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Cultura

Al recibo de la presente…

Imagen de varias cartas y fotografías antiguas.

"Conocí a Regina en un espacio en Madrid donde coincidimos en el Queer Weekend. Se produjo una suerte de flechazo entre nosotras que me animó a escribirle el primer email pidiéndole opinión sobre un trabajo que tenía entre manos. Aquel email fue el pistoletazo de salida a los cientos que llegaron después y que se prolongaron desde 2013 a 2016. Por mi parte, aquello se convirtió en una necesidad vital, en una obsesión. Me construía a través de ella, yo acababa de empezar la terapia de sustitución hormonal".

A Celeste la definen como "performer canaria" aunque, cuando le pido que se presente, ella prefiere recurrir a las palabras de su amiga Dani Curbelo: mujer canariona, isletera, bailarina, performer, rubia, trans, libra, ocupa, exputa, tetuda, actriz, escritora, fotógrafa... A lo que la propia Celeste añade: "y mamarracha". Nacida varón y bautizada como Mauricio, Mauricio González, confiesa que la danza fue su primera tabla de salvación, aunque el paso más arriesgado estaba por dar, el cambio de sexo del que da fe en este intercambio e-pistolar con la portuguesa Regina Fiz Santos.

"Algunas de aquellas cartas llegaron a manos de Carlos Rod, editor de La uÑa RoTa. Carlos se interesó de forma apasionada y nos propuso publicarlas. Por mi parte, he de decir que el sí a la publicación no fue el resultado de una reflexión ni un estudio de pros y contras frente a la idea de hacer pública aquella correspondencia: di un sí desde la intuición y la confianza". Los textos siguen siendo los mismos, pero no son lo mismo, ahora aparecen agavillados en Regina & Celeste. Una correspondencia. Una correspondencia que surge de "una privacidad atravesada por el dolor, por la soledad, por el desasosiego, por una búsqueda constante, para reafirmarnos desde el cuerpo y el pensamiento, en una sociedad que muchas veces trata de expulsarnos". Regina añade: "Este epistolario es íntimo; tal vez por eso es tan definitivo, en el momento que la idea de publicación se plantea, el intercambio de cartas cesa, se desvanece... Intuyo que de algún modo éramos conscientes de que ya no sólo escribiríamos para nosotras, y eso empañaría la honestidad desde la que siempre nos compartíamos, complementábamos y definíamos".

Escribe Laura Freixas que los epistolarios son la encarnación material de relaciones personales, además de una fuente inagotable de información histórica. Al principio, afirma, la correspondencia era cosa de ricos, pero todo cambió en el siglo XX, que quizá será recordado "como el de esplendor y decadencia de las cartas. La alfabetización generalizada, la rapidez y bajo precio del servicio de correos, permitieron un florecimiento de los epistolarios... que el desarrollo de otros sistemas de comunicación (el teléfono, Internet...) ha terminado por asfixiar".

El libro que firman Celeste y Regina parece abrir una pequeña brecha en esa tesis. Pero es obvio que las correspondencias ya no son lo que eran…

 

Portadas de 'Miquiño mío. Cartas a Galdós', 'Regina & Celeste. Una correspondencia' y 'Epistolario entre Max Aub y Vicente Aleixandre'.

Lo privado es público

En 2013, Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández rescataron las cartas que Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán se cruzaron entre 1883 y 1915. De él se conservaba una, datada en 1883; de ella, 92. Por eso, "Miquiño mío. Cartas a Galdós es un epistolario cuya autora es Pardo Bazán, pero la presencia callada de Galdós (del que también aprendemos mucho con estas cartas), así como la dulzura, el ingenio y la fuerza de la gran mujer que fue Emilia, convierten a este libro en una joya", dicen los compiladores, Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández, que contestan al alimón.

Pardo Bazán exhibe, sobre todo en las cartas más personales, una frescura y una naturalidad increíbles, pero sin dejar de ser la grandísima escritora que fue. "Su humor y su energía asombran, mucho más cuando, paralela a la historia de admiración, amor y amistad entre ellos, corre la de una mujer que, en una época muy complicada para estas ideas, no se cortó un pelo a la hora de exigir un trato igual que el de sus compañeros literarios".

Parreño y Hernández, que no se hacen demasiadas ilusiones sobre la aparición de las cartas que faltan, anuncian sin embargo que la nueva edición de su obra incorpora una misiva inédita. Inédita, que no recién encontrada, porque estaba en la Casa Museo Pérez Galdós cuando investigaron para su libro. "Queremos suponer que fue un error lo que impidió que se nos proporcionase en su momento. Tras algunas gestiones y algo de demora se nos envió no sólo esa carta, sino los originales de otras tres a las que sólo habíamos tenido acceso a través de la transcripción que Guadalupe Appendini, una periodista mexicana, había publicado en el periódico Excélsior en 1971". La nueva carta también es de Pardo Bazán y, aunque no aporta nada esencial al conjunto, sí les ha permitido datar con mayor exactitud otra carta que originalmente no estaba fechada y que habían datado por aproximación; también les ha permitido comprobar que la reproducción de las cartas aparecidas en el diario mexicano era bastante defectuosa. "Por supuesto, hemos corregido erratas y añadido notas sobre algunos personajes o términos que requerían aclaración".

