Novela
“En Valencia, los poderosos actúan como señores feudales”
La imagen fue verdaderamente insólita. Era el 29 de noviembre de 2013, y como si estuviera a punto de desatarse una guerra, como si en poco tiempo todo fuera a irse al garete, los trabajadores se desplegaron ante la cámara durante doce largas horas hasta que, a las 12.19, el fin quedó certificado como un fundido a negro. Custodiado el edificio por la policía, periodistas, técnicos y demás profesionales clamaban que “¡esto es un golpe de Estado!” en el mismo momento en que desaparecía la Radio Televisión Valenciana, RTVV. Una muerte anunciada poco tiempo antes en otra inédita actuación: la del president de la Generalitat, el popular Alberto Fabra, que decidió echar el cierre al ente público autonómico después de que un juez declarara nulo un reciente ERE de la empresa, que fallecía así a la edad de 29 años.
RTVV no ha ido al cielo ni al infierno: continúa en un limbo del que quizá pueda salir dependiendo de cómo evolucionen las circunstancias, ya que no solo la oposición, sino el mismo PP que la clausuró habla ahora de recuperar este servicio que era, además, el único medio audiovisual en valenciano. Lo que ocurrió durante su corta existencia quedó grabado en forma de programas de tan dudoso interés como Tómbola (espacio de cotilleo que costó 32 millones de euros), En casa de Bárbara (un show de recetas presentado por Bárbara Rey) o De un tiempo a esta parte (idea de la productora de José Luis Moreno que cosechó de media un 1,2% de audiencia y por la que la corporación pagó 20 millones de euros). También ha quedado registrado en los innumerables artículos y reportajes periodísticos que han documentado lo mucho y malo que ocurrió en aquellas instalaciones de Burjassot: corrupción, manipulación informativa, desfalcos, y hasta abusos sexuales, amén de otras tropelías varias, que también se han producido (Y se siguen produceindo) en otras empresas públicas como RTV Castilla-La Mancha, Telemadrid o la nacional RTVE.
Fuera de la cadena desde 2008, Marcos García Martí, que trabajó allí —bien en Canal 9 o para productoras asociadas— durante casi ocho años, también ha querido dejar plasmado su testimonio sobre esta rocambolesca historia aún por concluir. Lo ha hecho a través de la ficción, pura invención “inspirada”, eso sí, en hechos reales. Con ellos ha moldeado la novela negra Temporada de cizaña (360 Grados), en la que dos periodistas investigan el asesinato de una abogada que iba tras la pista a dos altos cargos de una televisión autonómica. Ni siquiera se menciona el nombre de RTVV o de la televisión Canal 9 en la historia, pero las alusiones hablan por sí solas. “No es una novela que intente reconstruir los hechos históricos, como ha hecho (el escritor) Ferran Torrent”, explica el autor, “pero sí que trato de reproducir los comportamientos que nos han llevado a esta situación”.
Una grabación destapa al presidente de la Diputación valenciana contando “dos millones de pelas”
Ver más
“En la Comunidad Valenciana hemos vivido años duros a todos los niveles”, abunda García. “Y políticamente, la clase dominante se ha creído con derecho a hacer lo que les viniera en gana”. Un contexto obviamente malo para la vida pero perfecto para su proyecto literario, porque de ese marasmo de avaricia, insensibilidad e impunidad emergen sus personajes, hombres y mujeres que se “sienten legitimados por el poder y actúan como señores feudales”. Frente a ellos, el contrapunto lo marcan “dos plumillas”, que hacen las veces, especialmente uno de ellos, “de héroes inesperados”. El trasfondo para sus andanzas lo define así “un ente sobredimensionado, con gastos sin ningún sentido”; un “gigante” que, como RTVV, termina por engullirse a sí mismo.
Ante tales antecedentes, resulta complicado imaginar una historia sobre la radio televisión valenciana que no sea en el género negro. Pero no es solo por su pertinencia que García (Valencia, 1979) se ha decantado por él, sino también, simplemente, porque se trata de su “favorito”. “Tiene unos condicionantes muy claros, por lo que siempre sabes a qué atenerte”, agrega García, que firma con este su primer libro, prologado por el reportero valenciano Eugeni Alemany. “Además, yo trabajé un tiempo en un programa de sucesos como periodista, y el género negro es muy periodístico”.
A pesar de los golpes, las injusticias y las decepciones vividas en casi una década en el ente, para el autor, que culminó aquella etapa coincidiendo con la muy controvertida gerencia de Pedro García, también hubo cosas positivas. “Si no hubiera trabajado allí, esta novela no existiría”, empieza, “y tampoco hubiera conocido a un gran equipo, porque aunque había rémoras, también había muchos periodistas y técnicos muy valiosos”. Si la corporación valenciana acabará resucitando de entre los muertos como se viene especulando, cree el escritor, defensor de la necesidad y utilidad de los medios públicos, que debería depender no solo de la voluntad política, sino también de la disposición de la gente. “La situación que tenemos es la de un cadáver congelado, como Walt Disney”, describe. “Y la solución es difícil porque la muerte fue extraña y, además, no estamos en las mismas circunstancias que hace un tiempo, por lo que no sé si ahora la sociedad querría sumir ese coste”.