carteles de los festivales, siempre rodeadas por tantos hombres.
S: Amaral, Zahara y Rigoberta son como la Santísima Trinidad, es verdad. Pero no colaboramos con ellas porque estén copando lugares en los festivales. Con Zahara llevamos colaborando desde que la recogimos en la calle... (risas).
J: Desde que la recogimos en una cuneta de Úbeda (risas).
S: Pero quiero decir que si hubiéramos encontrado a otra que nos hubiera enamorado lo habríamos hecho igual sin problema.
En esos festivales de los que hablamos se cantan centenares de canciones. Y veo que el Ejército de salvación al que le cantáis pueden ser las personas, y el disco de abre con Canción de emergencia, que esa que te pones cuando estás hecho una mierda y cobra todo su sentido cuando la cantas en vivo rodeado de desconocidos. Ahí es cuando te salva. ¿Tienen las canciones todavía ese poder de curación ahora que llevamos en los bolsillos más de las que jamás tendremos tiempo de escuchar? Igual no les damos a estas alturas a las canciones el valor y el poder que tienen.
O: El virus ha mutado, pero las canciones siempre tendrán ese poder aunque las encapsulemos en un entorno digital. Yo creo que una canción te puede sacar de cualquier manera de un momento de apuro y emergencia. Es bonito que en ese momento puedas hacer el ritual de abrir y poner el vinilo que necesitas, aunque a veces no tienes tiempo de hacerlo, por lo que lo haces como sea y donde estés.
J: La música es curativa. A nosotros nos han contado los fans cada historia... porque en un directo no tienes ese contacto, pero en una firma la gente aprovecha esos quince segundos para contarte su experiencia con tu música, y hay algunas que consiguen ponerte la piel de gallina. Quizás en el momento de grabar y tocar no eres consciente de cómo la gente lo recoge y las incorpora a su vida, como nos pasa a nosotros con la música de otros.
S: A nosotros mismos también nos ha pasado de ir a algún concierto mientras se nos estaba cayendo el mundo encima después de muchos días fuera de casa, pero siempre cuando subimos al escenario todo encaja. Yo no recuerdo ni un solo concierto desde hace muchos años que no haya salido pensando 'esta es la mejor profesión del mundo'.
"Nick Cave es como un dios bíblico, irascible, que puede abrazarte u obligarte a arrodillarte
¿Deberíamos pararnos más a escuchar canciones? Vas por la calle agobiado y de repente necesitas escuchar una en concreto. Pues te paras y haces el ejercicio activo de escucharla, no como música de fondo, no, en primer plano.
S: El otro día necesité escuchar una canción que me volvía loco con doce años o así, Wrapped around your finger, de Police...
J: Te he visto estos días con Police y a mí también me volaron bastante la cabeza, el disco Synchronicity fue una volada.
S: Sí, sí, guau. Pues yo he intentado escuchar esa canción cuatro veces y las cuatro se ha interrumpido por avisos de WhatsApp o por cualquier notificación que me baja el volumen. O sea, llevo una frustración con esa que voy a tener que configurar el móvil de otra manera. Me ha dado por culo de una manera acojonante. Y es que realmente estamos todo el rato con eso, casi se nos está modificando el cerebro para que seamos capaces de reaccionar ante todos los estímulos que nos llegan constantemente.
J: Yo tengo la calma, no sé desde cuando ha venido, de ponerme a escuchar música. Y la verdad es que me sienta muy bien. Yo tengo un coche viejo que todavía tiene para escuchar CDs y voy con la carpeta con todos los discos. A veces se queda dentro uno porque no los cambio, y estoy volviendo a escuchar música cuando éramos adolescentes. Recuerdo que el Appetite for Destruction de Guns n' Roses a lo mejor lo escuché ocho meses seguidos sin escuchar nada más. Ahora estoy con Talking Heads, pero es que con el disco anterior de War on Drugs ya era hasta la broma de mi pareja o de todos los que entraban en el coche porque seguía el mismo disco. Está muy bien no escuchar solo con la cosa de la ansiedad. A mí también me gusta saltar y escuchar cosas diferentes, pero es muy agradecido tener la pausa para escuchar un disco entero porque te sienta bien. Lo mismo que Santi hace meditación trascendental u otro se va a pescar, me refiero a esa calma que requiere un tipo de actividad.
Antes de terminar, hay una frase del disco que quiero comentar: "Hoy he visto a Dios, créeme, era como Nick Cave. Recitaba la Biblia en un pub y, al descubrirme, me gritó: 'Oye, vampiro de postal, ¡muérete!, se acabó el desenfreno. Tú que haces de almas trofeos, te espera una suite en el infierno". ¿Nick Cave es la única forma humana posible que podría quizás adoptar dios en la Tierra?
S: (Risas). Sería muy probable. Si a alguien se le aparece, ya es según sus gustos. En mi caso, musicalmente sería más Bowie, por toda su trayectoria, pero hay un tipo de dios muy bíblico, irascible, que puede abrazarte o puede obligarte a arrodillarte en el suelo que sería Nick Cave.
No nos despidamos sin conocer vuestros próximos planes. Ahora os vais a México y luego hay una gira por salas en España a principios de 2025. ¿Y ya?
S: Hay más después, hay más. Quizás deberíamos empezar a puntualizar todo esto, porque da la sensación de que solo está lo anunciado, cuando en realidad vamos a hacer una temporada intensiva con este disco, que vale la pena. No puede ser que estemos más tiempo grabando y esperando que salga que disfrutándolo en directo. A corto plazo, vamos a estar unos dos años tocando y luego ya veremos.
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J: A veces hacemos planes innecesarios, pero es que ahora mismo el disco tiene que decir qué pasa. Nosotros tenemos un plan que puede ser inamovible, pero a este disco hay que darle vida.
S: Se abren posibilidades muy bonitas.
J: Además, no van a ser los conciertos habituales en salas, van a pasar muchas cosas. Vamos a subir gente al escenario, montar un bingo, regalar merchandising, la gente va a poder escribir mensajes a un número de teléfono con preguntas que se verán en las pantallas y nosotros responderemos... también habrá canciones, claro. Pero no va a ser un concierto al uso. Habrá algún invitado... No lo hemos explicado todavía, pero no va a ser lo habitual. Por eso buscábamos casas pequeñas, para poder pasarle el micro a la gente y que nos cuenten cosas. Estar todos cerca, en hermandad, en definitiva, claro.