El universo mundo contra Amazon

Eva Orúe

Decir a estas alturas que Amazon ha cambiado el paisaje y al paisanaje editorial es tanto como anunciar la invención de la rueda. El gigante creado por Jeff Bezos ha trasformado el ecosistema de la compra en general, no solo el de la compra de libros. Sucede que, en el ámbito editorial, también ha innovado la manera de publicar. De ahí que, en mayor o menor grado, todos los actores del sector estén o hayan estado contra Amazon. Y hasta hace nada, paralizados ante la mera mención de su nombre. Pero ya no.

El horror

Durante un tiempo, mientras los lectores (en realidad, los consumidores puesto que, tras superar a eBay, es el número 1 de ventas de todo en el mundo digital, pero aquí hablamos de libros) de medio mundo sacaban partido del modelo Amazon, los perjudicados y ofendidos por la empresa global lanzaban sin descanso señales de peligro.

Tan pronto era en un libro…

Los internautas que hacen clic en la página web de Amazon para comprar libros (…) deben saber que detrás de las pantallas de sus ordenadores hay miles de trabajadores sometidos a ritmos de trabajo insostenibles en un ambiente casi carcelario. (En los dominios de Amazon, Jean-Baptiste Malet, Trama Editorial)

…como en un reportaje televisivo.

Una investigación de la BBC en una bodega del gigante de las ventas online Amazon encontró condiciones de estrés que expertos de la salud calificaron como posibles causas de "enfermedades físicas y mentales".

Podía ocurrir en Francia

La ministra francesa de Cultura defendió un plan de ayuda en favor de los libreros independientes, al tiempo que avanzó la preparación de “medidas muy fuertes” contra la compañía estadounidense de venta en línea Amazon, acusada de competencia desleal.

España

Los libreros piden a Wert que pare “la voracidad” de Amazon y anuncian otra demanda contra la empresa de Jeff Bezos.

…la Unión Europea en su conjunto

La UE pide a Amazon que suba el IVA de sus ebooks del 3% al 20%.

…e incluso EEUU

Un juez desestima una demanda de libreros independientes contra Amazon.

En fin, la lista de agravios sería interminable. Pero tras meses de quejas, las cosas se mueven, como si las gentes del libro hubieran comprendido que, además de plantear sus reivindicaciones, incluso si esas reivindicaciones son justas y acaban siendo atendidas, Amazon ha cambiado definitivamente las reglas del juego y para permanecer en el mercado hay que actuar con astucia.

David, Goliat, etc.

Así, de pronto, un autor y su editor tienen una idea. En Gran Bretaña, quienes compraron en Waterstones la novela (en papel, of course) de Joanne Harris Peaches for Monsieur le Curé (continuación de su celebérrima Chocolat) pudieron disfrutar de un capítulo extra que no aparecía en los ejemplares a la venta en el resto de las librerías. El movimiento tenía varios objetivos, pero el principal era atraerse a los habituales de Amazon.

O, también en Gran Bretaña, se pone en marcha The Great British Bookshop para la venta de libros al por menor y cuya intención aprovecharse de la creciente reacción de los consumidores contra Amazon.

O en España, CEGAL se alía con Tagus –marca de Casa del Libro y Planeta– para crear una plataforma gremial de venta de e-books. Un movimiento, conviene decirlo, que no satisface a todos, porque no cuida de los libreros y supone atarse a un grupo editorial.

O, en Australia, la cadena de librerías Pages & Pages decide combatir la hegemonía de Kindle en el mercado de los e-lectores ofreciendo un vale de 50 dólares australianos a quien entregue el lector de Amazon y lo cambie por uno de los suyos. Como declaró Jon Page, director de la cadena y de la Australian Booksellers Association, el hecho de que Amazon controle el software de Kindle limita estrictamente la capacidad de elección de los lectores.

O, de nuevo en Gran Bretaña, Penguin firma un acuerdo de colaboración con el desarrollador de libros electrónicos alemán Readmill para potenciar la venta directa de e-books. La alianza permitirá a los lectores elegir la opción "send to Readmill"Readmill y compartir así sus experiencias de lectura con miles de letraheridos. Y, que es lo que nos interesa, permite a Penguin esquivar al Kindle de Amazon y permite obtener información de sus clientes.

Por no hablar de que Google también parece decidida a plantar cara.

Me dirán…

…que estas iniciativas vienen sobre todo de los editores, mientras que los libreros siguen paralizados. Y es verdad. La diferencia es que los editores grandes o pequeños (como los autores, algunos de los cuales, cansados de o rechazados por las editoriales tradicionales se dejan atrapar en las redes de Amazon; pero esa es otra historia) saben que tienen en Amazon a un aliado, por leoninas que sean sus condiciones. Como dijo recientemente Markus Dohle, de la nueva Penguin Random House, “se trata de cooperar, no de enfrentarse. Ellos necesitan nuestros contenidos, nosotros necesitamos su acceso a los lectores”.

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Todo lo cual está muy bien, y demuestra que hay quien está dispuesto (y en condiciones) a luchar. Sin olvidar que “el liderazgo de Amazon no es solo por Kindle, o por haber sido los primeros: es sobre ventajas, precio y variedad de productos” (lo afirma el novelista y analista digital Nick Harkaway). Algo que, incluso cargados de razón, quienes se quejan desde el mostrador de su librería sólo del impacto que la maquinaria de Bezos tiene en su sector, quizá no acaban de aquilatar.

Por lo demás, a las autoridades laborales corresponde determinar si las condiciones que Amazon ofrece a sus trabajadores. Y tocará seguir batallando para que, en el terreno fiscal, el gigante no disfrute de ventajas injustificables.

Hay culebrón para rato.

Decir a estas alturas que Amazon ha cambiado el paisaje y al paisanaje editorial es tanto como anunciar la invención de la rueda. El gigante creado por Jeff Bezos ha trasformado el ecosistema de la compra en general, no solo el de la compra de libros. Sucede que, en el ámbito editorial, también ha innovado la manera de publicar. De ahí que, en mayor o menor grado, todos los actores del sector estén o hayan estado contra Amazon. Y hasta hace nada, paralizados ante la mera mención de su nombre. Pero ya no.

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