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Sorolla, Gutiérrez de la Vega o Brueghel el joven, el botín de Franco que permanece aún escondido en El Prado

'Cabeza de mujer con mantilla blanca'

Joaquín Sorolla, Gutiérrez de la Vega, Brueghel el joven, Federico de Madrazo y Kuntz, Pedro Atanasio Bocanegra. Pintores de diferentes épocas con una conexión inesperada: el Museo del Prado conserva en sus fondos obras de todos ellos (y otros muchos) que fueron incautadas durante la Guerra Civil y el franquismo. De hecho, la pinacoteca investiga actualmente la procedencia original de 62 obras de arte de esos fondos, de las que 25 piezas -23 pinturas, un reloj y un frutero- provenían de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional, creada en 1939.

Esta Comisaría General fue heredera del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, creado por un decreto firmado por el dictador Francisco Franco, del 22 de abril de 1938, destinado a "reorganizar el servicio de recuperación del Patrimonio artístico nacional y también de las obras de arte de propiedad de particulares sometidas a los azares de la guerra", tal y como puede leerse en el BOE.

Cabeza de mujer con mantilla blanca, de Joaquín Sorolla, es una de esas 25 obras que ya se sabe a ciencia cierta que fueron incautadas durante la Guerra Civil y el franquismo (el resto se sigue investigando). Se trata de un óleo sobre lienzo fechado hacia 1882, con 48 centímetros de alto y 33 de ancho. Adscrita al Museo de Arte Moderno, procedente de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional en 1943, actualmente está en depósito en el Museo del Ampurdán de Figueras.

Otro cuadro en esta situación es Paisaje nevado, atribuido a Jan Brueghel, El Joven. Un óleo sobre tabla de 45 por 76 centímetros fechado después de 1625, que representa la vida de una aldea durante un día frío de invierno, y que no se encuentra actualmente expuesto, si bien está adscrito al Museo del Prado, procedente de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional en 1941.

José Gutiérrez de la Vega tiene un total de cuatro obras de su autoría que fueron incautadas durante el franquismo. A saber: Alegoría del Antiguo Testamento (óleo sobre lienzo, hacia 1844), El canónigo José Olcina y Macía, caballero de Montesa (óleo sobre lienzo, 1845-1848), Dama con abanico (óleo sobre lienzo, hacia 1845) y Alegoría del Nuevo Testamento (óleo sobre lienzo, también hacia 1844).

Desde la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional llegaron también hasta el Prado a lo largo de los lustros otras obras de Federico Madrazo y Kuntz (Retrato de caballero, 1855), Eugenio Lucas Velázquez (Encadenada, 1850), Joost de Momper II (Paso de un río, siglos XVI-XVII), Pedro Ruiz González (Cristo en el Pretorio, 1673), Rodrigo de Osona y Francisco de Osona (La natividad, 1490; y Adoración de los Reyes Magos, 1490), François Boucher (Amorcillos jugando con un pichón, siglo XVIII; Amorcillos vendimiando, siglo XVIII), Adriaen Isenbrandt (Cristo varón de dolores, 1525-1550), Pedro Atanasio Bocanegra (La Virgen con santos y ángeles, siglo XVII; La Virgen con santos, siglo XVII), Giuseppe Bonito (Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, 1759) y Manuel de Castro (La huida de Egipto, 1697).

También figuran un frutero y un reloj procedentes de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional, así como dos óleos anónimos del siglo XVII. En lo referente a las pinturas, 17 fueron entregadas al Museo del Prado por la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional entre 1940 y 1942; cinco pinturas entregadas al Museo de Arte Moderno, procedentes de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional (1942). Además, otra pintura, la mencionada de Sorolla, fue entregada al Museo de Arte Moderno, procedente de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional (1943), pero quedó en el Museo de Arte Contemporáneo y pasó al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, desde donde se adscribió al Museo del Prado en 2016 por reordenación de colecciones. 

Junto a estas, el Prado tiene además once pinturas (depositadas entre 1936 y 1939) por la Junta Delegada de Incautación del Tesoro Artístico y otras 26 pinturas, en general muy deterioradas, depositadas en fechas desconocida por esa misma junta. Algunas obras cuentan con algún dato alusivo a la procedencia anterior a su incautación, aunque en la mayoría de los casos se desconoce quién era el propietario individual, bien por falta de información de los propios herederos o por el exilio de las familias, entre otras circunstancias.

