Un santo 'twink', un Hércules 'drag' y una escultura lésbica trans: el Thyssen rompe los armarios

'San Sebastián' (Bronzino, 1553), 'La Aurora' (Rodin, 1907) y el Museo Thyssen.

La obra más homoerótica de san Sebastián, patrón de los herreros e icono gay, se encuentra en el Museo Thyssen y forma parte de su recorrido con perspectiva LGTBIQ+. El lienzo de Bronzino comparte itinerario con el mito travesti de Hércules y con una escultura trans lésbica. El Museo celebra en 2023 por primera vez ser la sede oficial del Orgullo con una programación especial. Las obras que forman parte de este itinerario, Amor diverso, sacan a relucir el género, y la identidad y orientación sexual. 

San Sebastián, en la primera planta de la pinacoteca, ocupa dos obras del recorrido. Su aspecto físico y su desnudez eclipsaron a las cualidades religiosas por las que fue originalmente representado. En el Retrato de un hombre como San Sebastián, como se llama una de las pinturas, Bronzino lo dibuja como un Apolo, atravesado por una flecha que no le produce sangre ni dolor, sino que le acaricia. El santo no mira a Dios, sino fuera del cuadro, y se perfila para ser observado, señala Juan Ángel López Manzanares, historiador y conservador del Museo Thyssen. 

La obra fue encargada a Bronzino, que había hecho lo típico de la época, tener una relación con su maestro, apunta el conservador del museo. Se realizó para ser expuesto de manera privada y con él se forjó la lectura homoerótica del san Sebastián renacentista, muy centrada en el esplendor físico del santo. El protector frente la peste se convierte en icono gay cuando deja la iconografía del medioevo para ser pintado como un muchacho joven, desnudo y andrógino. De hecho hay una representación más de san Sebastián en el Museo, más antigua y con más ropa, que no forma parte de esta selección del Thyssen.

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Un santo 'twink', un Hércules 'drag' y una escultura lésbica trans: el Thyssen rompe los armarios. Por Leo González

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El Muchacho con turbante y un ramillete de flores, en la sala 20, es otro de los elegidos por el recinto para hablar de sexualidad. El Museo señala las pistas que “captan la atención de los ojos entrenados en buscar referentes culturales”: su androginia, la sensualidad de sus ropajes y el ramillete de flores que se relaciona con una invitación sexual. Una interpretación entre comillas ante la ausencia de pruebas documentales que pueda asociar al modelo o al autor a la homosexualidad, aunque grandes especialistas ya lo hayan señalado hablando de “un mal disimulado homoerotismo en sus obras”.

La libertad sexual de los protagonistas de las obras y de sus creadores es una tónica en el itinerario propuesto por el Thyssen. La libertad que lleva implícita la realización de un cuadro como La muerte de Jacinto, en la sala 17, es, sin embargo, bastante infrecuente y este tipo de obras se hacía para encargos privados. Este cuadro, que pinta el desenlace de un fatal partido de tenis entre Apolo y Jacinto, fue encargado por un aristócrata alemán de 28 años para recordar a un amante suyo español. El mito representado ilustra la atracción sexual de dos jóvenes y la muerte de uno de los hombres más deseados por los dioses y diosas.

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Los mitos han sido utilizados a lo largo de los siglos para explicar temas como el poder, pero también sirven de espejo de luchas actuales. De hecho el Museo plantea recorridos que versan sobre la sensibilidad, los cuidados personales o la moda a través de sus obras de arte y de los mitos que hay en ellas. En este caso, el Thyssen Bornemisza propone el mito de travesti de Hércules, el semidiós que fue vendido como esclavo sexual por el Oráculo de Delfos. Orfelia lo compró e invirtió los roles, en un juego, señala López Manzanares. El héroe fue obligado a despojarse de sus vestimentas del Olimpo para que su ama se las pusiera. A él lo vistieron con ropa que usaban las mujeres y le enseñaron a hacer las labores que se le atribuían a ellas. 

El hall central de la pinacoteca alberga la obra que enfatiza la idea miguelangelesca de la escultura como ente que emerge de la piedra, La Aurora. La obra tiene la particularidad de estar construida uniendo esculturas anteriores que se integran para simbolizar la unión sexual de dos mujeres. La mujer en pie expone sin miedo su pubis, también conocido como “monte de Venus” , mientras que su acompañante apoya la barbilla en él. En origen, la figura no tenia cabeza ni brazos, por lo que el artista, Rodin, la recompuso uniendo al torso femenino las extremidades de una figura masculina. El conservador encargado del recorrido expone que la escultura se ha repensado bajo el prisma trans además de la evidente lectura lésbica presente en ella.

El itinerario Amor diverso, dirigido por Por Ignacio Moreno Segarra y María Bastarós, está formado por 16 obras, con pinturas que van del siglo XVI hasta 1977. El Museo se convirtió el año pasado en la primera pinacoteca de España en sacar una carroza en el desfile del Orgullo y ahora está decidido a vincularse al debate social actual. Las obras pueden visitarse en línea en la web del Thyssen.

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