El profesor universitario, escritor y divulgador austriaco Christian Felber está empeñado en promover un cambio radical en la lógica del sistema económico actual. Pretende que las empresas no funcionen como hasta ahora: competiendo unas contra otras y buscando el máximo beneficio económico, pues esa lógica conlleva comportamientos contrarios al bien común.
Y es que, sostiene, los sistemas económicos no son neutrales: favorecen o perjudican que salga lo mejor del ser humano.
Para ello ha puesto en marcha la llamada Economía del Bien Común, un camino "moderado" e "intermedio" entre el sistema capitalista y la economía planificada del comunismo, y que se basa en los mismos valores que hacen florecer las relaciones: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, compasión, cooperación, democracia o generosidad.
Y que se puede medir. No son palabras bonitas. Ha creado un baremo, llamado balance del Bien Común, con el que se puede calcular la contribución de cada compañía o institución al bien de la sociedad. Cuanto más social, ecológica, democrática y solidaria sea la actividad, mejores serán los resultados del balance del bien común alcanzados.
¿Conseguirá implantar un nuevo orden económico mundial? Este austriaco de 44 años responde a las preguntas de europapress.es:
P: ¿Qué es la economía del Bien Común?
R: Es un modelo económico alternativo, completo y consistente -pero al mismo tiempo abierto al desarrollo- que busca la reorientación de la totalidad de las acciones económicas hacia el bien común, algo que ya está recogido en las Constituciones de muchos países pero que no se está llevando a la práctica.
La Economía del Bien Común busca cambiar las reglas del juego de afán de lucro y competencia por la cooperación y contribución hacia el bien común. Y quiere que las empresas con buenos balances del Bien Común disfruten de ventajas legales como rebajas fiscales, poder acceder a créditos baratos o ser privilegiados en la compra pública.
La economía actual busca el crecimiento del PIB de una nación o maximizar el beneficio financiero de las empresas, lo que deja de lado si esa empresa crea empleo y de calidad, si hay igualdad de trato entre hombres y mujeres en las compañía, si cuida o destruye el medio ambiente, si produce armas o productos sostenibles...
P: ¿Qué falla en el modelo económico actual?
R: La economía actual convierte los medios en fines. El dinero -el beneficio financiero y el PIB- es el fines, y entonces los valores que servimos son el egoísmo, el crecimiento ilimitado, el ir unos contra otros, la desigualdad ilimitada...
Estos valores no están en ninguna Constitución, filosofía o religión del mundo y es un sistema de valores que la sociedad no quiere. Los valores fundamentales que la inmensa mayoría quiere para la economía son justicia, solidaridad, sostenibilidad y democracia.
Y el actual modelo beneficia a los actores económicos y empresarios no éticos, porque ellos tienen una ventaja competitiva (no pagan salarios justos o no tienen en cuenta el medio ambiente, por ejemplo) lo que hace sus bienes o servicios tengan un precio final menor para el consumidor.
Y esto es perverso. Lo que pretendemos es invertir la dinámica del sistema actual y erradicar la causa pasando de un capitalismo a una economía del bien común.
P: ¿Cómo se puede llevar a cabo a este cambio de sistema?
R: El sistema solo se puede transformar paulatinamente, con pasos pequeños, pero muchos pasos pequeños.
La estrategia es colaborar con todos estos agentes sociales y contar con pioneros en cada área que reorienten sus actividades hacia el bien común. Se trata de generar una nueva dinámica: de la escasez a la satisfacción, de la competencia a la cooperación, del exceso al equilibrio.
P: ¿Cuántas empresas utilizan ya este balance?
R: Más de 400 empresas, bancos, municipios, organizaciones o universidades en 10 países, más de 2.200 organismos que apoyan la Economía del Bien Común.
Más de 100 universidades están colaborando en la enseñanza, investigación, aplicación y difusión pública. Y la Universidad de Barcelona es la primera en el mundo que realiza el balance del Bien Común.
P: ¿Estáis satisfechos con el ritmo actual de implantación?
R: Para un cambio radical estas cifras no son suficientes, para eso se necesitarían docenas de miles de agentes sociales que implanten sus balances sobre el Bien Común. Estos cambios son complejos y, al mismo tiempo, desafiantes.
Pero hay que tener en cuenta que el balance financiero actual no se creó en unos años si no en siglos, y la Economía del Bien Común la hemos puesto en marcha hace 5 años.
A principios de abril pondremos en marcha la herramienta Balance del Bien Común 5.0 para que de forma sencilla las empresas puedan hacer sus balances del Bien Común. Saldrá primero en alemán y lo previsible es que entorno a verano esté la herramienta en inglés y español.
Con esta herramienta veremos si las cifras de las empresas con este tipo de balance aumentan considerablemente.
P: ¿Cuáles son los principales impedimentos para que se implante la EBC?
R: Los impedimentos son muchos y muy distintos. El primero es la ciencia económica clásica, que se ha confundido a sí misma con la crematística que criticaba Aristóteles (acumular riquezas) y con el capitalismo.
