“Vamos a hacer un grupo, qué cojones, si tenemos cinco temas”. Esa fue la actitud de Adrián, Aarón y Guillermo cuando decidieron fundar Perro, una banda que es resultado de haber pasado muchas horas en el local de ensayo sin siquiera tener en mente hacer un grupo. ¿Y por qué ese nombre? “Buscamos el más difícil de encontrar en Google”, dicen entre risas los murcianos.
“Hicimos canciones por hacer, por echarnos unas risas y tocar en algún que otro concierto”, recuerda Guillermo Fabregat, voz de la banda. Bueno, voz, guitarra, bajo y sintetizador. Y no es el único. Tanto en sus discos como en los conciertos, cada componente alterna los instrumentos, llegando a haber dos baterías durante la mayor parte de la actuación.
Un curioso combo que se dio por curiosidad e inquietudes musicales de los componentes, que acabaron añadiendo un sintetizador: “Pillamos uno barato y nos moló un montón, le puedes sacar mucho pringue, aunque en el último disco no lo hemos metido mucho”. Pero, ¿cómo es eso de tocar con dos baterías? “Es jodido. Los hijos de puta no para de tocar, y no hay silencio en el local…”, bromea Fabregat.
La banda, que señala entre sus influencias el rock americano de los noventa, el punk, el krautrock y parte de la escena indie nacional, compone “lo que salga de forma natural y espontánea”. “Vamos al local a tocar por tocar”, explica el cantante de Perro a infoLibre, aunque matiza: “Luego eso hay que pulirlo”.
Perro
Letras con bacalao
Pero la esencia de Perro no sólo son los instrumentos, también unas letras que, desde luego, no dejan indiferente a nadie. “Las letras se hacen entre todos, a ver quién dice la gilipollez mas grande”, dice Fabregat a modo de guasa, “hay muchas coñas internas nuestras, de nuestras colegas, y algunas más generales. Intentamos reflejar lo que es nuestra vida”.
El cantante admite que “es raro” que letras de bromas con sus amigos lleguen a tanta gente. “No tendría que entenderlo nadie, pero a nosotros nos mola bastante el rollo de la ambigüedad y que cada uno la interprete como quiera”, añade, “nuestra música está hecha para que todo el mundo la intente hacer suya”.
Pese al tono jocoso y el auge del grupo en los últimos años, la banda sigue teniendo los pies en la tierra. Definen su directo como “un grupo de colegas que intentan pasárselo bien y que lo dan todo. Siempre tratamos de tocar a tope”. “No podría renunciar ni a sala ni a festival, aunque la sala es donde se crea el ambiente y la magia de tener a la gente pegada, todo es más visceral”, admite Fabregat.
Guardan buenos recuerdos de sus dos últimos conciertos en salas madrileñas: “Había ambientazo y son las veces que más gente ha ido a vernos a una sala. A veces la gente se vuelve crazy crazy, incluso con pogos desde el inicio y dices: joder, están más motivados que yo, están a tope”.
Eso sí, no sólo de girar por salas se nutre Perro, cada vez son un mayor reclamo festivalero: Primavera Sound, Sonorama, Monkey Week, Low Festival… Hasta ellos mismos se muestran sorprendidos por haber pisado algunos de los mejores escenarios de la Península: “Se puede acabar esto y yo me quedo ya tranquilo”, bromea el cantante.
De momento, y pese a compartir cartel con estrellas internacionales, la música aún no es su única ocupación: en Perro hay un profesor de clases particulares de matemáticas, un entreador de un centro deportivo, un repartidor de pan y un estudiante.
"Ya hemos cumplido de sobra lo que hubiéramos soñado"
Entre tanto concierto, Perro ha sacado algo de tiempo para publicar su segundo disco, Estudias, navajas. “No es un disco tan directo como el anterior, es para escuchar con calma y tranquilidad”, explica el cantante. Y es cierto. Han dejado aparcados a un lado los pedales de efectos y los riffs alocadosriffs de guitarra para tener un sonido más contundente.
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No obstante, Fabregat justifica la diferencia entre los dos álbumes por una razón de tiempo: “Tiene bacalao, tiene melodía [debut discográfico de Perro] se compuso a lo largo de dos años. Era una locura porque nos pilló en un montón de épocas. El nuevo disco se hizo en menos tiempo, parte durante la gira, que terminó muy tarde, y el resto en un mes de parón en el local”.
Cuando les preguntan por su futuro, se muestran algo escépticos: "Ahora de lo que se trata es de seguir p'alante y tocar todo lo que se pueda hasta que esto se acabe. Y cuando se acabe, a hacer otra cosa. Tenemos curiosidad por saber a dónde llegamos, pero ya hemos cumplido de sobra lo que hubiéramos soñado".
Sobre la escena nacional de la música indie, Fabregat comenta: "Están saliendo grupos chulos y con una buena actitud, pero es verdad que la mayoría de grupos que salen no me dice nada". En este sentido, la cabeza visible de Perro lamenta que sea "una cosa loca ya la de gente que quiere coger un trozo del pastel. A algunos cuando los ves te dan ganas de preguntarles: ¿A ti te gusta la música o te gusta follar? No mola eso, debería ser por la música".
“Vamos a hacer un grupo, qué cojones, si tenemos cinco temas”. Esa fue la actitud de Adrián, Aarón y Guillermo cuando decidieron fundar Perro, una banda que es resultado de haber pasado muchas horas en el local de ensayo sin siquiera tener en mente hacer un grupo. ¿Y por qué ese nombre? “Buscamos el más difícil de encontrar en Google”, dicen entre risas los murcianos.