Ruiz-Domènec: “La salida al conflicto catalán pasa por Felipe VI”

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Granadino de nacimiento, pero residente en Cataluña desde su juventud, el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) José Enrique Ruiz-Domènec analiza desde esa media distancia el conflicto catalán de los últimos años. A ese rasgo biográfico añade “su condición de historiador y no de juez ni de político”, como se encarga de subrayar Ruiz-Domènec al explicar las claves de su reciente ensayo Sucesión o secesión (RBA), que repasa los últimos años de Cataluña y el auge del movimiento independentista. Una tercera característica de este historiador, con una amplia obra a sus espaldas, pasa por una visión moderada y equidistante tanto de la cerrazón españolista del PP como de la deriva soberanista del nacionalismo catalán. Desde esas perspectivas, el autor no tiene dudas en señalar una posible solución cuando sostiene: “La salida al conflicto catalán pasa por la mediación del nuevo rey, de Felipe VI”.

Esta tesis, desarrollada en su libro, se basa en el papel de arbitraje que la Constitución de 1978 concede al monarca, en el prestigio de Felipe VI en Europa y en su capacidad para favorecer un diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat de Cataluña. A pesar de que Ruiz-Domènec advierte de que ni el PP ni CiU van a facilitar esa mediación, el catedrático recuerda que en la historia de España, en varias ocasiones, “un cambio político ha derivado en un cambio de régimen, pero se trata de una posibilidad que habría que evitar”.

En esa línea concede el historiador un especial protagonismo a Felipe VI “porque en la hipótesis de una futura federación o confederación de Cataluña con el resto de España el rol del monarca puede resultar fundamental”. Al hilo de esta argumentación menciona el papel de Isabel II de Inglaterra ante el pasado referéndum soberanista en Escocia. “La reina británica tuvo una actitud muy inteligente cuando recordó a los escoceses que, si optaban por la independencia, iban a elegir un camino irreversible”.

Como tantos otros historiadores, Ruiz-Domènec se muestra disgustado por el déficit de cultura histórica de los españoles, una carencia que abarca desde el sistema educativo hasta los medios de comunicación pasando por la política. “El resto de españoles ha de comprender y aceptar”, señala, “que el problema parte de la historia de Cataluña. Fuera de esa historia no puede entenderse el conflicto”. De este modo, Sucesión o secesión, que lleva el significativo subtítulo de Una historia del presente salta desde acontecimientos recientes hasta mitos del nacionalismo catalánSucesión o secesiónUna historia del presente para dibujar un mosaico que ayude a analizar el conflicto actual. El veterano historiador ha utilizado novedosamente las redes sociales para responder a preguntas cruciales de la historia catalana, desde la Edad Media hasta hoy, planteadas en tuits.

Ahora bien, como eje común de su libro aparece la ausencia de una historia de Cataluña alternativa a los nacionalistas, construida en la etapa de Jordi Pujol. Esta elaboración iba encaminada hacia una identidad de Cataluña como país independiente y distinto. “El momento histórico es muy delicado y revelan una derrota conceptual de España y de sus instituciones. Por poner un ejemplo, la Academia de la Historia ha ignorado la historia de Cataluña y se ha convertido en una institución madrileñista, anclada en los esquemas de la Restauración o en la historiografía caduca de hace medio siglo”.

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A vueltas con el presente político, Ruiz-Domènec observa que las causas recientes del auge del independentismo en Cataluña, que se ha convertido en una reivindicación transversal que engloba clases sociales y orígenes geográficos diferentes, apuntan a la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló parte del Estatuto de Autonomía en el año 2006 después de haber sido aprobado en el Parlament, en el Congreso de los Diputados y en referéndum por los catalanes. “Está claro”, señala el historiador, “que la chispa del conflicto partió de aquella sentencia. Más tarde, la brutal crisis económica y la falta de alternativas globales han servido como impulso a los partidos soberanistas que plantean la independencia como una solución mágica, como una ruptura con el pasado. En una palabra, la crisis de los últimos años ha favorecido la espuma de la ofensiva independentista y el soberanismo crece sin parar por la ausencia de otras alternativas”.

Catedrático de Historia Medieval y discípulo en su etapa de formación francesa del prestigioso profesor Georges Duby, uno de los principales ideólogos de la prestigiosa Escuela de los Annales, Ruiz-Domènec ha abordado temáticas históricas muy diferentes que van desde el Mediterráneo en la Edad Media hasta una historia de la música europea. Desde sus tribunas habituales en La Vanguardia y en otros periódicos ha defendido siempre el valor del ensayo histórico, La Vanguardia un género que goza de mucho relieve en otros países, a diferencia de España. “Habría que desear que el ensayo fuera algo tan difundido y apreciado como la narrativa”, comenta.

En este sentido, Ruiz-Domènec vuelve a lanzar sus dardos contra la Academia de la Historia, envuelta en constantes polémicas por su talante conservador y que acaba de elegir a Carmen Iglesias como directora. “No puede llamarse historia de España a una visión única y, en esa línea, la Academia de la Historia no ha asumido ni asume la diversidad de este país. Si desde España no integras la historia de Cataluña, estás expulsando de alguna manera a los catalanes”.

Granadino de nacimiento, pero residente en Cataluña desde su juventud, el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) José Enrique Ruiz-Domènec analiza desde esa media distancia el conflicto catalán de los últimos años. A ese rasgo biográfico añade “su condición de historiador y no de juez ni de político”, como se encarga de subrayar Ruiz-Domènec al explicar las claves de su reciente ensayo Sucesión o secesión (RBA), que repasa los últimos años de Cataluña y el auge del movimiento independentista. Una tercera característica de este historiador, con una amplia obra a sus espaldas, pasa por una visión moderada y equidistante tanto de la cerrazón españolista del PP como de la deriva soberanista del nacionalismo catalán. Desde esas perspectivas, el autor no tiene dudas en señalar una posible solución cuando sostiene: “La salida al conflicto catalán pasa por la mediación del nuevo rey, de Felipe VI”.

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