EXPOSICIÓN

Es esto último, precisamente, lo que lleva a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) a proponer al Museo una exposición con la obra incautada por la dictadura franquista. "Se podría aprovechar para relatar la gran operación de saqueo que fue el franquismo", destaca a infoLibre el presidente de la ARMH, Emilio Silva, quien apunta que de un tiempo a esta parte se han publicado noticias sobre devoluciones de patrimonio a sus legítimos dueños, por lo que la investigación puesta en marcha por el Prado "posiblemente es la punta de un iceberg donde hay muchísimas más cosas".

"Hacer esta exposición es una gran oportunidad para explicar toda esa operación del franquismo por controlar el patrimonio y lo que pasó o no pasó con él. Nos parece una acción reparadora simbólicamente, y que puede ayudar incluso a que aparezcan sus legítimos dueños. El Prado está investigando 62 obras, pero en la Biblioteca Nacional hay cientos. Hay 25 obras que ya se saben y luego las que se sospechan, porque si te pones a rascar puede aparecer de todo. Aunque tampoco vemos al Gobierno con intención de devolver a sus legítimos propietarios estas obras", explica Silva.

Así las cosas, la ARMH propone a la pinacoteca que mientras se lleva a cabo la investigación sobre patrimonio incautado que forma parte de sus fondos, se organice una exposición que, bajo el título de Incautados, muestre las obras de las que se apropió el franquismo mediante amenazas o violencia y se explique el modus operandi del proceso de represión -patrimonio- que llevaron a cabo las instituciones franquistas, y la historia de los distintos organismos que se encargaron de recuperar "las obras de arte sometidas a los azares de la guerra", como se decía en el BOE antes citado.

Y es que esos azares de la guerra , tal y como indica Silva, "fueron en la mayoría de los casos operaciones de saqueo y botines de guerra obtenidos a punta de pistola". "Muchas familias republicanas tenían bienes patrimoniales importantes ysalieron en muchos casos escopetadas para salvar la vida dejando atrás muchas cosas. Algunas han llegado a estos museos, pero sabemos que otras se han quedado en el patrimonio de la familia del dictador, por ejemplo, que allí donde iba arrasaba con todo el patrimonio. Pero aquí no se ha hecho una gran investigación sobre qué pasaba con ese patrimonio, que es otra cosa que debería hacer el Gobierno", destaca. 

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El Museo de Bellas Artes de Bilbao expone desde el mes de septiembre pasado dos cuadros que fueron incautados por el franquismo al empresario vasco Ramón de la Sota y Llano durante la Guerra Civil y que acaba de restituir a sus herederos el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, después de ser localizados en 2018. Las obras son Retrato de joven caballero, de Cornelis van der Voort, y Retrato de María Cristina de Borbón, de Luis de la Cruz y Ríos. Un caso particular que puede animar a otras familias a tratar de localizar obras que perdieron durante el expolio del franquismo, como ha hecho recientemente el historiador Nicolás Sánchez-Albornoz reclamando "dos cuadros colgados en el Parador de Almagro que le habían sido confiscados a su familia", tal y como apunta Silva.

Una vez presentada su propuesta por registro oficial, el Prado tiene por ley treinta días de plazo para responder a la ARMH, que, más allá de este particular, insta al Gobierno a "revisar todos los sitios donde haya patrimonio cultural", no solo museos, sino también ministerios, edificios públicos o, efectivamente, paradores. "Tienen que rascar hasta el final porque, una vez que se pongan, es evidente que ahí va a caer de todo. Se quemó mucha documentación en los setenta, pero ese Patronato creado en 1938 tenía que tener un archivo y un catálogo. El Estado tiene que buscarlo y sacarlo a la luz. Que se haga una exposición que es interesante en sí misma, pero además puede ayudar a que se conozca esa historia y a que sus legítimos dueños aparezcan y recuperen el patrimonio que les robaron a punta de pistola", termina Emilio Silva.

Mientras tanto, el Prado sigue investigando con un equipo de investigación ad hoc con el catedrático y experto en patrimonio y Guerra Civil, Arturo Colorado, para ampliar el estudio de estos casos y analizar otras posibles incautaciones. El objetivo es aclarar cualquier duda que pudiera existir sobre los antecedentes y el contexto previos a que se produjera su entrada en las colecciones del Prado y, "llegado el caso y cumpliendo todos los requisitos legales, proceder a su devolución a sus legítimos dueños". Las conclusiones de este estudio se publicarán en las próximas semanas, según han confirmado a infoLibre desde el Museo.

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