Otro de los impedimentos es la creencia de que el ser humano es egoísta y competitivo por naturaleza, algo que no tiene ninguna base científica.
En el sistema actual predomina la competencia de los unos contra los unos, la lógica de que alguien tiene que ser el ganador, el egoísmo, la desconsideración de los otros, la desconexión de la naturaleza. Se trata de traer valores como la cooperación, el cuidado, consideración, la empatía.
Y el tercer impedimento es el poder político, mediático y financiero, que no apoya este cambio, al menos no en este momento.
P: Abogan por un límite de ganancias por persona, ¿cuál sería el máximo?
Éste es un punto muy controvertido, pero solo en las élites. Ellas creen que para la sociedad es mejor si no hay un límite a la desigualdad, pero la evidencia científica dice que está bien que haya una moderada diferencia en ingresos, en patrimonio, en herencia y en el tamaño de las empresas, pero si la desigualdad supera un cierto límite se convierte en un peligro para la estabilidad y el bienestar de la sociedad.
El máximo de la ganancias por persona es algo que tienen que decidir los ciudadanos, que son soberanos. Nuestros experimentos empíricos en 25 países nos dicen que la población optaría por un ingreso máximo similar al salario mínimo multiplicado por 10 o 20.
P: ¿Pero debe el Estado limitar la capacidad de las personas de ganar dinero?
R: Es una limitación para salvaguardar una mayor libertad de otros o las mismas libertades de todos. Esta sería la justificación de esta limitación. En nuestra vida existen muchas limitaciones a nuestras libertades para salvaguardar las mismas libertades de todos.
P: También creen que debe limitarse la propiedad privada, ¿cuál sería ese límite?
R: Si permitimos la libertad de la propiedad de forma ilimitada se acaba la libertad de todos para tener al menos cierta propiedad. Esa es la explicación. Mi propuesta personal sería que las personas pudieran tener en concepto de propiedad privada de entre 10 y 30 millones de euros como límite superior.
En vez del dominio total de la propiedad pública -como quiere el comunismo- o del dominio total de la propiedad privada -como quiere el capitalismo-, la Economía del Bien Común defiende que haya propiedad privada pero limitada y condicionada al balance del bien común, y que puede haber propiedad pública, pero limitada a recursos estratégicos y bienes públicos.
También puede y debe haber propiedad colectiva, como las cooperativas o empresas sociales.
P: ¿Cómo se llevaría a la práctica esta limitación?
R: Esto se podría regular con el sistema de tributaciones. Pudiendo heredar como máximo entre 1 y 3 millones de euros, por lo que podrías ganar 27 millones de euros más (si el límite total estuviera en 30 millones).
En una generación transitoria esto se implantaría poniendo tasas sobre el patrimonio ligeramente crecientes y limitando la herencia, pero sin necesidad de expropiaciones. Se trataría de limitar el derecho de apropiación.
Así, el problema de la extrema desigualdad en los patrimonios de las personas se podría resolver en una generación y sin ninguna expropiación.
P: ¿Qué pensáis sobre las acusaciones que dicen que sois una forma de comunismo moderno?
R: Pues que entonces estas personas no saben qué es el comunismo. Nosotros nos oponemos igualmente al comunismo como al capitalismo, porque ambos son totalitarios, ya que tienden a la concentración de la riqueza y el poder.
La Economía del Bien Común es un enfoque eminentemente democrático, porque no se va a implementar si no es decidido democráticamente por los ciudadanos soberanos.
A diferencia de los extremismos que suponen el capitalismo y el comunismo, la Economía del Bien Común es un camino moderado, intermedio, que incluye ciertos elementos de ambos extremos pero con límites y condiciones.
Capitalismo y comunismo son mucho más semejantes de lo que la gente piensa: ambos confunden los fines con los medios, se enfocan en un solo tipo de propiedad y tienden a la concentración de poder, público o privado.
P:Dicen que la EBD tiene muchos elementos en común con el pensamiento social cristiano. ¿Están de acuerdo?
R: Sí, empezando por Tomas de Aquino quien dijo Bonus comune melius bonus unus. El bien común es más importante que el bien de solo uno." La doctrina social del cristianismo es responsable de que el bien común aparece como una estrella en muchas constituciones de países democráticos, unido con la dignidad de la persona.
Sin embargo, el buen vivir, para mi significa exactamente lo mismo y es otra fuente de inspiración para la EBC. Lo mismo con "ubuntu" de África, el Dharma del budismo, la ecología profunda, la ecofilosofía, la Ilustración y, muy importante, Aristóteles quien nombraría nuestro patrono/patrocinador teórico. La EBC tiene un fundamento filosófico muy amplio, yo diría universal.
El profesor universitario, escritor y divulgador austriaco Christian Felber está empeñado en promover un cambio radical en la lógica del sistema económico actual. Pretende que las empresas no funcionen como hasta ahora: competiendo unas contra otras y buscando el máximo beneficio económico, pues esa lógica conlleva comportamientos contrarios al bien común.