La brecha salarial, ese 30% de más que ganan los hombres de media respecto de las mujeres, es producto de todo un conjunto de factores que dejan en papel mojado la igualdad consagrada en las leyes. Éstas impiden las discriminaciones salariales y laborales, pero la realidad del mercado de trabajo es tozuda y desmiente cada día la letra de la Constitución, el Estatuto de los Trabajadores y la Ley de Igualdad de 2007Ley de Igualdad. También los convenios colectivos y los planes de igualdad de las empresas.
El 70% de quienes tienen ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) son mujeres, pero éstas representan sólo el 28% de los trabajadores que ganan más de ocho el SMI. También son la mayoría en los sectores y ocupaciones con sueldos más bajos. Otro tanto ocurre con los empleos a tiempo parcial, que en un 75% corren a cargo de las mujeres. Según destaca CCOO en un informe sobre la brecha salarial, este tipo de contratos son “un elemento estructural en la vida laboral de las mujeres”: el 60% de ellas aceptan un trabajo con este tipo de jornada porque no han podido encontrar un empleo a tiempo completo. El 19% aduce motivos familiares y, si tienen hijos, las trabajadoras a tiempo parcial precisan que no han podido costear los servicios adecuados para su cuidado.
Pero cuando el contrato es a tiempo completo no sólo se mantiene la brecha sino que se acentúa. Los hombres, destaca el sindicato, ganan de media 3.643 euros más al año que las mujeres, lo que significa que éstas deberían aumentar sus sueldos un 14% para igualarse con sus compañeros. Es el doble de lo que deberían crecer sus nóminas en los contratos a tiempo parcial para igualarse con los hombres.
Además de estas desigualdades estructurales, la brecha se alimenta de otras más sutiles. El sueldo base explica el 54% del desfase por sexos, pero la culpa del 44% –un 2% se debe al pago de horas extras– CCOO la atribuye a los complementos salariales. De media los hombres cobran 613 euros al mes en estos complementos, mientras que las mujeres se quedan en 427 euros. El motivo, explica el informe del sindicato, estriba en que estos pluses se conceden con “criterios discrecionales, sobre todo en los puestos directivos”. Además, retribuyen “aspectos masculinizados del trabajo”, como el esfuerzo físico, la penosidad, la nocturnidad o la disponibilidad horaria, pero excluyen “atributos feminizados” como la atención, la precisión o la resistencia.
El peso de los pluses en la desigualdad salarial se explica en parte también por el hecho de que sólo el 0,38% de las mujeres con trabajo son directoras de una empresa grande o mediana, 31.500 personas en toda España, mientras que el número de hombres al frente de una sociedad de ese tamaño casi es el triple: 96.000. Directoras de pequeñas empresas son el 4,67% de las mujeres con trabajo; los hombres son casi el doble, el 8,28%. Como mandos intermedios figuran el 5% de las mujeres ocupadas, y el 6,7% de los hombres empleados. Hasta encargada, jefa de taller u oficina o capataz han llegado el 4,42% de las mujeres trabajadoras y el 7,2% de los hombres. El grueso de las mujeres ocupadas, el 77%, son empleadas con jefes y subordinados, por sólo el 64% de los hombres, según los datos de la Encuesta de Población Activa recogidos por CCOO.
Promoción lenta y desigual
Ver másDía por la Igualdad Salarial: las claves que se esconden tras la brecha entre hombres y mujeres
Otra dificultad añadida en la carrera profesional femenina que tiene su inmediato traslado a la nómina aparece con la promoción. Para empezar, las mujeres acceden más tarde al mercado laboral, debido a que permanecen más tiempo en el sistema educativo, explica el informe sindical. Después, a partir de los 30 años y justo cuando coincide con la maternidad, el salario de las mujeres aumenta de forma “muy suave”, mientras que el de los hombres lo hace de manera “constante”. Así, la brecha salarial no hace más que crecer con la edad y llega a su máximo entre las trabajadoras de más de 55 años: 8.121 euros anuales, cuando la media es de 5.941 euros, de acuerdo con los cálculos de CCOO, referidos al año 2015. Es decir, es del 37%, siete puntos porcentuales por encima de la media. Aunque no es la única muestra de la desigualdad de sexos en el avance de la carrera profesional. Cuando a un hombre se le transforma su contrato temporal en uno indefinido, su salario sube un 61%, cuando una mujer consigue un empleo indefinido, su nómina sólo crece un 35%.
Finalmente, ya en la cúspide de la pirámide laboral, en los consejos de las empresas del ÍBEX 35, la presencia de mujeres en 2017 era de sólo el 20%, “muy por debajo del objetivo que marca la Ley de Igualdad”, destaca CCOO. La norma estableció en 2007 que en un plazo de ocho años –por tanto, ya cumplido–, ninguno de los dos sexos debería superar el 60% de los consejeros.
Tampoco en las empresas públicas se cumple la paridad. Al menos 112 de ellas no respetan el mínimo legal. En 109 empresas estatales las mujeres están infrarrepresentadas, según el informe, e incluso en 18 no hay ni una sola mujer en el consejo de administración. Sólo en tres hay paridad y en otras tantas son los hombres los que no llegan al mínimo fijado por ley.
La brecha salarial, ese 30% de más que ganan los hombres de media respecto de las mujeres, es producto de todo un conjunto de factores que dejan en papel mojado la igualdad consagrada en las leyes. Éstas impiden las discriminaciones salariales y laborales, pero la realidad del mercado de trabajo es tozuda y desmiente cada día la letra de la Constitución, el Estatuto de los Trabajadores y la Ley de Igualdad de 2007Ley de Igualdad. También los convenios colectivos y los planes de igualdad de las empresas.