Un género no muy nuestro

Christopher Maurer, profesor de Literatura Española en la universidad de Harvard y responsable, entre otras obras, de la edición del epistolario de García Lorca, admitió hace años que, al menos en los países anglosajones, resultaba difícil de comprender que en el ámbito de las letras españolas se publicaran tan pocos epistolarios. Y aventuró una tesis: "La publicación de un epistolario surge de un esfuerzo colectivo que sólo puede llevarse a cabo en ciertas condiciones: la plena cooperación de los familiares y amigos del escritor; la costumbre de depositar los papeles personales en las fundaciones y bibliotecas; la creencia de que la vida privada de un escritor pueda ser un legítimo objeto de estudio; sobre todo, la fe en el diálogo".

Las cosas han cambiado. Xelo Candel Vila, profesora titular de Literatura Española en la Universitat de València, hace un rápido repaso. "En los años ochenta, en Alianza, José Luis Cano ya había editado el epistolario de Vicente Aleixandre y Christopher Maurer el de Federico García Lorca, que volvió a reeditar junto con Andrew A. Anderson en 2013 en Galaxia Gutemberg. Paulatinamente se han ido publicando epistolarios de los poetas más representativos del 27. James Valender editó el epistolario de Cernuda en 2003 y el de Manuel Altolaguirre en 2005 en las publicaciones de la Residencia de Estudiantes, donde también se han publicado varios epistolarios de Juan Ramón Jiménez, Juan Larrea, Gerardo Diego, Gabriel Celaya o Pedro Salinas. La Fundación Camilo José Cela editó el epistolario de Cela con los escritores del exilio en 2009 y la Fundación Max Aub ha hecho lo mismo con las cartas de Aub [edición de la que ella fue responsable]. De Miguel Hernández también tenemos varios epistolarios publicados, el más reciente de 2019. Quedan muchos por ver la luz todavía, pero sin duda la labor ya realizada es muy importante."

La relevancia que un carteo como ése tiene es obvia. "Lo principal es que entre los escritores exiliados y los que quedaron en la península hubo un contacto epistolar muy fructífero y que a través de las cartas consiguieron enviarse sus libros, conocer los trabajos de unos y otros e incuso colaborar en proyectos comunes. El epistolario entre Aub y Aleixandre es muy importante. Gracias a él sabemos cómo se gestó la revista Los Sesenta, que fue editada por Aub en México con la colaboración de Aleixandre, Alberti, Dámaso Alonso, y Jorge Guillén". Por las cartas sabemos el apoyo de Aub a la candidatura al Nobel de Aleixandre, y un episodio singular: "cuando Aub quiso publicar la carta en la que Aleixandre le felicita por haber descubierto al pintor Jusep Torres Campalans inventado por él y Aleixandre le pidió que lo hiciera, pero con algunas modificaciones".

Candel Vila cree, y su trabajo así lo demuestra, que los epistolarios entre escritores son una fuente de información primordial que arrojan luz sobre puntos que no quedan definidos en los libros y manuales. "La historiografía de la literatura ha escondido algunos aspectos que solo quedan claros en las cartas. La tarea del editor debe ser muy rigurosa. No todas las cartas deben publicarse, solo aquellas que tengan una importancia desde el punto de vista literario".

Un bello acto de resistencia

Un bello acto de resistencia

De esa trascendencia testimonian también Parreño y Hernández, que tampoco son ajenos al debate sobre lo conveniente de publicar intercambios de confidencias como el que ellos entregaron a la imprenta. Algunos pueden pensar que publicar unos textos que estuvieron concebidos para permanecer en el territorio reservado de lo personal es poco respetuoso. "No obstante, también se considera que los epistolarios son, en la mayoría de los casos, los textos más sinceros y reveladores que podemos leer de un artista. Raramente dejan de poseer las virtudes de otros textos más literarios, pero las cartas añaden a estas virtudes la libertad que permite la confianza".

Es evidente que hay personas que no sólo son interesantes por su obra publicada, sino por sus propias vidas, y por muchas de las experiencias que nunca serán reveladas y se perderán en el silencio. "Acceder a este tipo de textos nos acerca a la época en la que vivieron, nos descubre el pulso diario de la historia y el lugar que en ella ocuparon. Algo que no siempre aparece en los manuales de Historia o Literatura. Pero aparte del interés, que algunos tildan de chismoso, sobre las vidas de muchos escritores, los epistolarios poseen un valor intrínsecamente artístico. Ni siquiera las historias que se escriben usando el género epistolar consiguen alcanzar ese tono tan característico que poseen los epistolarios personales, los secretos robados a la historia de sus autores, no para husmear en intimidades, sino para disfrutar de los sentimientos más puros, de la naturalidad de unos seres que, más allá de la creación, se someten igualmente a las pasiones más sencillas y poderosas."

Como decía Celeste más arriba, escribirse es una manera de construirse.

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