Las salas de conciertos vuelven a estar abiertas, el público puede estar de pie y la música en vivo suena como antes. Pero la situación del sector está aún lejos de recuperar la normalidad de marzo de 2020. "Seguimos en una situación de incertidumbre e inseguridad bastante elevada", apunta a infoLibre Armando Ruah, coordinador de la Asociación Estatal de Salas de Conciertos (ACCES), quien remarca que en este último año y medio han cerrado 23 salas en todo el país de un total de 300.
Y ese es el peligro principal que todavía acecha: el fatídico cierre. No es momento de confiarse después de haber remado tanto para llegar hasta aquí, como asegura Toño Villar de El Sol y Siroco: “Tardaremos en recuperarnos. Es un momento peligroso para las salas de conciertos. Estoy seguro de que todavía hay salas que pueden cerrar en los próximos meses, a pesar de la apertura de las restricciones, porque se hayan cargado de deudas complicadas”.
Coincide Ruah con esas afirmaciones, pues conoce de primera mano a muchos propietarios de salas que "han tirado de ahorros, de ayudas familiares, de créditos que ahora hay que pagar y para eso hay que recuperar cierta velocidad de crucero". "Estamos volviendo a trabajar, en cada comunidad autónoma con unos protocolos y unas normativas a veces bastante confusas, según sus propios boletines oficiales y con una relajación bastante desigual", destaca.
Javier Olmedo, director gerente de La Noche en Vivo, la asociación de salas de Madrid, ahonda en estos planteamientos y pone el foco en el riesgo que sigue preocupando al sector: "Este otoño va a indicarnos la viabilidad de la supervivencia de las salas. Estamos en el momento de la verdad para que el público vuelva y para recuperar todas las programaciones".
Las sesenta salas de La Noche en Vivo estaban programando 1.200 conciertos al mes antes de la pandemia y ahora están ya en unos 500. Un indicador fiable que constata esta mejoría que hay que luchar por mantener durante los meses de frío, la verdadera temporada alta de los locales de música en directo. "Queda mucho por hacer y es importante publicitar la vuelta a los conciertos", avisa Olmedo, remachando: "No podemos volver a perder estos meses porque significaría el cierre de muchas salas. Somos positivos y esperamos que no sea así, pero el público tiene que responder".
Salas cerradas
A nivel nacional, hay que lamentar el cierre de 23 salas de 300. Madrid ha perdido media docena de salas de un total de sesenta. En la transición de los espacios al aire libre a los cerrados está la suerte o la desgracia para las salas en un momento en el que desde ACCES están notando que ha bajado "un poco la venta de entradas, igual que está pasando en el resto de Europa".
"Ahora estamos esperando a que la gente entre en las salas, porque no ha habido tanta asistencia como creíamos que iba a haber en las últimas semanas", apostilla Olmedo, quien apunta que en Madrid están ya abiertos el 90 por ciento de los locales de La Noche en Vivo, en su mayoría programando conciertos ya más allá de los fines de semana: "Pero el peligro continúa. Nos temíamos lo peor hace unos meses. Temíamos que se cerraran casi la mitad de las salas de Madrid, pero no ha sido así, nos hemos quedado en un diez por ciento. Tocamos madera para el futuro".
De cara a los próximos meses, Ruah vaticina "una súper inflación tremenda de propuestas musicales", por lo que, en su opinión, "el problema es que haya público para tanta oferta". "Efectivamente, estamos expectantes por ver cómo responde el público", señala Villar, quien opta por la cautela a pesar de tener cerrada la programación de sus salas hasta verano de 2022: "Estamos con pies de plomo. El Sol y Siroco, dos garitos con tantísima solera, han aguantado gracias a que hemos negociado bien los alquileres y hemos recibido algunas subvenciones. Ha sido un golpe muy fuerte, y ahí está el ejemplo del Marula, que después de 18 años tuvo que cerrar. Hemos luchado mucho. Hemos vendido alitas de pollo en Siroco. No sé si me explico.
