Perfiles de la Guerra Fría

Antonio G. Maldonado

El general Omar Torrijos llegó al poder en Panamá en 1968 tras un golpe de Estado, y desde entonces fue un personaje fundamental de todo el engranaje centroamericano. Creó una suerte de protectorado para todos los refugiados y exiliados que huían de las dictaduras latinoamericanas, y desde una posición paternalista instauró en su país un régimen con libertades limitadas aunque socialmente comprometido y muy alejado de las salvajadas de sus coetáneos Videla o Pinochet.

Seguramente con deseos de diferenciarse de estos dictadores tan al uso en la época, invitó al ya por entonces afamado y veterano escritor británico Graham Greene en diversas ocasiones a visitar su país, para que diera cuenta de lo que realmente ocurría allí. Greene encontró a un hombre cercano, comprometido, sobre todo, con una causa: la devolución del Canal y la Zona que lo bordeaba (bajo soberanía de EEUU), causa por la que estaba dispuesto a ir a la guerra.

Graham Greene dejó un interesante relato de sus visitas e impresiones en este libro autobiográfico que no disimula su admiración por Torrijos, Getting to Know the General. The Story of an Involvement (Penguin), y que ahora publica la editorial española Capitán Swing con prólogo de Jon Lee AndersonJon Lee Anderson, con el nombre Descubriendo al general.

Dividido en cuatro partes (las de sus cuatro visitas: 1976, 1977, 1980, 1983), el libro relata los viajes de su autor por un país en construcción, lejos de la adulación personalista y la represión, y lastrado por la permanencia del Canal en manos de los americanos. Tal y como cuenta Greene, Panamá no contaba con ningún puerto comercial en todo el territorio, por lo que debía pagar enormes cantidades para usar el Canal, algo que encarecía sus exportaciones. Torrijos enlazaba los altos índices de pobreza con la permanencia del Canal en manos norteamericanas. Y Greene estaba de acuerdo.

Falta de crítica

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En 1976 conoce Panamá y a Torrijos, con quien congenia enseguida, en 1977 forma parte de la delegación panameña que acudió a la firma del Tratado de devolución del Canal entre el presidente Carter y Omar (como ya entonces llamaba a Torrijos), en 1980 fue enviado a Managua como miembro de la delegación panameña a los fastos de celebración de la finalización de la Cruzada Nacional de Alfabetización con la que el Gobierno sandinista había erradicado el analfabetismo en Nicaragua, y en 1983 volvería para visitar el lugar donde había caído el avión de Torrijos, accidente o atentado (Greene duda) que le costó la vida al general.

Lo más interesante del libro está relatado en sus dos últimos viajes, pues tanto Torrijos como Paredes (el sucesor de Torrijos en la presidencia) le habían encargado diversas tareas de mediación e información, que el escritor siempre estuvo dispuesto a cumplir. Así, negoció junto al también escritor Gabriel García Márquez (autor del epílogo del libro) la liberación de diversos presos en manos de algunas de las siete guerrillas salvadoreñas, o visitó a Fidel Castro en nombre de Paredes para hacerle ver que, pese a la muerte del general, la política exterior del país seguiría la misma línea. Tal y como él mismo le dijo a Fidel, no llevaba ningún mensaje pues el mensaje era él mismo. Hasta ese punto había llegado a ser alguien identificado con la persona y la acción política de Torrijos.

Se achacó a Greene una descarada y obtusa falta de crítica (por ejemplo, da cuenta de la extraña proliferación de bancos, pero no se pregunta ni investiga la razón), aunque esta admiración casi incondicional no hace menos interesante este libro, memoria viva de la Guerra Fría, escrito por uno de sus más insignes narradores.

El general Omar Torrijos llegó al poder en Panamá en 1968 tras un golpe de Estado, y desde entonces fue un personaje fundamental de todo el engranaje centroamericano. Creó una suerte de protectorado para todos los refugiados y exiliados que huían de las dictaduras latinoamericanas, y desde una posición paternalista instauró en su país un régimen con libertades limitadas aunque socialmente comprometido y muy alejado de las salvajadas de sus coetáneos Videla o Pinochet.

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