LOS FALLOS DE LA RECUPERACIÓN
La brecha salarial de España con la zona euro crece un 20% desde 2012
Los costes laborales llevan estancados en España desde 2012. Titubean entre 21,1 y 21,2 euros por hora los últimos cinco años, según consta en la estadística que acaba de actualizar Eurostat. En 2017 sólo han remontado 10 céntimos, un 0,5%, por lo que España es el tercer país de la zona euro en que menos han subido los costes laborales por hora. Sólo en Suecia, donde aumentaron tres décimas y en Finlandia, donde incluso bajaron un 1,5%, los costes laborales han estado más contenidos. Además, los españoles no son ya de por sí de los más elevados de la zona euro. De hecho, en 2017 eran un 30% inferiores a la media de los 19 países con la moneda común.
El coste laboral incluye el salario pero también las cotizaciones sociales. Y en los salarios por hora España muestra la misma parálisis. Sólo han crecido 20 céntimos desde 2012. Ese año el coste salarial por hora era de 15,7 euros, cinco años más tarde sólo ha llegado a 15,9 euros. Así, la brecha salarial con la zona euro era de 5,1 euros en 2012: los sueldos españoles estaban un 24,5% por debajo de la media del euro. Hoy la diferencia alcanza los 6,6 euros, el 29,3%. Es decir, la brecha ha aumentado un 20% en cinco años. Si la comparación se hace con la UE al completo, el desfase asciende al 39%.
En España, el 75% del coste laboral lo constituye el salario y el resto, las cotizaciones que empresas y trabajadores pagan a la Seguridad Social. En otros países el porcentaje destinado a cotizaciones sociales es mucho más elevado. Según Eurostat, en Francia llega hasta el 32,8% del coste laboral y en Suecia, al 31,1%. En Italia alcanza el 27,5% y en Bélgica, el 27,1%. Las cotizaciones más bajas las cobra Malta, donde sólo constituyen el 6,7% del coste laboral por hora, y Luxemburgo, donde representan el 11,9%. En Reino Unido, las cuotas sociales son también bajas, un 17% del coste laboral. En Alemania, apenas un poco menores que en España: equivalen al 22,6% del coste laboral por hora.
A tenor de las estadísticas de la Unión Europea, España se sitúa siempre por debajo de la media, tanto comunitaria como de la zona euro, lo mismo en los costes laborales que en los salariales. Unos y otros son sustancialmente menores que los soportados por los países punteros, adelantan a Grecia y Portugal y se sitúan a considerable distancia de los del Este del continente. Los mayores costes laborales los tiene Dinamarca, el país abanderado de la flexiseguridad –un mercado laboral de despido fácil pero con alta protección a los desempleados–, donde llegan a 42,5 euros por hora, tras subir casi un 8% desde 2012. Es decir, el coste laboral danés duplica el español. Le sigue Bélgica, con 39,6 euros, después de aumentar un 4,2% en los últimos cinco años. En Francia ha crecido casi un 6% desde 2012, para situarse ahora en 36 euros. En Alemania el coste laboral por hora alcanza los 34,1 euros. Incluso en Irlanda es superior al español: 31 euros.
Bulgaria, 4,1 euros; España, 15,9; Dinamarca, 36,6
Por sectores, los costes laborales son mayores en la industria, tanto en España –3,3 euros por hora superiores a los de la construcción y los servicios– que en el resto de los países europeos. Y aquí la brecha también es profunda: los de la industria danesa, alemana o belga duplican de nuevo los del sector secundario español. En el caso de los servicios, el sector predominante de la economía española, resulta que la distancia con la zona euro es superior a la media nacional de desfase, casi dos puntos porcentuales por encima del 30% antes citado para el conjunto del mercado.
También Dinamarca encabeza la clasificación de los países con mejores salarios: 36,6 euros por hora, más del doble que España. Igualmente duplica el coste salarial español Luxemburgo, con 33 euros. En Irlanda es superior, 26,7 euros, no sólo al de España, también al coste salarial en Alemania y Holanda –26,4 euros–. Los 15,9 euros españoles sólo están un poco por encima de los 14,2 euros de Eslovenia, los 13,3 euros de Chipre o los 11,3 euros de Portugal. Pero a años luz del coste salarial en Bulgaria, con sólo 4,1 euros, o en Rumanía, 5,1 euros.
Además, la salida de la crisis ha sido en los principales países europeos mucho más generosa con los salarios que en España. Comparados con el estancamiento nacional, los aumentos del 14% en Austria desde 2012, del 11,4% en Alemania, del 7% en Dinamarca o del 8% en Francia parecen estratosféricos.
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La resaca de la devaluación salarial
La devaluación salarial se presentó en España como la única receta posible para hacer más competitiva la economía ante la imposibilidad de depreciar la moneda única, el euro. La reforma laboral facilitó a las empresas los mecanismos para reducir sueldos y recortar condiciones laborales en el momento más deprimente del ciclo económico. Pero la tónica no ha cambiado con la recuperación. Y han saltado las alarmas. Las mismas voces que urgían a la contención salarial un lustro atrás reclaman ahora subidas de sueldos. Desde la propia ministra de Empleo hasta el Banco Central Europeo (BCE) o incluso la OCDE. Fátima Báñez incluso apremia a los sindicatos y la patronal para que se pongan de acuerdo pronto y pacten un aumento salarial por encima del IPC y acompasado a la creación de empleo –el 3%–. Mientras el club de los 35 países más ricos pide que las mejoras en los mercados laborales se traduzcan ya en subidas generalizadas de salarios que combatan las crecientes desigualdades, el BCE se queja de que los sueldos no hayan subido “lo suficiente”. Como el banco central europeo, el FMI culpa a la precariedad y al subempleoprecariedad subempleo generados, así como al estancamiento de la productividad en estos años de recuperación económica de la anemia salarial en todo el mundo.
Patronal y sindicatos negocian estos días el acuerdo de negociación colectiva que debe incluir el marco de subidas salariales para los próximos años. En 2017 no fue posible el acuerdo y este ejercicio las conversaciones tampoco avanzan con mucha fluidez. UGT y CCOO piden un sueldo mínimo de 1.000 euros por convenio y subidas por encima del 3%: un alza del 1,6%, la inflación prevista por el Gobierno para 2018, más un aumento del 1,5% que garantice la recuperación del poder adquisitivo perdido durante los últimos años. Por el contrario, la CEOE no quiere ni oír hablar de un suelo mileurista ni sobrepasar el 2% de subida, aunque concede un punto variable adicional dependiendo de la productividad de cada sector.