Por su parte, el responsable de comunicación del madrileño Moby Dick Club, Hugo García, espera que 2022 sea un "buen año". "Ya por suerte vuelven los artistas y promotores internacionales y tenemos muchas fechas cerradas hasta junio. Hay que lamentar algunos cierres como Marula o Casa Patas, pero la mayoría de las salas han logrado subsistir. Incluso el año pasado se abrió alguna nueva, que eso ya es tener espíritu aventurero de verdad. Madrid en particular tiene una red sólida y hay que cuidarla como parte del entramado cultural de la ciudad", plantea García.
Ruah también opina que el sector ha resistido "bien", pero insiste en que viene "una época muy compleja porque todavía hay restricciones", diferentes según la Comunidad Autónoma. Y explica: "Para ser rentable, una sala tiene que tener un aforo como mínimo del 80 por ciento, por supuesto con la gente de pie y con la parte de hostelería trabajando totalmente. Esto último ha sido una pesadilla, de locos, porque vas a un bar y están todos funcionando casi normalmente, de manera que no sé qué peligro tiene estar viendo un concierto tomándote un refresco o una cerveza".
2022 va a ser un año crucial
"Hemos sido el sector más escrupulosamente normativizado de todos", continúa Ruah, lamentando además la "enorme desigualdad que existe entre las diferentes CCAA también en las ayudas". Cita como ejemplos en este punto a Castilla-La Mancha o Castilla y León, donde las ayudas "han sido cero y se ha ignorado totalmente a las salas". "Hubo inicios de diálogo, pero luego es como si no existiéramos. En Suiza las asociaciones del sector de la música en directo están pidiendo que se mantengan las ayudas en 2022 porque va a ser un año crucial. Sin ayudas, algunos lo van a tener muy difícil", alerta.
García echa la vista atrás y afirma que "han sido unos meses en negativo", sin beneficios para Moby Dick, como para el resto de salas, ya siguieran cerradas o se atrevieran a abrir. En su caso, además, fue la primera en reabrir, aún en pleno confinamiento, en mayo de 2020. "La programación de conciertos ha sido de pérdidas, pero lo hemos hecho para no mantener la sala cerrada, para no caer en el olvido. Para que por lo menos la gente que depende del trabajo de la sala pudiera seguir generando ingresos", asegura a infoLibre.
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Y prosigue: "Toda esta situación se ha llevado por delante a algunas salas y otras no han abierto hasta que no lo han visto más claro. Al final, las salas de conciertos redondean los números con la actividad después del concierto, con las copas. No poder hacer eso ha sido un lastre importante. El concierto en sí pocas veces es lucrativo, no daría para mantener una sala. A pesar de eso, abrimos aunque al principio estaba prohibido el consumo. Cuando ya se permitió, la gente consumía muy poquito y estaba siempre con su mascarilla sin la alegría de antaño. Ahora con los aforos al cien por cien y el público de pie la situación ya se asemeja más a lo que era antes. La duda ahora es cuánto dura este empuje y si no es solo por las ganas del momento de hacer cosas. Somos optimistas".
Lamenta Olmedo en este punto que las salas hayan sufrido "el abandono de la burocracia", siempre enmarañada. "Se nos quería ayudar, pero la burocracia no ha estado a favor porque es un sistema muy perverso en cuanto a plazos o necesidades para formalizar las ayudas. Aunque hubiera voluntad política, ha habido ayudas que han llegado tarde, mal y escasas", señala, mientras explica que ahora están pendientes de las ayudas europeas "que tienen que llegar" y de las ayudas de programación de la Comunidad de Madrid.
"Estamos viendo en países europeos que se debería optar también a más ayudas en 2022, porque va a hacer falta más apoyo para que resistan los sectores culturales. Las salas han aguantado bien porque tenían un colchón para aguantar, porque han utilizado los patrimonios personales y familiares. Muchas salas son pequeñas empresas que son familias. Por eso es importante ese colchón, tener más ayudas y, a partir de ya mismo, remontar poco a poco porque no dan más de sí", termina.
Las salas de conciertos vuelven a estar abiertas, el público puede estar de pie y la música en vivo suena como antes. Pero la situación del sector está aún lejos de recuperar la normalidad de marzo de 2020. "Seguimos en una situación de incertidumbre e inseguridad bastante elevada", apunta a infoLibre Armando Ruah, coordinador de la Asociación Estatal de Salas de Conciertos (ACCES), quien remarca que en este último año y medio han cerrado 23 salas en todo el país de un total de 300.